Sue?os hechos de palabras
Los grandes escritores latinoamericanos no han encontrado cineastas que pusieran en im¨¢genes las que ellos idearon bajo la advocaci¨®n del t¨®pico "realismo m¨¢gico". Puede que s¨®lo Julio Cort¨¢zar, gracias a Blow up y a la adaptaci¨®n que Antonioni hizo de uno de sus cuentos, haya llegado a la pantalla de forma satisfactoria. El reci¨¦n fallecido Manuel Puig, que era hombre de cine, formado en Roma junto Cesare Zavattini, que le ayud¨® a debutar como guionista, tampoco ha tenido mejor fortuna que los Garc¨ªa M¨¢rquez, Bioy Casares, Vargas Llosa u otros narradores que, en un momento u otro, han visto c¨®mo sus obras serv¨ªan de punto de partida de pel¨ªculas que luego naufragaban debido a las exigencias "esperantistas" de las grandes producciones internacionales o que, por el contrario, se malograban a causa un presupuesto insuficiente o de una lectura, estrictamente intelectualizada, de unos textos en los que el placer por el gusto de relatar juega un papel decisivo.La novela m¨¢s conocida de Manuel Puig puede que sea El beso de la mujer ara?a. William Hurt, en el papel de Molina, obtuvo varios premios por su trabajo, pero lo cierto es que el film resultante del texto literario es muy pobre. Cuando el brasile?o Hector Babenco rod¨® El beso de la mujer ara?a olvid¨® los postulados neorrealistas que hab¨ªa defendido hasta entonces y quiso estar a la altura del mundo on¨ªrico que iba recreando el preso Molina, pero olvid¨® que la fuerza del mismo surg¨ªa precisamente del entorno carcelario desde el que se pronunciaba la voz. El buen trabajo actoral de William Hurt y Ra¨²l Juli¨¢, era lo ¨²nico que se salvaba de la funci¨®n, que nunca pudo igualar el impacto que caus¨® la misma novela cuando fue convertida en obra de teatro.Puig era un novelista cinematogr¨¢fico. Lo suyo era un reciclaje del follet¨ªn de la novela rosa, de los g¨¦neros y formas populares, pero todo eso Puig lo lograba a base de estilo, de adjetivos precisos, de palabras exactas. La imagen tiene una contundencia realista a veces ajena a esas sutilezas. El cine prefiere argumentos claros, personajes de una pieza, inventar su ambig¨¹edad a partir de lo que le es propio, a partir de cuestionar la evidencia, la superficie de las cosas. En definitiva, en contra de lo que se ha dicho y repetido, Puig, que quiz¨¢s era un excelente guionista -desconozco su labor en ese terreno- no es un novelista que sea f¨¢cilmente trasladable a la pantalla.Antes de El beso de la mujer ara?a Puig vivi¨® otra experiencia de conversi¨®n de una obra suya en film. Se trata de Boquitas pintadas, que dirigi¨® el argentino Leopoldo Torre Nilson. El resultado, con ser menos decepcionante que el obtenido por Babenco se resent¨ªa de lo mismo. Para el novelista las dos adaptaciones, la de Babenco y la de Torre Nilson fueron experiencias poco satisfactorias. Cuando hablaba de ellas lo hac¨ªa sin ning¨²n entusiasmo, quiz¨¢ no s¨®lo porque las pel¨ªculas no hac¨ªan justicia a su obra, sino tambi¨¦n, porque en su condici¨®n de guionista y antiguo ayudante de direcci¨®n, sab¨ªa que aquello se parec¨ªa muy poco a lo que ¨¦l hab¨ªa so?ado a trav¨¦s de la palabra.
Babelia
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