M¨¢s estrellas que en el cielo
Los JJ 00 de 1992, en manos de un complejo entramado de instituciones y entidades
Desde que el 12 de marzo de 1987, cinco meses despu¨¦s de la designaci¨®n ol¨ªmpica de Barcelona, fue constituido el comit¨¦ organizador de los JJ OO de 1992 (COOB), el entramado de organismos vinculados a la preparaci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos ha ido creciendo hasta conformar, a dos a?os de la cita de 1992, una abigarrada constelaci¨®n de instituciones, empresas, holdings, comisiones e incluso entidades sin personalidad jur¨ªdica.?D¨®nde hay que buscar las causas de esta complejidad organizativa? Posiblemente las mismas que llevaron a Barcelona a optar, a principios de los ochenta, a ingresar en el Olimpo.
Las tres antecesoras inmediatas de Barcelona -Mosc¨², en 1980; Los ?ngeles, en 1984, y Se¨²l, en 1988- dispusieron de estructuras mucho menos barrocas. En la capital sovi¨¦tica, en una situaci¨®n pol¨ªtica muy distinta de la actual, fue un comit¨¦ estatal fuertemente centralizado el que se encarg¨® de organizar unos JJ OO con vocaci¨®n de escaparate mundial de los logros y gestas del deporte y la sociedad socialistas.
Cuatro a?os m¨¢s tarde, los Juegos de la ciudad californiana fueron un verdadero festival capitalista: la organizaci¨®n fue financiada casi ¨ªntegramente por empresas comerciales privadas.
La capital surcoreana, por ¨²ltimo, hizo de sus JJ OO la espina dorsal de una vasta operaci¨®n de Estado destinada a lavar la cara a la dictadura del pa¨ªs asi¨¢tico ante el resto del mundo y a consolidarse econ¨®micamente como el m¨¢s fiero de los llamados tigres del Pac¨ªfico: Hong Kong, Singapur; Taiwan y la propia Corea del Sur.
Esquema distinto
El esquema organizativo de Barcelona 92 es muy distinto a los de sus predecesoras, como distinto es lo que la ciudad espera obtener de sus Juegos en la antesala del fin de siglo. M¨¢s all¨¢ de 15 d¨ªas de gloria atl¨¦tica, el proyecto de la capital catalana est¨¢ concebido, b¨¢sicamente, como un pretexto excepcional para acometer el reto de la modernizaci¨®n y el desarrollo infraestructural y tecnol¨®gico de una ciudad que en los ¨²ltimos 100 a?os ha crecido a impulsos sincopados, inconexos, incluso ca¨®ticos: las exposiciones de 1888 y 1929, y el desarrollismo de los a?os sesenta.
El proyecto ol¨ªmpico de Barcelona se plantea desde su origen, pues, como una operaci¨®n de car¨¢cter netamente municipal, como un proyecto de ciudad. De otra manera, la capital catalana dif¨ªcilmente hubiera sido capaz de concentrar en el tiempo y en el espacio un volumen de inversi¨®n p¨²blica y privada capaz de hacer de Barcelona una ciudad competitiva en su marco internacional en el umbral del siglo XXI.
As¨ª que el Ayuntamiento desempe?¨® desde el primer momento la funci¨®n de motor del proyecto Barcelona 92. Pero la magnitud, el alcance, la complejidad y, sobre todo, los costes econ¨®micos del plan fueron multiplic¨¢ndose a medida que el proyecto iba tomando cuerpo y adapt¨¢ndose a la realidad: la inversi¨®n global se calcula hoy en m¨¢s de 660.000 millones de pesetas; es decir, el triple de lo previsto en 1985.
Y la Administraci¨®n municipal, desbordada su capacidad financiera por la creciente envergadura de la operaci¨®n, fue aumentando sus reclamaciones econ¨®micas ante las dem¨¢s administraciones p¨²blicas, especialmente ante la del Estado. El gobierno de la ciudad era consciente de que dif¨ªcilmente conseguir¨ªa arrancar despu¨¦s de 1992 del Gobierno central y del de la Generalitat los recursos que no hubiese logrado antes de esa fecha m¨¢gica.
Esta circunstancia, as¨ª como la resistencia municipal a ceder cuotas de protagonismo ol¨ªmpico, la perpetua contienda pol¨ªtica entre la Generalitat convergente y el Ayuntamiento socialista, y las presiones ejercidas por el presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, en favor de un mayor protagonismo de la iniciativa privada y de un mayor control gubernamental sobre Barcelona 92, han conferido a la organizaci¨®n barcelonesa un car¨¢cter de permanente equilibrio inestable.
Agria disputa
La suma de esos factores ha desencadenado la pr¨¢ctica totalidad de las crisis que ha atravesado la organizaci¨®n. La m¨¢s larga y virulenta de ellas, en la que los socios del COOB se enzarzaron en una agria disputa por sus respectivas parcelas de poder, estall¨® tras la clausura de los Juegos de Se¨²l. Esos mismos factores tambi¨¦n han provocado, en buena medida, la multiplicidad de organismos vinculados a Barcelona 92.
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