Madonuts
Madonna
Madonna (voz, baile); Jai Winding
(direcci¨®n musical, teclados); Darryl Jones (bajo); Jonathan Moffett
(bater¨ªa); David Willianis (guitarra); Kevin Kendrick (teclados); Mike McKnight (teclados); Luis Conte (percusi¨®n); Donna DeLory, Niki Harris (coros, baile); Luis Camacho, Oliver Crumes, Salim Gauwloos, Jos¨¦ Guti¨¦rrez, Kevin A. Stea, Gabriel Trupin y Carlton Wilborn (baile). 50.000 personas. Precio: 4.000 pesetas. Estadio Vicente Calder¨®n. Madrid, 27 de julio.
Tras media hora de dign¨ªsima actuaci¨®n del grupo donostiarra 21 Japonesas, que, con energ¨ªa, ganas y buen hacer, convirti¨® la ingrata tarea de teloneros en una oferta interesante y de car¨¢cter estrictamente musical, comenz¨® el espect¨¢culo. El escenario se transform¨® en un inmenso desplegable, y en una ambientaci¨®n en la que s¨®lo faltaba Charlot con una llave inglesa para calcar Tiempos modernos, emergi¨® Madonna sobre una plataforma.Desde los primeros instantes se pudo comprobar que la cantante norteamericana es un aut¨¦ntico animal esc¨¦nico y que si utiliza su voz pregrabada o no, da igual. Buena parte del recital de Madonna fue como un inmenso pregrabado en forma de comedia musical. Adem¨¢s, est¨¢ apoyada por dos vocalistas que la acompa?an al un¨ªsono en muchas canciones, lo que hace imposible distinguir quien canta de las tres. Y por si fuera poco, su voz es vulgarcita, sin expresividad, intensidad ni amplitud de registro. Eso s¨ª; cuando se qued¨® sola cumpli¨® sin desafinar.
Pero hablar de m¨²sica en un recital de Madonna es como hablar de espect¨¢culo en un concierto de Bob Dylan. Madonna es burbujeante, superficial y espectacular. Vende hamburguesas en restaurantes de lujo y ha conseguido que el negocio le salgaredondo. Su ambig¨¹edad levanta ampollas y su capacidad para provocar es algo que hay que agradecer porque, al menos, anima el cotarro.Madonna desarroll¨® su espect¨¢culo como una comedia en tres actos: introducci¨®n, contraste pagano-religioso y recuerdos a la revista musical. Todo con un buen planteamiento, pero sin nudo ni, mucho menos, desenlace. Sin apartarse del gui¨®n ni un ¨¢pice, excepto para soltar dos o tres tacos, cant¨® las 18 canciones previstas, en el orden previsto. Simul¨® la masturbaci¨®n en Like a virgin -de manera bastante convincente, por cierto-, como estaba previsto. Y, como tambi¨¦n era de prever, intent¨® jugar a la provocaci¨®n, pero de una manera tan inocente y burda que no inspir¨® ni morbo, ni pol¨¦mica, ni nada. En todo caso, algo de ternura o su vulgaridad.
"Esta es mi polla", grit¨® se?alando a un bailar¨ªn disfrazado de Dick Tracy. Y el p¨²blico re¨ªa, como diciendo: ?Pues qu¨¦ bien! "Yo estoy caliente. Vosotros ?est¨¢is calientesT'. Y el p¨²blico gritaba "S¨ª¨ª¨ª", aunque sin demasiado ardor. "?Me gustan los culos!". Y seguro que muchos pensaron si su culo cumpl¨ªa los requisitos, aunque de todos es sabido que el de los negros suele ser m¨¢s prieto y resping¨®n.
Nadie puede negar a Madonna su capacidad de trabajo. No para en el escenario y cambiaconstantemente de vestido y ambientaci¨®n. En Like a virgin se inspir¨® en Las mil y una noches. En Like a prayer el decorado parec¨ªa una iglesia. En Scioner or later record¨® los teatros de Broadway. En Material girl sali¨® de maruja de Almod¨®var, con rulos y boatin¨¦. En Keep it together mezcl¨® escenografia de Cabaret con iconografia de disciplina inglesa Y Cherish fue la guinda del pastel, con arpas y bailarines con colas de sirena.
Ante semejante variedad, el p¨²blico ya no sab¨ªa si mirar a Madonna, a los bailarines, a los cirios, a las columnas corintias o a las pantallas de v¨ªdeo. A los m¨²sicos, desde luego, no, porque estaban semiocultos en los laterales del escenario. La verdad es que no importaba demasiado, porque las canciones vulgares y alegres, ramplonas y bailables deMadonna son una excusa para montar un espect¨¢culo tan grandioso como inanimado; tan sofisticado como poco emocionante; tan perfecto como vac¨ªo. Aunque tuvo momentos de cierto inter¨¦s e intensidad, su vacuidad est¨¢ pensada para vender discos, pel¨ªculas, bailes y modas como rosquillas. Y con la sustancia del agujero de un donuts.
Babelia
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