Un borracho cocain¨®mano se atrincher¨® toda la noche en una discoteca de Londres con m¨¢s de 100 rehenes
La amenazante tragedia del secuestro de un centenar largo de personas en la discoteca Tokio Joe's de centro de Londres en la madrugada de ayer fue degenerando en farsa conforme el secuestrador, al parecer liban¨¦s y que estaba borracho y "a tope de coca¨ªna" iba dejando escapar a sus rehenes. La peripecia termin¨® a mediod¨ªa con la entrega del atacante y el alivio de los ex cautivos, en su mayor¨ªa hombres de Oriente Pr¨®ximo y minifalderas estridentes.
"Llegu¨¦ a pensar que iba a morir", dec¨ªa en la calle una de las rehenes, una pelirroja con piernas tremendamente largas por efecto de su avaricia con la tela de la falda. El hombre, de tina trientena de a?os, irrumpi¨® en el local -sito en Picadilly, a la altura del Green Park, un lugar frecuentado por ¨¢rabes de Oriente Pr¨®ximo- alrededor de las dos de la madrugada, armado, seg¨²n dijo, con una bomba (que result¨® no serlo) pegada al cuerpo, una pistola, tina escopeta y un cuchillo. Anunci¨® su llegada con un disparo y forz¨® a quienes estaban junto a la puerta a bajar hasta la discoteca. En el descenso, el portere, se escabull¨® por una salida de emergencia y dio la alarma. La polic¨ªa enseguida acordon¨® la calle.El sezuestrador no daba la impresi¨®n de estar en sus cabales y alturnaba agresividad con risas. "intentaba poner a la gente de su lado", declar¨® una de la chicas que fue liberada despu¨¦s de haber servido, junto con otras, como escudo disuasor de un ataque policial.
Precauci¨®n policial
"Estaba borracho y a tope de coca¨ªna" dijo otra, tambien minifalderi.. "Beb¨ªa whisky y se ca¨ªa. Hasta se hizo un corte en la pierna. Me pidi¨® que sacara un paquete de la chaqueta. Tomaba coca¨ªna de vez en cuando. No hac¨ªa m¨¢s que caerse, as¨ª que en una de esas me escap¨¦", a?adi¨®.
La polic¨ªa emprendi¨® cuidadosas negociaciones, porque "el que fuera de noche, la oscuridad en el local y el que hubiera tanta gente" convert¨ªa la situaci¨®n en muy delicada, seg¨²n un inspector. Las exigencias cambiaban conforme lo hac¨ªa el estado de ¨¢nimo del secuestrador. "Ha dicho y pedido cosas distintas y no siempre estaba completamente bajo control", manifest¨® un portavoz policial. Hubo un momento en que los agentes le hicieron llegar un par de sandwiches de salm¨®n ahumado.
La aventura concluy¨® al filo del mediod¨ªa, cuando el hombre se entreg¨®. Los secuestrados -¨¢rabes con dinero que se desfogan en Londres y, seg¨²n rumores que no pudieron ser confirmados, cuatro miembros de la familia real kuwait¨ª, m¨¢s unas decenas de chicas, en su mayor¨ªa inglesas- ya hab¨ªan ido saliendo poco o poco.
Uno de los secuestrados dijo que el hombre hab¨ªa amenazado con hacer volar el local, mientras que una de las chicas dijo que exig¨ªa un autob¨²s y un avi¨®n para ir a L¨ªbano con sus rehenes con el fin de intercambiarlos por un hermano secuestrado all¨ª y por los cuatro rehenes brit¨¢nicos retenidos en dicho pa¨ªs. Scotland Yard intenta desvelar la identidad del secuestrador, al parecer liban¨¦s.
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