Conocerse y conocernos
Han transcurrido 15 a?os desde que se inici¨® la transici¨®n pol¨ªtica de la dictadura a la democracia, y en esta trepidante etapa se han transformado positivamente las posibilidades de cada ciudadano para conocer en profundidad los antecedentes y las caracter¨ªsticas de su personalidad en relaci¨®n con la colectividad a la que pertenece. Hay que reconocer que la pesada losa del uniformismo impuesto por el anterior modelo de Estado espa?ol, que prescrib¨ªa que todos nos confundi¨¦ramos con el arquetipo decretado desde el centralismo, ha pasado en buena parte al desv¨¢n de los recuerdos.A lo largo de estos a?os, y m¨¢s concretamente a partir de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n (1978) y de los estatutos de autonom¨ªa, la vida de los diversos pueblos que forman parte del Estado se revitaliza al disponer el ciudadano de una amplia informaci¨®n en la ense?anza, en los medios de comunicaci¨®n y en el debate pol¨ªtico. Puede y debe mejorarse esta informaci¨®n, pero el gran cambio en este cap¨ªtulo ya ha sido dado, y ahora el progreso depende fundamentalmente de la iniciativa y de la estima de los ciudadanos en conservar, renovar y proyectar las formas de vida que los caracterizan y que llevan consigo trayectorias hist¨®ricas espec¨ªficas, lenguas distintas y culturas diferenciadas.
En este cap¨ªtulo, insisto, estamos en aquella etapa que ya preve¨ªa Bosch Gimpera en que la libertad proporcionar¨ªa un nuevo impulso a cada nacionalidad y a cada regi¨®n de las que integran el marco del Estado tras siglos de in¨²til e injusto intento de cercenar esta d¨ªversidad y de intentar imponer, incluso con la violencia, una nueva historia, una sola lengua y tambi¨¦n una cultura.
Ante aquella pertinaz voluntad uniformizadora se levant¨® siempre la acci¨®n popular en defensa de las personalidades agredidas y se clam¨® en favor del respeto a la simple y cong¨¦nita diversidad de las nacionalidades y regiones. Una figura de un gran relieve c¨ªvico como fue en Catalu?a el abad Escarr¨¦ -fueron c¨¦lebres sus manifestaciones en las que denunciaba aquella opresi¨®n- afirmaba: "Somos espa?oles pero no somos castellanos", se?alando que la diversidad era una caracter¨ªstica esencial que deb¨ªa respetarse porque cada pueblo tiene perfecto derecho a vivir en plenitud su propia personalidad. Naturalmente, en el ambiente pol¨ªtico de los a?os sesenta en el que fueron prontinciadas, aquellas declaraciones no consiguieron mejorar la situaci¨®n, que fueron semilla para la libertad actual.
Pero estos comentarios referidos a la fruct¨ªfera etapa que discurre entre 1975 y 1990 nos conducen a elaborar qu¨¦ nuevos objetivos deber¨ªamos plantearnos para que este proceso no s¨®lo no se interrumpa, sino que se ampl¨ªe, se profundice.
En este sentido opino que en la d¨¦cada de los a?os noventa las iniciativas que necesitamos prioritariamente no se refieren al fortalecimiento de las diversas lenguas y culturas, formas de vida y proyectos pol¨ªticos en los ¨¢mbitos propios de cada nacionalidad y de cada regi¨®n que ya tienen o deben ser capaces de crear con su propio impulso en el actual marco de libertades. La prioridad en esta d¨¦cada est¨¢ en aumentar sustancialmente el grado de conocimiento que tiene cada ciudadano con referencia a las dem¨¢s culturas, lenguas, historias y proyectos que tambi¨¦n forman parte del territorio espa?ol.
De momento se ha conseguido el reconocimiento y el desarrollo de cada personalidad, y por el camino emprendido creo que, previsiblemente, presenciaremos un espectacular despliegue de estas realidades. Vamos ahora a conseguir que el concepto de diversidad que caracteriza a Espa?a llegue a ser conocido por todos los ciudadanos en su amplitud y de forma cotidiana para que deje de ser algo lejano e inc¨®modo, como sucede con aquello que conocemos de manera parcial, pese a ser una realidad que sabemos constituye una carater¨ªstica esencial de la realidad que posibilita una convivencia e intercambios desde el pluriling¨¹ismo y desde la diversidad de culturas y personalidades pol¨ªticas.
?C¨®mo conseguir este nuevo avance de nuestra democracia? Creo que hay tres ¨¢mbitos que deber¨¢n ampliar su proyecci¨®n incorporando en sus actividades la necesidad de reforzar la informaci¨®n a todos los ciudadanos sobre la diversidad cultural, social, pol¨ªtica y econ¨®mica de las distintas nacionalidades y regiones. Estos ¨¢mbitos son los de la educaci¨®n, las universidades y los medios de comunicaci¨®n.
La educaci¨®n deber¨¢ incorporar a sus ense?anzas en los distintos niveles esta diversidad de pueblos, deber¨¢ hacerse con rigor, sistem¨¢ticamente; las universidades deber¨¢n ser capaces de facilitar el conocimiento y aprendizaje decualquiera de las lenguas que son oficiales, y los medios de comunicaci¨®n deber¨¢n recoger la existencia del pluriling¨¹ismo de forma cotidiana, de manera que cualquier ciudadano pueda percibirse de la diversidad d¨ªa a d¨ªa, sin afirmaciones grandilocuentes; sencillamente, con la normalidad gozosa de presentar a cada ciudadano con la lengua que le es propia, su historia, su cultura; en definitiva, con su personalidad espec¨ªfica.
En este contexto hay que destacar el positivo simbolismo que significar¨¢ que en el Senado puedan utilizarse cualquiera de las lenguas oficiales, porque constituir¨¢ una solemne y cotidiana aceptaci¨®n de este pluriling¨¹ismo que se proyecta pedag¨®gicamente a todos los ciudadanos.
Los a?os transcurridos desde aquel ya lejano 1975 no han sido anodinos y grises; muy al contrario, han significado un gran avance, principalmente para proporcionar ox¨ªgeno a la vida propia de las nacionalidades y regiones. Ahora se trata de aumentar el conocimiento mutuo, que particularmente creo es la forma m¨¢s s¨®lida de consolidar de manera irreversible la libertad. ?sta es una de las prioridades de los a?os noventa.
es senador de Converg¨¨ncia i Uni¨® por el Parlamento catal¨¢n.
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