Contra la 'mili'
LA NUEVA Ley del Servicio Militar, cuyo proyecto se debate actualmente en el seno de una ponencia parlamentaria del Congreso, corre el riesgo de quedar desfasada antes de nacer si sus redactores no toman buena nota de lo que realmente piensa la mayor parte de la juventud espa?ola sobre el tema. La encuesta realizada por el Ministerio de Defensa y el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) sobre la juventud y la mili (v¨¦ase EL PA?S de 30 de julio) es reveladora al respecto: la inmensa mayor¨ªa de los j¨®venes entre 16 y 24 a?os piensan que la realizaci¨®n del servicio militar les perjudica, constituye una experiencia desagradable, es costosa econ¨®micamente para las familias, no ense?a nada ¨²til para la vida civil y ni siquiera sirve para obtener una adecuada formaci¨®n castrense.Una visi¨®n tan negativa del actual servicio militar es compatible, sin embargo, en un 59% de los j¨®venes, con su predisposici¨®n a comprometerse personalmente en la defensa de Espa?a en caso de agresi¨®n, y con una valoraci¨®n positiva -el 57%- de los servicios de tipo civil que las Fuerzas Armadas prestan a la comunidad; lo cual quita argumentos a quienes interesadamente identifican sin m¨¢s antimilitarismo y rechazo de la milicia, y revela que existe una amplia base sobre la que articular de manera distinta a la actual el principio constitucional que establece "el derecho y deber de los espa?oles de defender a Espa?a".
De la capacidad de los gobernantes para captar este estado de opini¨®n e integrarlo en las leyes depende que esta base persista y no se reduzca espectacularmente. La actitud generalizada de resistencia a la prestaci¨®n del servicio militar -que la encuesta oficial avala al admitir que s¨®lo el 15% de los j¨®venes est¨¢ a su favor- se manifiesta cada vez m¨¢s en hechos tan significativos como la negativa de unos sesenta municipios vascos a cumplir con sus deberes de reclutamiento de los mozos, o, el aumento de los pr¨®fugos en Catalu?a -un 10%-, con el riesgo de convertirse en desertores y asumir penas graves de prisi¨®n. Si a ello se a?ade la cicater¨ªa legal con que ha sido abordada la objeci¨®n de conciencia y el servicio social sustitutorio del servicio militar, y la media de suicidios, enfermedades y accidentes varios que soportan los j¨®venes reclutas -superior a las estad¨ªsticas generales sobre esas edades-, se perfila un movimiento de deslegitimaci¨®n del servicio militar obligatorio de dif¨ªcil contenci¨®n.
En todo caso, Gobierno y Parlamento tienen todav¨ªa en sus manos la posibilidad de disminuir el coste social de la actual mil¨ª (en p¨¦rdida de tiempo, dinero y vidas humanas) y de dar satisfacci¨®n con la nueva Ley del Servicio Militar al profundo anhelo de ver sustancialmente reducida una experiencia vital considerada mayoritariamente in¨²til y arriesgada.
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