La imagen y la palabra
Navigator. Una odisea en el tiempoes una pel¨ªcula concebida por alguien que cree aquello de que una imagen vale por mil palabras. El personaje protagonista un ni?o que responde al nombre de Griffin, comparte esa creencia y logra que todos los habitantes de Cumbria, en 1348, ante la amenaza de la peste negra, con f¨ªen m¨¢s en sus visiones, en las im¨¢genes premonitorias que cruzan por su cabeza, que en la l¨®gica de un discurso que encadena razonamientos y palabras. Y la pel¨ªcula procura estar a la altura de la m¨¢xima. Su gui¨®n, el argumento, es mejor no contarlo, dejarlo en una idea general, en un simple viaje a trav¨¦s del tiempo -que lleva a unos infelices desde un medioevo fangoso y fr¨ªo hasta un 1988 inh¨®spito y m¨¢gico.Vincent Ward se atreve a recrear la atm¨®sfera apocal¨ªptica de una tierra desolada, invent¨¢ndose geograf¨ªa y vestuario, buscando en la textura de una fotograf¨ªa muy contrastada, que lo llena todo de lamparones y convierte la lluvia en una maldici¨®n que resbala en los rostros de los personajes, un clima de miseria y desesperaci¨®n que conecta con una idea abstracta pero potente de c¨®mo era el paisaje f¨ªsico, humano y moral en la Edad Media en una regi¨®n tan dura como la de las monta?as que separan Escocia de Inglaterra.
Navigator
Director: Vincent Ward. Int¨¦rpretes: Bruce Lyons, Harnish McFarlane, Chris Haywood, Marshall Napier, Paul Livingston, No8l Appleby. Gui¨®n: V. Ward, Kely Lyons y Geoff Chapple. M¨²sica: Davood A. Tabrizzi. Fotograf¨ªa: Geoffrey Simpson. Decorados: Sally Campbell. Neozelandesa, 1988. T¨ªtulo original: The navigator: a medieval odyssey. Estreno en Madrid: cines Proyecciones, Vaguada e Ideal (versi¨®n original subtitulada).
Ward es neozeland¨¦s e idea c¨®mo viv¨ªan sus ant¨ªpodas. A continuaci¨®n quiere que ellos le rindan visita y nos propone Auckland a trav¨¦s de los ojos alucinados de un grupito de reci¨¦n llegados del siglo XIV Cuando salen del t¨²nel por el que atraviesan la tierra, esos tr¨¢nsfugas que quieren salvarse y salvar Cumbria de la peste negra aparecen al borde de una autopista, de noche. Y su terror acaba siendo el nuestro, porque la c¨¢mara me dievaliza autom¨®viles, trenes o altos hornos.
La propuesta m¨ªstica de Navigator puede leerse como una met¨¢fora sobre el sida. Si la peste se curaba yendo hacia el futuro en un acto de fe que exig¨ªa sacrificios, el sida ha de afrontarse buscando en el pasado los valores religiosos y de irracionalidad perdidos. Es una lectura posible, pero empobrece mucho la pel¨ªcula.
F¨¢bula
Cualquier intento de reducir el filme a una retah¨ªla de palabras ordenada de forma coherente, convierte Navigator en una f¨¢bula que es mejor considerar ingenua para no emplear calificativos groseros.Pero si el espectador se deja llevar por las im¨¢genes, por su poder de evocaci¨®n o transformaci¨®n, entonces el viaje puede ser otro distinto, ir m¨¢s all¨¢ de ese polvoriento mensaje en favor de la fe y la castidad, de cualquier consideraci¨®n sobre los ritos expiatorios que hay que cumplir para obtener el perd¨®n de los pecados. Otra cosa ser¨ªa considerar hasta qu¨¦ punto una experiencia pl¨¢stica, en el campo del cine narrativo, puede imponerse a las formas cl¨¢sicas de producci¨®n de sentido.La vertiente novelesca o teatral tiene sus exigencias y Ward procura respetarlas, apuesta por Dios y por el diablo, nos proporciona una peque?a estructura argumental apoyada en grandes palabras y quiere que la imagen pura rellene de sentido el vac¨ªo que hay que cruzar para ir de la una a la otra. Y la verdad es que, a pesar de no conseguirlo, Navigator contiene im¨¢genes potentes y chispazos de gran belleza.
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