La apuesta cient¨ªfica espa?ola
?Debe considerarse la investigaci¨®n cient¨ªfica como una actividad absolutamente desinteresada, sin programaci¨®n o condicionamiento alguno, o debe, por el contrario, exigirse a los investigadores que dediquen su actividad a aquellos problemas de cuya soluci¨®n depende el bienestar de nuestro entorno? No es infrecuente actualmente encontrar fogosos partidarios de una u otra opci¨®n del para m¨ª falso dilema. Falso en cuanto no existe en este momento pais alguno donde la pol¨ªtica cient¨ªfica no acuda a un modelo mixto en el que las dos opciones anteriores est¨¦n cuidadosamente contrapesadas. Baste recordar, como casos opuestos y paradigm¨¢ticos, el dirigismo del presupuesto de I+D de Defensa en Estados Unidos o el nuevo programa Frontera Humana de investigaci¨®n b¨¢sica en biolog¨ªa de Jap¨®n.Tambi¨¦n la pol¨ªtica cient¨ªfica en Espa?a sigue el mencionado 'modelo mixto. Podr¨ªamos afirmar que se trata de un delicado balance entre los dos sumandos de la siguiente ecuaci¨®n:
Pol¨ªtica cient¨ªfica = calidad + oportunidad.
Aumentar la calidad de la ciencia espa?ola ha sido un objetivo fundamental de nuestra pol¨ªtica cient¨ªfica a lo largo de la d¨¦cada de los ochenta. Calidad que debe estar contrastada a nivel internacional. Creo que es justo reconocer aqu¨ª el enorme esfuerzo realizado por los investigadores espa?oles en su prop¨®sito de alcanzar un lugar bajo el sol en la muy competitiva arena de la comunidad cient¨ªfica internacional. Junto a logros puntuales llamativos, como el hecho de que en el periodo 1987-1988 entre los 100 art¨ªculos m¨¢s citados en f¨ªsica de altas energ¨ªas cinco fuesen espa?oles, o que durante alg¨²n tiempo se lograse hacer crecer en laboratorios espa?oles un tipo de cristal que significaba el r¨¦cord de temperatura en superconductividad, disponemos hoy de datos comparados de la productividad cient¨ªfica de nuestro pa¨ªs frente a los m¨¢s desarrollados de su entorno (v¨¦ase EL PA?S de 23 de noviembre de 1989) que, con la eterna terquedad de las cifras, muestran inequ¨ªvocamente el signo ascendente de la ciencia espa?ola. As¨ª lo reconoce la revista Scientific Europe (abril de 1990), que ya coloca a Espa?a en el duod¨¦cimo lugar de la clasificaci¨®n cient¨ªfica internacional. El fomento de la calidad investigadora en cualquier campo, desde las humanidades hasta los agujeros negros, es el objetivo fundamental del denominado Programa de Promoci¨®n General del Conocimiento, a su vez intr¨ªnsecamente relacionado con la formaci¨®n de personal investigador y el despertar de nuevas vocaciones cient¨ªficas.
Calidad y cantidad
Un reciente art¨ªculo (el PAIS de 11 de julio de 1990) planteaba una dudosa contraposici¨®n entre calidad y cantidad para la actividad cient¨ªfica en Espa?a. Contraposici¨®n que dif¨ªcilmente aceptar¨ªan nuestros conciudadanos en otros ¨¢mbitos bien conocidos, como la m¨²sica en Alemania, la cocina en Francia o el f¨²tbol en Brasil. Las puntas de calidad, que sin duda deben reconocerse e impulsarse, dif¨ªcilmente pueden florecer si no existe una masa, cr¨ªtica reconocible. Por otra parte, ha habido por parte de los responsables pol¨ªticos mensajes inequ¨ªvocos a favor de la calidad: a t¨ªtulo de ejemplo, se puede indicar la reciente normativa sobre retribuciones del profesorado universitario y de los investigadores del CSIC basada en una evaluaci¨®n de su investigaci¨®n. Para tal evaluaci¨®n se requiere de los solicitantes un examen cr¨ªtico de su propia producci¨®n, ya que se limita a un m¨¢ximo de cinco el n¨²mero de trabajos cient¨ªficos que pueden presentarse en cada periodo de seis a?os. ?nfasis, pues, en la calidad, no en la cantidad.
El segundo sumando de la ecuaci¨®n del segundo p¨¢rrafo es de extraordinaria importancia. La palabra oportunidad va unida a la definici¨®n de prioridades cient¨ªfico-t¨¦cnicas y constituye el n¨²cleo central del Plan Nacional de I+D aprobado por el Gobierno en 1987. El establecimiento de estas prioridades de actuaci¨®n permite concentrar los nuevos recursos que se han generado a partir de la aparici¨®n del plan en aquellas ¨¢reas cuyo,desarrollo permita una mejora sustancial en dos grandes objetivos: aumento de la competitividad de nuestras empresas y mejora de la calidad de vida de nuestros ciudadanos. Los denominados programas nacionales del plan se concentran sobre estas prioridades.
En relaci¨®n con el primer objetivo, la Comisi¨®n Interministerial de Ciencia y Tecnolog¨ªa (CICYT) se ha planteado una pregunta fundamental, a saber: ?qu¨¦ pueden ofrecer las administraciones p¨²blicas a las empresas para mejorar su capacidad cient¨ªfica y tecnol¨®gica? La respuesta a la pregunta anterior es triple. En, primer lugar, las administraciones p¨²blicas deben proporcionar a las empresas personal bien formado en actividades de I+D. Esta res ponsabilidad ata?e, por una parte, a la coordinaci¨®n a trav¨¦s del Consejo de Universidades del contenido de las titulaciones universitarias, pero tambi¨¦n a la formaci¨®n expl¨ªcita en actividades creativas de I+D. El Pro grama de Formaci¨®n de Personal Investigador, prioritario entre los prioritarios del plan, tiende a formar personal cualificado que permita ir disminuyendo la distancia que nos se para de los pa¨ªses de nuestro entorno en n¨²mero de investigadores por habitante. En segundo lugar, debe impulsarse con especial empe?o en universidades y centros de investigaci¨®n p¨²blicos, tales como los del CSIC y otros OPI, la investigaci¨®n en aquellas ¨¢reas que pueden servir de potencial apoyo a los desarrollos tecnol¨®gicos de las empresas. La aprobaci¨®n de programas nacionales de rob¨® tica, nuevos materiales, biotecnolog¨ªa, tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y de las comunicaciones, etc¨¦tera, est¨¢ permitiendo un aumento r¨¢pido de la actividad de I+D en estos campos en nuestros centros de investiga ci¨®n, con las consiguientes ven tajas para las empresas a la hora de conseguir asesor¨ªas de expertos y trabajos cooperativos. En tercer lugar, deben potenciarse acciones de tipo riesgo compartido entre la Administraci¨®n y las empresas. Los proyectos concertados industrias OPI y los proyectos industriales del CDTI constituyen v¨ªas bien contrastadas para la realizaci¨®n de proyectos cooperativos de este tipo. Conviene subrayar que todos los programas nacionales que configuran el plan contienen los tres ingredientes anteriores bajo las figuras de becas de formaci¨®n de personal, proyectos de investigaci¨®n y proyectos concertados de I+D con empresas.
Quisiera terminar recordando el largo camino que nos queda todav¨ªa por recorrer en materia de I+D. Por el lado de la investigaci¨®n m¨¢s fundamental, impulsando y cuidando especialmente a los grupos m¨¢s competitivos, facilit¨¢ndoles al m¨¢ximo la gesti¨®n de los recursos e incentiv¨¢ndolos a abandonar v¨ªas trilladas, aunque sean a¨²n interesantes, y buscar l¨ªneas de riesgo rompedoras. En materia de investigaci¨®n aplicada y desarrollo tecnol¨®gico, fomentando las relaciones entre universidades y centros de investigaci¨®n p¨²blicos con empresas. Este es un viejo problema cuyo ¨¢mbito desborda con mucho el de nuestras fronteras y al que se est¨¢n buscando soluciones imaginativas en distintos pa¨ªses. La creaci¨®n de la red de Organismos de Transferencia de Resultados de la Investigaci¨®n (OTRIS) y programas tales como el PETRI, que permite transformar un descubrimiento cient¨ªfico en algo capaz de interesar a una industria, constituyen iniciativas propias importantes que ya han rendido frutos, pero que deberemos impulsar y desarrollar en el futuro. En resumen, cooperaci¨®n y definici¨®n conjunta de objetivos entre los tres pilares b¨¢sicos de nuestro sistema de I+D: las universidades, los centros p¨²blicos de investigaci¨®n y las empresas.
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