La comodidad del uso de las armas

Las reacciones internacionales que han surgido durante la primera semana de la invasi¨®n iraqu¨ª parecen mostrar una notable desconfianza de la comunidad internacional en el uso del boicoteo econ¨®mico como instrumento de disuasi¨®n. Aunque el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas impuso el pasado lunes un embargo total al comercio mundial con Irak, se han o¨ªdo ya muchas voces alertando sobre los riesgos o la ineficacia de una medida de este tipo, aduciendo que nunca un embargo ha sido determinante para cambiar una situaci¨®n, al menos a corto plazo.Sin embargo, y a diferencia de Sur¨¢frica, Irak es un pa¨ªs muy vulnerable al aislamiento comercial, pues depende totalmente de la exportaci¨®n del petr¨®leo. Sin la venta del crudo, Irak no podr¨ªa sobrevivir, se ahogar¨ªa. Por contra, los consumidores del petr¨®leo iraqu¨ª o kuwait¨ª, esto es, los pa¨ªses industrializados (CE, Estados Unidos y Jap¨®n) s¨®lo ver¨ªan disminuir sus compras petroleras en un m¨¢ximo del 11%, que es lo que actualmente adquieren a estos dos pa¨ªses. ?Es esto soportable?

No lo es, evidentemente, si no se est¨¢ en disposici¨®n de ahorrar un 10% o un 15% del consumo energ¨¦tico de estos pa¨ªses. Un ciudadano norteamericano consume anualmente una energ¨ªa equivalente a 7.200 kilogramos equivalentes en petr¨®leo (kep), el doble que un franc¨¦s o un japon¨¦s y casi el cu¨¢druple que un espa?ol. Los pa¨ªses industrializados gastan por habitante, como media, 16 veces m¨¢s energ¨ªa que los pobladores de pa¨ªses de bajos ingresos, incluyendo a China e India, e incluso hay pa¨ªses que tienen un consumo de energ¨ªa por habitante de menos de 50 kep, 40 veces inferior al consumo espa?ol. Es en esta disparidad del reparto energ¨¦tico donde reside la respuesta a la cuesti¨®n anterior. Si cada norteamericano gastara la misma energ¨ªa que cada franc¨¦s o japon¨¦s, el mundo ahorrar¨ªa una cantidad de energ¨ªa superior al consumo de la mitad de la humanidad, justamente la que reside en los pa¨ªses m¨¢s pobres. Pero se tendr¨ªan que tomar medidas de ahorro costosas algunas veces para las industrias e impopulares otras veces para el gran p¨²blico.

Es m¨¢s c¨®modo, por consiguiente, mantener los niveles de sobreconsumo actuales y garantizar militarmente la recepci¨®n del petr¨®leo desde los pozos de origen. Nos va nuestro modelo de vida-consumo, algo que para algunos es lo suficientemente importante como para ser defendido por las armas, aunque ello comporte el riesgo de entrar en un proceso de escala b¨¦lica de consecuencias probablemente catastr¨®ficas para muchos seres humanos. Es m¨¢s c¨®modo apelar a la protecci¨®n militar de nuestro guardi¨¢n m¨¢s armado que actuar civilizadamente, sin recurrir a la fuerza de las armas y sin entrar en la espiral de la disuasi¨®n militar. El derroche energ¨¦tico de algunos as¨ª lo ha impuesto para desgracia de todos.