Los ocupantes del piso de El Naranjo dicen que no trafican con drogas ni amenazan a los vecinos
Los cuatro j¨®venes que comparten el piso 2? D del n¨²mero 3 del paseo de Santiago de Compostela son toxic¨®manos, pero afirman no vender drogas ni tener nada que ver con el lanzamiento de una botella con gasolina inflamada el pasado fin de semana. Este incidente, que se produjo en el portal n¨²mero 1 de la misma calle, agudiz¨® las protestas de los vecinos. Los j¨®venes aseguran que no han amenazado a nadie y que son objeto de coacciones y amenazas indiscriminadas.
Pedro de la Rubia es el marido de Amparo Rodr¨ªguez, detenida anteayer cuando se dirig¨ªa al juzgado de Fuenlabrada. Pedro explica que entraron a su actual vivienda en agosto de 1989: "Cuando mi suegro nos ech¨® del piso en que viv¨ªamos. Al entrar aqu¨ª limpiamos la casa, pues todo estaba lleno de mierda, la pintamos y pusimos la luz. Algunos vecinos nos apoyaron entonces y siguen estando a nuestro favor"."Otros vecinos", prosigue Pedro, "dec¨ªan que ten¨ªamos mal alimentadas y sin vestir a Noeni y Ana, nuestras dos hijas de 4 y 3 a?os, hasta conseguir que en marzo nos las quitaran". De acuerdo a su versi¨®n: "Nos enga?aron. Al llev¨¢rselas a un colegio interno, nos dijeron que podr¨ªamos estar con ellas los fines de semana, y s¨®lo nos dejan verlas una hora a la semana".
Fernanda, la otra joven que vive en el piso, no tiene reparos en reconocer que ella y Amparo hacen la calle en Madrid: "?C¨®mo, si no, te puedes ganar la vida, estando fichada por haberte detenido con una papelina, como es mi caso, sin haber podido estudiar porque mis padres no ten¨ªan pelas?". Ra¨²l, el cuarto inquilino de la vivienda, cobra el paro. Pedro, operado del h¨ªgado varias veces, hace encuestas: "No quise la invalidez permanente; prefiero poder trabajar de vez en cuando", asegura. Pedro afirma que consumen menos dosis diaria de droga y que tramitan su ingreso en un centro de rehabilitaci¨®n.
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