Expropiados con guayabera

Una peleona avanzadilla de 24 vecinos de Cerro Belmonte disfruta en Cuba de los mimos de Fidel Castro y de su Gobierno, y alguno de los residentes del barrio madrile?o amenazado con la expropiaci¨®n viven sus primeras vacaciones en el extranjero. Mar¨ªa Querol, de 65 a?os, enardecida por el recibimiento, las atenciones y el propio convencimiento, proclamaba ayer su disposici¨®n a emular la gesta de Agustina de Arag¨®n e inmolarse antes que ceder a las pretensiones del Ayuntamiento de Madrid.

El presidente cubano, que el jueves envi¨® al aeropuerto a su ayudante personal y secretario del Consejo de Estado, Jos¨¦ Miyar Barrueco, obsequi¨® a los visitantes con una guayabera, para ellos, y un vestido isle?o para ellas. Sandra, de 10 a?os, recibi¨® una mu?eca y una camiseta con el eslogan: "Para hacer las cosas bien hay que estudiar". El grupo espa?ol, en el previsto encuentro con Castro, que ma?ana, cumple a?os, le entregar¨¢ una bandeja, una placa dedicada a "su amabilidad y hospitalidad" y un platillo de oro con el escudo de Madrid.El aterrizaje en La Habana de la delegaci¨®n en armas, integrada en su mayor parte por matrimonios de jubilados, ha despertado un gran inter¨¦s informativo, y la prensa cubana sigue paso a paso el programa de actividades. El diario Granma, ¨®rgano oficial del Partido Comunista Cubano, inform¨® sobre el arribo en primera p¨¢gina, pero otros comentaristas radiof¨®nicos han insistido en su espanto ante sistemas capitalistas que permiten medidas como las acordadas por el Ayuntamiento de la capital espa?ola.

La primera deferencia de las autoridades cubanas para con los viajeros de Belmonte se produjo en la terminal a¨¦rea Jos¨¦ Mart¨ª, donde los turistas m¨¢s comprensivos con la revoluci¨®n han acabado enemist¨¢ndose con Cuba y pidiendo grilletes para los responsables de los escandalosos retrasos en la retirada de equipaje y tramitaci¨®n aduanera. Los vecinos del barrio, escoltados por sol¨ªcitos funcionarios, pasaron directamente a los salones reservados para las autoridades y visitantes ilustres. All¨ª efectuaron tambi¨¦n su primera declaraci¨®n.

"Cuando recibimos la noticia de que ten¨ªamos visado para viajar a Cuba fue como una fiesta. La gente estaba como loca de contento. Incluso cuando ven¨ªamos en el avi¨®n, uno de ellos me dec¨ªa: 'Pell¨ªzcame porque no puede ser", manifest¨® la letrada, quien subrayaba a los cubanos la raz¨®n de su cruzada: "Que ustedes nos apoyen", dijo, "cuando en Espa?a no nos hacen ni caso".

"Hija m¨ªa, yo tengo una alegr¨ªa inmensa porque, la verdad, no esper¨¢bamos venir. Le dar¨ªa un beso a Fidel Castro como si fuera mi padre", terci¨® despu¨¦s una vecina de 66 a?os, que no escatimaba expresividad en su agradecimiento (al d¨ªa siguiente un funcionario comunic¨® a la admiradora del gobernante que ¨¦ste manifest¨® que hubiera preferido ser comparado con un hermano). "Yo de Cuba s¨®lo conoc¨ªa a Fidel Castro", agrega otra joven combatiente de Belmonte. "Mi padre, desde chiquitita, siempre me hablaba de ¨¦l. ?Ay, yo vengo a verle! ?Quiero una foto con ¨¦l!", exclama con un entusiasmado moh¨ªn.

Nadie se piensa quedar en Cuba: "Ya somos muy mayores y tenemos nuestros hijos en Espa?a", pero todos insistieron en el magn¨ªfico trato dispensado por el Gobierno cubano, beneficiado por una iniciativa de evidente rentabilidad pol¨ªtica y f¨¢cil consumo interno.