Sin noticias de Gurb
D¨ªa 21 (continuaci¨®n)11.40 En la habitaci¨®n 602 encuentro a la se?ora Mercedes muy mejorada de aspecto con respecto al d¨ªa de ayer. El se?or Joaqu¨ªn parece haber recobrado el optimismo. Al verme, sin embargo, el se?or Joaqu¨ªn frunce el ce?o. Me dice que, pase lo que pase, puedo contar con ¨¦l; que tanto ¨¦l como su esposa, la se?ora Mercedes, me profesan sincero afecto y que ambos est¨¢n convencidos de que, en el fondo, soy una buena persona, aunque a veces cometa locuras. Despu¨¦s de todo, dice, ?qui¨¦n no tiene algo que reprocharse? Como no s¨¦ qu¨¦ responder a sus palabras, le hago entrega del regalo que le tra¨ªa a la se?ora Mercedes (una m¨¢scara mortuoria de Oliver Hardy) y me dirijo a la puerta de la habitaci¨®n con el prop¨®sito de salir por ella. Antes de hacerlo, la se?ora Mercedes me llama. Acudo. Me arrodillo a los pies de la cama y ella me besa la frente mientras gruesas l¨¢grimas surcan sus mejillas p¨¢lidas y arrugadas. Parecemos Ciencia y Caridad II.
11.59 Salgo de nuevo a la calle. Unos ni?os me arrojan bosta de hipop¨®tamo que han ido a buscar expresamente al zoo para la ocasi¨®n. Y yo sin desayunar.
12.30 Como ning¨²n taxi se para por m¨¢s que haga aspavientos, llego a casa reventado de andar. No hay duda de que soy un r¨¦probo, pero todav¨ªa ignoro qu¨¦ he hecho para merecer la repulsa general. El churrero no ha querido despacharme y hasta Prenafeta me ha negado el saludo.
12.35 Entro en mi piso. Los operarios se han ido, pero han dejado instalado el jacuzzi, una sauna, una pista de baile, una piscina climatizada, dos barras americanas, un nautilus, una sala de juego y un fumadero de opio. ?Y todo en un piso de 60 metros cuadrados!
11.45 Me siento en el trampol¨ªn a reflexionar sobre lo que est¨¢ pasando. O hay una conspiraci¨®n contra m¨ª en la que participan todos los habitantes de esta distinguida ciudad, o yo act¨²o de una manera reprensible sin tener conciencia de ello. Puesto que lo primero es inimaginable, debo inclinarme por lo segundo. En tal caso, y en vista de la rectitud con que siempre he sabido conducirme, debo inferir que existe en la Tierra un miasma que me afecta. O, por lo menos, en Barcelona. Quiz¨¢ deber¨ªa irme a Huesca, a ver que tal me porto all¨ª. Tambi¨¦n es posible que se me est¨¦n apolillando los circuitos.
12.30 Un susurro me saca de mi abstracci¨®n. Alguien ha deslizado un sobre por debajo de la puerta. El sobre no lleva remitente. Dentro hay una sola hoja impresa, cuyo contenido es del siguiente tenor literal:
Hola, titi ?Quieres pasarlo chupi guay?
Pues, s¨ª eres solvente, ven a vernos.
M¨¢ximo confort y discreci¨®n.
Ambiente selecto. Venta y alquiler de v¨ªdeos.
Carretera de Pedralbes, s/n (a 5 minutos de Up & Down).
12.45 Releo el mensaje una y otra vez. No s¨¦ qui¨¦n me lo env¨ªa, pero estoy convencido de que aqu¨ª se encuentra la clave del misterio. Tampoco me cabe duda respecto de lo que debo hacer.
13.05 Comienzo los ejercicios de preparaci¨®n f¨ªsica y espiritual a que debe someterse todo guerrero espacial antes del combate. Postura del tigre: arqueo la espalda, flexiono las piernas, hincho el t¨®rax, doblo los brazos. ?M¨²sculos de acero!
13.06 Pinzamiento.
13.24 Bien untado de linimento Sloan, prosigo la preparaci¨®n f¨ªsica y espiritual a que debe someterse todo guerrero espacial antes del combate. Pongo la mente en blanco.
15.50 Vaya por Dios, me he dormido como un ceporro. Decido dar por concluida la preparaci¨®n f¨ªsica y espiritual a que debe someterse todo guerrero espacial antes del combate, Recaliento los churros que me sobraron anteayer y me los como mir¨¢ndome fijamente al espejo.
16.30 Para introducirme en los ambientes a los que llevan mis pasos (y mi voluntad inquebrantable), decido adoptar la apariencia de Gilbert B¨¦caud vestido de ninja. Salgo a la calle sembrando admiraci¨®n y espanto.
17.00 Con fines did¨¢cticos, me meto en un multicine a ver la ¨²ltima pel¨ªcula de Arnold Schwarzenegger. Me sorprende (con agrado) advertir que la pel¨ªcula ha sido financiada por la Generalitat de Catalunya y que transcurre ¨ªntegramente en Sant Lloren? de Morunys. No excluyo la posibilidad de que me haya equivocado de sala.
19.00 Salgo del cine. Me dirijo a una tienda de autom¨®viles. Al vendedor que me atiende le explico lo que busco, a saber, un Aston Martin blanco, dotado de un mecanismo adicional, mediante el cual el veh¨ªculo suelta una andanada de tachuelas por la parte posterior, evitando as¨ª que los perseguidores (del veh¨ªculo) le den alcance (a ¨¦ste). El vendedor me responde que el modelo que busco est¨¢ pedido, pero a¨²n no ha llegado. Por el mismo precio me vende un Seat 850 furgoneta, que tambi¨¦n anda echando tornillos y roscas por el tubo de escape.
20.04 En la calle Tuset me cruzo con el vi¨¢tico. Lo acompa?o tres manzanas entonando el pange lingua.
21.00 Listo para entrar en acci¨®n. Me siento al volante. Cintur¨®n de seguridad. Casco. Gafas oscuras de Jean-Pierre Gaultier. Foulard de Gianfranco Ferr¨¦. Cassette de Prince. Pegatinas de Marlboro. Y... ?rumble! ?rumble!
21.05 La Diagonal cortada obras. Desv¨ªo hacia Molins de Rey.
21.20 Acceso a Molins de Rey cortado por obras. Desv¨ªo hacia la autopista de Tarragona.
22.20 Visito el Arco de Bar¨¢, la Torre de los Escipiones, el Museo Arqueol¨®gico y la Catedral (bello retablo de Llu¨ªs Borrass¨¢).
23.00 Emprendo el regreso v¨ªa Teruel y Soria.
01.40 Detengo el coche ante una discreta puerta met¨¢lica protegida por dos empleados de una agencia privada de seguridad, dos guardias civiles, dos mossos d'esquadra, dos geos, dos representantes de ICONA y un destacamento de la divisi¨®n acorazada Brunete. Se echa de ver que el local es exclusivo (y excluyente).
01.41 Lanzo al aire las llaves del coche, que son recogidas h¨¢bilmente por el aparcador.
01.42 El portero me indica por se?as que le muestre el carnet. Le muestro el DNI, el carnet de conducir, el de la Biblioteca de Catalunya, el del v¨ªdeo-club de la calle Vergara y el de las congregaciones marianas. Ninguno sirve.
01.43 El aparcador me devuelve las llaves del coche y se excusa diciendo que s¨®lo les tiene tomadas las medidas a los BMW y que si aparca el m¨ªo, teme abollar la acera con los faros.
01.44 En vista de los obst¨¢culos, decido abandonar la empresa. Me subo al coche y emprendo la retirada.
0 1. 46 Me viene a la mente el recuerdo de James Bond, que m¨¢s persist¨ªa cuanta m¨¢s ca?a le daban. Idem Mar¨ªa Goretti. Me averg¨¹enzo de mi laxitud. Clavo el freno. Pierdo el c¨¢rter, el cig¨¹e?al, el chasis y un letrero gracios¨ªsirno que dec¨ªa:
I MI SUEGRA
01.50 Regreso al local oculto en las sombras. Llevo entre los dientes un cuchillo del ej¨¦rcito suizo. Me doy miedo a m¨ª mismo.
01.55 Localizo sin dificultad la rejilla que cierra la instalaci¨®n de aire acondicionado del local. La abro con ayuda de mi cuchillo, que dispone de destornillador, abrelatas, sacacorchos, sierra y media docena de bigud¨ªs de campa?a (qui¨¦n lo iba a decir, con lo serios que parecen los suizos).
02.00 Me introduzco en el conducto del aire acondicionado. ?Qu¨¦ aventi!
02.20 Llevo veinte minutos reptando por estos tubos asquerosos sin encontrar ninguna salida. Si encontrara al menos el boquete por el que he entrado me iba a casa, y a James Bond que le fr¨ªan un parag¨¹as.
03.00 Sigo reptando por los tubos. Yo debo llevar hechos varios kil¨®metros. El fr¨ªo es intens¨ªsimo, porque los ejecutivos de verdad siempre tienen mucho calor y exigen aire acondicionado a tope all¨ª donde est¨¦n y en todas las ¨¦pocas del a?o. Tambi¨¦n reina una oscuridad absoluta, pero esto me importa menos, porque puedo ver en la oscuridad, lo que supone un ahorro importante cada mes. Esta capacidad, adem¨¢s, me permite sortear los obst¨¢culos que voy encontrando en el camino: ratas, desperdicios industriales, pedruscos y cad¨¢veres. Los cad¨¢veres presentan s¨ªntomas claros de congelaci¨®n. Despu¨¦s de un somero examen, llego a la conclusi¨®n de que estos cuerpos pertenecieron en vida a ejecutivos de medio pelo que, habi¨¦ndoles sido negada la entrada en el local por la puerta grande, han tratado de acceder a ¨¦l por el mismo camino que yo estoy empleando ahora.
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