La anemia norteamericana
Ca¨ªda de la demanda, escaso crecimiento del PNB y d¨¦ficit presupuestario ahogan, a EE UU
La econom¨ªa estadounidense est¨¢ an¨¦mica. Su enfermedad, que la crisis del Golfo no ayudar¨¢ a curar, se hab¨ªa hecho presente ya antes del conflicto en Oriente Pr¨®ximo, cuando los indicadores macroecon¨®micos para el segundo semestre del a?o pusieron de manifiesto los primeros s¨ªntomas. La ca¨ªda de la demanda interior y el escaso crecimiento del producto nacional bruto (PNB), junto con la dificultad de financiaci¨®n del d¨¦ficit presupuestario, tienen en vilo a inversores y economistas y ponen en tela de juicio la pol¨ªtica restrictiva de la Reserva Federal.
La amenaza inflacionista a que se enfrenta el mundo occidental desde que Irak invadiera Kuwait la madrugada del pasado 3 de agosto adquiere en EstadosUnidos caracteres realmente preocupantes. Es como si Sadam Husein hubiera decidido sorprender a su enemigo occidental cuando m¨¢s d¨¦bil se encuentra. La invasi¨®n ten¨ªa lugar en el momento en que en EEUU se debat¨ªa la posibilidad de un giro en la pol¨ªtica monetaria para favorecer la expansi¨®n econ¨®mica mediante una reducci¨®n en los tipos d inter¨¦s y un abandono parcial de la lucha contra la inflaci¨®n Pero el incremento de los precios del petr¨®leo en los merca dos internacionales -un 40% en s¨®lo dos semanas- empeora las perspectivas inflacionistas y dificulta la relajaci¨®n d los tipos de inter¨¦s para hace frente al estado casi recesivo de la econom¨ªa estadounidense.
El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, tiene que hacer frente a un indeseable dilema: recesi¨®n o inflaci¨®n. ?Cu¨¢nto m¨¢s caer¨¢ la econom¨ªa si siguen aumentando los precios del petr¨®leo? Y si se rebajan los tipos para favorecer expansi¨®n, ?cu¨¢nto se disparar¨¢ la inflaci¨®n?
Recesi¨®n
Pese a que para diagnosticar t¨¦cnicamente una recesi¨®n la actividad econ¨®mica tiene que registrar un crecimiento negativo durante un periodo de seis meses, todos los agentes econ¨®micos de Estados Unidos coinciden en que la econom¨ªa del pa¨ªs se encuentra aquejada de parecido mal. Y no les faltan datos: un crecimiento de la tasa anual del PNB de tan s¨®lo un 1,2% durante el segundo semestre, el descenso en un 1,5% de la demanda final, un aumento de casi medio punto en el ¨ªndice de precios al consumo, una tasa de desempleo cercana al 6% (similar a la de 1982), junto a la acuciante crisis de industrias claves no dan muchas razones para el optimismo. Si a todo ello se suma la presi¨®n inflacionista, producto del conflicto del Golfo, y la dificultosa financiaci¨®n de un d¨¦ficit presupuestario de 170.000 millones de d¨®lares, resulta pr¨¢cticamente inevitable pronosticar un estancamiento econ¨®mico acompa?ado de inflaci¨®n (estanflaci¨®n), caracter¨ªstico en la crisis de 1981-1982.
Los sectores afectados por la ca¨ªda de la demanda -inmobiliario, acero, automoci¨®n, transporte a¨¦reo y banca- son industrias claves para la econom¨ªa estadounidense y representan una parte fundamental del PNB. Las empresas inmobiliarias, las que peores resultados han tenido durante el primer semestre de este a?o, han obtenido tambi¨¦n los beneficios m¨¢s bajos desde hace ocho a?os. Pero es que, adem¨¢s, el aumento en los tipos de inter¨¦s de los cr¨¦ditos hipotecarios por el temor a la inflaci¨®n va a precipitar la ca¨ªda del sector. La construcci¨®n -fiel reflejo del crecimiento econ¨®mico- ha ca¨ªdo un 19,4% por sexto mes consecutivo, y ello sit¨²a la actividad constructora al peor nivel desde inicios de los ochenta.
La banca se ha visto gravemente afectada por este declive en el sector de la edificaci¨®n y por el fracaso de la financiaci¨®n de deuda a trav¨¦s de bonos basura. Y el sector del autom¨®vil tambi¨¦n ha visto reducidos sus ingresos. En el segundo trimestre, los tres grandes han disminuido su facturaci¨®n: Chrysler, en un 46% Ford, en un 45%, y General Motors, en algo menos, el 38%. Las ventas del transporte a¨¦reo han ca¨ªdo un 52%, y las del acero, un 69%. El ¨²nico sector que se salva de la tendencia depresiva es el de servicios, que creci¨® un 5,5%.
El empleo tambi¨¦n ha acusado la situaci¨®n. La tasa de paro se acerca ya al 6% y no parar¨¢ de crecer si los costes siguen al alza y adem¨¢s se acrecienta la inflaci¨®n.
Si las cosas no mejoran, y finalmente hay recesi¨®n, el d¨¦ficit presupuestario, que tanto atormenta a la Administraci¨®n desde mediados de los ochenta, y sin duda el peor legado de Reagan, ser¨ªa pr¨¢cticamente imposible de financiar. Y la crisis del Golfo no va a colaborar en una pronta soluci¨®n. El propio secretario del Tesoro norteamericano, Nicholas Brady, ha declarado que un aumento en los precios del petr¨®leo puede deprimir todav¨ªa m¨¢s la tasa de crecimiento y situarla incluso a cero a final del a?o. Ello tendr¨¢ sobre el d¨¦ficit un impacto sustancial.
Los analistas estiman que la incidencia en el d¨¦ficit del coste del mantenimiento de tropas en el Golfo junto con los gastos de defensa (calculados entre 3.500 y 5.300 millones de d¨®lares anuales) es menos significativo que el que tendr¨¢ la inflaci¨®n. Los nuevos precios del crudo incrementar¨¢n los costes de las compa?¨ªas, reducir¨¢n sus beneficios y, como consecuencia, caer¨¢ considerablemente la recaudaci¨®n de impuestos.
Dos de las medidas que se negociaban antes de la crisis -aumentar los impuestos sobre la energ¨ªa y recortar los gastos de defensa- son ahora impracticables, dadas las circunstancias. Si los precios del crudo se mantienen en torno a los 30 d¨®lares el barril, los economistas estadounidenses, y no precisamente los m¨¢s pesimistas, pronostican que el d¨¦ficit para el a?o 1991 puede aproximarse a los 230.000 millones de d¨®lares.
El sector del petr¨®leo, ¨²nico beneficiado
Los Estados de Luisiana, Oklahoma y Tejas, en medio de todo, pueden hasta estar contentos. Por lo menos a plazo corto se podr¨¢n beneficiar de la subida de los precios del crudo. El sector petrolero estadounidense abastece el 48% de la demanda interior, y el 52% restante se importa de otros pa¨ªses productores. La posible necesidad de incrementar la producci¨®n dom¨¦stica para suplir una posible escasez -700.000 barriles diarios de crudo procedentes de Irak y Kuwait- ha despertado esperanzas en las casi deficitarias compa?¨ªas petrol¨ªferas estadounidenses.Si embargo, la producci¨®n de petr¨®leo de EE UU ha ca¨ªdo de nueve a siete millones de barriles diarios en tan s¨®lo cinco a?os. La maquinaria no ha sido utilizada durante a?os, y de los 190.000 pozos que producen petr¨®leo en Tejas, 132.000 bombean menos de 10 barriles al d¨ªa. Representantes de estas compa?¨ªas estiman que s¨®lo una considerable subida de precios puede hacer rentable la explotaci¨®n de estos pozos y posible el resurgimiento del sector.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.