MICHEL
Jos¨¦ Miguel Gonz¨¢lez Mart¨ªn del Campo fue Michel¨ªn, un ni?o gordito aficionado al Atl¨¦tico de Madrid que no recuerda haber recibido de los Reyes Magos otra cosa que botas y balones de f¨²tbol. Cuando no estaba jugando con sus amigos estaba coleccionando cromos de los equipos de la ¨¦poca: "Me sab¨ªa los nombres de todos, so?aba con ser uno de ellos e iba a verles entrenar; ten¨ªa el mismo talento que cualquier ni?o, pero la ayuda de mi padre y la suerte me convirti¨® en lo que soy", explica el jugador cuya obsesi¨®n infantil, a¨²n ahora, a sus 27 a?os permanece y hace que se le considere como uno de los profesionales m¨¢s forofos del f¨²tbol y del club en el que milita.Su padre, trabajador de artes gr¨¢ficas, deseaba tener un hijo que fuera lo que ¨¦l no pudo ser, y le llevaba de un lado a otro a entrenar hasta que fue fichado para los infantiles del Real Madrid. Luego ya en la selecci¨®n sub-21, el fen¨®meno de la Ciudad de los ?ngeles lleg¨® a ganar 800.000 pesetas anuales de las de 1984. Seg¨²n explica la clave de su triunfo consisti¨® en subirse al tren cuando pas¨® por su lado, "aunque al principio tuviera que viajar de pie". Posteriormente entr¨® en el club de los 100 millones por temporada y se march¨® a un barrio de chal¨¦s adosados desde donde asegura seguir conectado con la gente del lugar donde creci¨®.
En una terraza de la Ciudad de los ?ngeles el jugador saluda con un abrazo a un antiguo compa?ero de juegos. De repente, su flamante Porsche rojo que acaba de aparcar a la puerta de la casa de sus padres pasa a toda velocidad por delante del bar ante el estupor de todos. Michel mantiene la calma y tranquiliza a los presentes: "Da igual, ma?ana me compr¨® otro". En realidad, el misterioso conductor no es otro que el camarero amigo del jugador, a quien ¨¦ste hab¨ªa ofrecido su coche para dar una vuelta. Con su falsa flema, Michel ha demostrado una vez m¨¢s el peculiar sentido del humor que le ha hecho famoso en los vestuarios de la selecci¨®n espa?ola y del Real Madrid.
"De m¨ª algunos dicen que soy vanidoso, susceptible, introvertido y chulo, ya ves t¨²", se lamenta Michel, pero mi barrio no me ha fallado ni en los momentos m¨¢s dificiles, aqu¨ª me quieren y no se dejan influir". Lo que si le ha fallado al madrile?o han sido los planes del Ministerio de Obras P¨²blicas, cuyas apisonadoras acaban de enterrar el campo de f¨²tbol donde el ni?o Michel consigui¨® sus primeros ¨¦xitos deportivos, y que en unos meses se convertir¨¢ en asfalto de la M-40. Otro campo de su infancia est¨¢ rodeado por seis canastas de baloncesto, un deporte cuyo auge le sorprende.
El clan de los adosados
Michel abandon¨® el barrio hace cuatro a?os y se march¨® a Las Rozas, donde, junto a Gordillo, Parra, Hierro y el reci¨¦n llegado Milla, forman el clan que lleva el nombre de la zona de adosados de Madrid.El futbolista del Real Madrid, que aprendi¨® a dar patadas al bal¨®n entre unos bloques de viviendas "muy humildes, llenos de gente muy trabajadora", en la Ciudad de los ?ngeles (Villaverde), tiene una pe?a que lleva el nombre de El Fen¨®meno, y considera que su nuevo barrio de Las Rozas "es como un Madrid peque?ito". Y decir eso es mucho porque para ¨¦l no hay otra ciudad como Madrid "es preciosa y nadie absolutamente nadie se siente extra?o. Me da igual que no tenga playa". Hasta le gustan los atascos que son "como un monumento m¨¢s que nos da que hablar. No hay otro sitio de Espa?a o el extranjero donde se viva mejor que aqu¨ª".
Tiene claras dos cosas: su ciudad favorita y su trabajo, que las defiende con la misma pasi¨®n. "Mi principal negocio est¨¢ en mis piernas, y no quiero pensar en otra cosa hasta que me flojeen", explica el futbolista cuyo excelente toque de bal¨®n con ambas piernas y centros en carrera le han hecho tan famoso como su mal perder.
Michel lee cuanto cae en sus manos y sabe perfectamente lo que se escribe y se dice de su club, de sus compa?eros y de ¨¦l, lo que le ha llevado a diversos enfrentamientos con la prensa, puesto que considera que nadie tiene derecho a hablar de otras caracter¨ªsticas personales que las puramente deportivas.
En el pasado Mundial fue muy criticado en el primer encuentro contra Uruguay, y en un arranque de rabia desconocido en ¨¦l hasta el momento consigui¨® tres goles en el siguiente, ante Corea. Algunos interpretaron tal reacci¨®n como un detalle de madurez.
Mientras ¨¦l da patadas al bal¨®n, sus compa?eros de juegos infantiles son economistas y abogados, "o sea, que el m¨¢s bruto de la compa?¨ªa soy yo", se r¨ªe Michel, que abandon¨® sus estudios al finalizar el BUP.
A pesar de lo que dice, seguro que ninguno de sus compa?eros de barrio tiene los admiradores dispuestos a que les firme en una hoja a la salida de cada entrenamiento ni a chicas esperando horas para verles. En la cabina telef¨®nica de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, las admiradoras de Michel le llaman guapo con unas letras de pintada cuyo tama?o es casi de pancarta: "Ll¨¢mame, te quiero", "Eres el m¨¢s guapo". El jugador se r¨ªe y asegura que nunca las hab¨ªa le¨ªdo. Sus dotes profesionales y personales han llevado a Ram¨®n Mendoza a decir de ¨¦l que le hubiera gustado "tenerlo como hijo", y en este orgullo coincide con el propio padre del futbolista, su mayor admirador y su m¨¢s fuerte apoyo. Su fama est¨¢ justificada. "Al fin y al cabo a m¨ª me piden m¨¢s autografos que al escritor V¨¢zquez Montalb¨¢n porque yo salgo m¨¢s en la tele".
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