Champa?a franc¨¦s en Puerto Ban¨²s
Rara vez el azar depara champa?a franc¨¦s, pero en Puerto Ban¨²s, embarcadero y centro deportivo y comercial a siete kil¨®metros de Marbella, puede ocurrir que un grupo de turistas sentados en la terraza de un restau rante hagan signos de fastidio ante un yate que trata de arrancar y suelta un humo dif¨ªcilmente combinable con el salm¨®n a la parrilla. Es entonces cuando el due?o del barco se da cuenta y se dirige a ellos con la prueba reparadora de su verg¨¹enza: una botella de M?et-Chandon.En el embarcadero se suceden los yates de postal, y la gente corriente se hace fotograf¨ªas de recuerdo mientras que los coches m¨¢s ostentosos, de matr¨ªcula nacional o extranjera -en los ¨²ltimos nueve a?os un concesionario de Marbella distribuy¨® 200 Rolls-Royce-, circulan con unos ocupantes menos satisfechos del bronceado que de la evidencia de su liquidez financiera.
"En Marbella", dicen los responsables de un local nocturno, "los relaciones p¨²blicas tenemos que pasar inadvertidos, y cualquier novedad no debe tener personalidad propia, sino estar al servicio del cliente, que es protagonista y clasista porque ¨¦l, o su pap¨¢, tiene 1.000 millones en el banco".
Pero frente al pijer¨ªo turbo, que atrae y se mezcla con el de medio pelo formando un ambiente irrespirable para cualquier persona sensible (sea lector de Kierkegaard o de las hermanas Bront?) que caiga por accidente en esas ¨®rbitas reducidas, llenan Marbella otros turistas con me nos v¨¢lvulas, clase med¨ªa o alta de origen hisp¨¢nico, brit¨¢nico o italiano, cuya pretensi¨®n no es tanto que el mundo se descubra a su paso como aprovechar las posibilidades que ofrece la zona.
A Pedro's Beach, por ejemplo, acude por la tarde la gente m¨¢s guapa de Puerto Ban¨²s, j¨®venes que entre vuelta y vuelta leen La hoguera de las vanidades o una biografia de Sid Vicious -el extremo y su opuesto de lo que representa Marbella-, o simplemente escuchan la m¨²sica que el tal Pedro's se ha preocupado de escoger con acierto.
Al atardecer, Puerto Ban¨²s se convierte en un paseo mar¨ªtimo variopinto y agradable, y las tiendas no cierran hasta pasada la medianoche y hay fot¨®grafos ambulantes que utilizan para su negocio cachorros de tigre, le¨®n o un chimpanc¨¦ vestido de sevillana. En una tienda se vende un producto s¨®lo por el cual el cutrelux merecer¨ªa incluirse entre las corrientes art¨ªsticas contempor¨¢neas: el bonsai de pl¨¢stico.
La ronda nocturna comienza en Puerto Ban¨²s en el Sinatra Bar y alrededores, y, para proseguirla, es necesario armarse de valor y adentrarse por la carretera que cruza la Costa del Sol, cuya se?alizaci¨®n entre Marbella y Estepona recuerda una pel¨ªcula neorreal¨ªsta, a lo que le a?ade vividez perros y gatos destripados por las cunetas.
La Notte es el lugar m¨¢s selecto. Su terraza y su bar forman parte del restaurante La Meridiana, y siempre hay aparcados a la puerta alg¨²n Rolls-Royce o Bentley. La fachada y el exterior parecen Marrakech, y el mobiliario -hierro y madera, nada es de pl¨¢stico- y el interior son art d¨¦co. Paolo Ghirelli ha puesto el local en manos de Menchu, una cl¨¢sica de la noche de Marbella, cuyo lema es la discreci¨®n -"o¨ªr, ver y callar"- y su breviario "el buen servicio, la simpat¨ªa, charlar con los clientes, recibir siempre con una palabra de bienvenida, estar muy pendiente y que todos se sientan queridos".
El siguiente paso, tras sortear los baches de la desidia municipal, conduce al club de Olivia Val¨¨re, que sucedi¨® hace cinco a?os a Regine en el local que ¨¦sta regentaba en el hotel Puente Romano. El secreto de Val¨¦re reside en que por detr¨¢s de su encanto franc¨¦s le s¨¢le una vena folcl¨®rica ligeramente vulgar. "Es capaz de interpretar en un local de sevillanas, sin inmutarse, una canci¨®n cuyo estribillo dice: 'A ver, a ver, a mover la colita; / si no la mueves, se te va a poner malita".
Su club tambi¨¦n es una mezcla en cuanto a clientela, y ella dice que 10 a?os de noche, con locales en Par¨ªs y Casablanca, visitas peri¨®dicas a Suram¨¦rica y tres discos grabados en su faceta de cantante, le han reportad un gran n¨²mero de amigos que van a visitarla a Marbella. "Y la gente atrae a la gente", dice.
La noche de la ciudad
Por su club pasan desde Sora a hasta el bailar¨ªn Antonio. Abunclan los ¨¢rabes y se ve con cierta frecuencia a Pablo Garc¨ªa Trevijano, conocido como playboy en la prensa del coraz¨®n, y que se queda muy desconcertado ante la pregunta de a qu¨¦ se dedica realmente. "Soy abogado, pero no ejerzo", responde el playboy.Oh Marbella! es la discoteca en la que termina para la mayor¨ªa de la gente la noche de la ciudad. Abierta entre julio y septiembre, el hotel Don Carlos cede los jardines de su playa y la discoteca se convierte en un gran espacio abierto y verde. Su director, Nacho Ponsetti, dice que se dirige a un p¨²blico de gente guapa, "no de famosos, sino de gente joven bien".
A esta ruta se a?aden otras, en las que aparece, por ejemplo, Espartaco Santoni, de 53 a?os, autor de un libro de memorias sobre las mujeres de su vida, entre ellas Carmen Cervera, con la que estuvo casado.
Seg¨²n explica satisfecho, se han vendido ya 100.000 ejemplares. Ahora, Santoni es copropietario y animador del club Pepe Moreno. Sin demasiado ¨¦xito, porque Marbella le ha dado la espalda, seg¨²n se dice por aqu¨ª, y no paga a indiscretos.
Los abstemios de los antiguos l¨ªos amorosos de Santoni cierran las noches de Marbella en Orlandos, un bar de madrugada, tirado y mezclado, que cierra a la hora en que la gente comienza a levantarse para ir, una ma?ana m¨¢s, a la playa.
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