A bordo del 'Santa Mar¨ªa'

El Gobierno espa?ol ha decidido, a semejanza de otros pa¨ªses occidentales, implicarse en la crisis del Golfo, e incluso ha solicitado el benepl¨¢cito de la oposici¨®n, hecho bastante inusual.No siento la menor simpat¨ªa por el se?or Husein, y menos cuando invoca la djihad -as¨ª es como se escribe correctamente en su megal¨®mano beneficio.

Y la reflexi¨®n al respecto (aparte de su absoluta inconstitucionalidad): una guerra es una guerra y un acto hostil es un acto hostil. Espa?a, al hacer el gesto, se involucra casi directamente en una m¨¢s que posible conflagraci¨®n, cuyas consecuencias son imprevisibles, m¨¢xime cuando muchos musulmanes est¨¢n dispuestos a morir por la causa.

En el Golfo se est¨¢ cociendo un caldo infernal, y el Gobierno espa?ol (de tapadillo, claro) pretende dar a probar ese sopicaldo diab¨®lico al Ej¨¦rcito y, de paso, a los espa?olitos de a pie -no hablemos de los que se encuentran atrapados en Irak- sin haber realizado una pu?etera encuesta para ver qu¨¦ opinamos del tema, como se ha hecho en Italia, donde un 75% de la poblaci¨®n ha manifestado su oposici¨®n al env¨ªo de fuerzas pacificadoras. Todos conocemos el car¨¢cter mesi¨¢nico de los fundamentalismos, y el isl¨¢mico puede llegar a ser temible cuando hace gala de su capacidad para sembrar el terror.

La prudencia es una virtud, y es mejor no meterse cuando a uno no lo llaman. Por tanto, sanciones econ¨®micas, s¨ª; sanciones pol¨ªticas, tambi¨¦n, siguiendo los, dictados de la ONU. Pero no aventuramos por mimetismo occidentaloide, por un protagonismo que no temos ni deseamos, en un conflicto que -repito- puede alcanzar proporciones inimaginables.-