Una terapia no admitida por la ley
La Ley 35/88 sobre T¨¦cnicas de Reproducci¨®n Asistida regula la utilizaci¨®n de estas t¨¦cnicas se?alando "como finalidad fundamental la actuaci¨®n m¨¦dica ante la esterilidad humana, para facilitar la procreaci¨®n cuando otras terap¨¦uticas se hayan descartado por inadecuadas o ineficaces" (art¨ªculo 12, p¨¢rrafo 22).La ley establece que "estas t¨¦cnicas podr¨¢n utilizarse tambi¨¦n en la prevenci¨®n y tratamiento de enfermedades de origen gen¨¦tico o hereditario, cuando sea posible recurrir a ellas con suficientes garant¨ªas diagn¨®sticas y terap¨¦uticas y est¨¦n estrictamente indicadas" (art¨ªculo 12, p¨¢rrafo 32). Es evidente que la ley se est¨¢ refiriendo a las enfermedades que afectan ¨²nicamente al posible hijo y no a las enfermedades gen¨¦ticas, hereditarias u otras de la mujer que desee recurrir a dichas t¨¦cnicas. En consecuencia, cualquier actuaci¨®n de este tipo recae expresamente en los gametos o el preembri¨®n que originar¨ªan el hijo. Tal puede ser el caso de la selecci¨®n del sexo, que obviamente s¨®lo puede realizarse en los gametos masculinos o en los preembriones a fines que les afectan a ellos exclusivamente, terap¨¦uticos o no, y nunca a la mujer (que ya tiene su sexo inequ¨ªvocamente acreditado). En tal sentido, la argumentaci¨®n de una posible enfermedad ps¨ªquica de la mujer como justificaci¨®n para la selecci¨®n del sexo del hijo deseado no est¨¢ amparada en esta ley.
En consecuencia, y tal y, como se establece en la ley (art¨ªculo 20.2.B.n), se tipifican como infracciones muy graves 1a selecci¨®n del sexo o la manipulaci¨®n gen¨¦tica con fines no terap¨¦uticos o terap¨¦uticos no autorizados", con lo que queda fuera de duda que la selecci¨®n del sexo de los espermatozoides o del preembri¨®n es con fines que s¨®lo a ellos les ata?en directamente.
El esp¨ªritu de la ley Esta textualidad de la ley no debiera propiciar especulaciones ni equ¨ªvocos sobre lo que en ella se establece. Por otra parte, una lectura detenida de la misma pone de manifiesto que entre sus principios esenciales est¨¢n el de que las actuaciones con fines diagn¨®sticos se dirigen entre otros cometidos a "la detecci¨®n de enfermedades hereditarias, a fin de tratarlas, si ello es posible" (art¨ªculo 13.1), y el de que las actuaciones terap¨¦uticas "no tendr¨¢n otra finalidad que tratar una enfermedad o impedir su transmisi¨®n" (art¨ªculo 13.1). La ley se est¨¢ refiriendo, en estas y otras partes de su articulado, a las c¨¦lulas reproductoras y al diagn¨®stico o terap¨¦utica que sobre ellas se realice, sin cabida para la selecci¨®n del sexo con fines de satisfacer el mero deseo de la mujer ni alusi¨®n a la posible patolog¨ªa de ¨¦sta, para insistir que la terap¨¦utica s¨®lo se autorizar¨¢ "si no busca la selecci¨®n de los individuos o de la raza" (art¨ªculo 13.3A).
Por lo dem¨¢s, el argumento (ya refutado) de un trastorno ps¨ªquico para justificar la selecci¨®n del sexo del hijo deseado se vuelve contra las aspiraciones de la: mujer misma a tenor de la ley, que establece que "las t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida se realizar¨¢n solamente en mujeres mayores de edad y en buen estado de salud psicof¨ªsica" (art¨ªculo 2.11).
En definitiva, seg¨²n la Ley sobre T¨¦cnicas de Reproducci¨®n Asistida, las t¨¦cnicas no se autorizan a mujer que padezca una enfermedad ps¨ªquica ni ¨¦sta puede ser justificante de la selecci¨®n del sexo de la descendencia deseada; si, por el contrario, la mujer no padece tal tipo de enfermedad, desaparecen los argumentos para que la selecci¨®n del sexo se plantee siquiera.
es diputado del PSOE, ponente de la ley sobre Reproduccion Asistida y Subpresidente de la comisi¨®n de Bio¨¦tica del Consejo de Europa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.