La ¨®pera 'Fidelio' vuelve a Salzburgo tras siete a?os de ausencia
Hacia siete a?os que Fidelio, la ¨²nica ¨®pera de Beethoven, no se representaba en el Festival de Salzburgo. La espera ha valido la pena, pues la versi¨®n dirigida por Horst Stein durante el presente ciclo de verano ha colmado las expectativas de los m¨¢s exigentes.La versi¨®n debida a la en¨¦rgica y ajustada batuta de Stein pone ¨¦nfasis en los aspectos pol¨ªticos de la acci¨®n, sin duda m¨¢s vigentes que el canto a la fidelidad y el amor conyugal que tambi¨¦n entra?a la pieza.
Una escenograf¨ªa severa y simple sirve de marco a una acci¨®n esc¨¦nica estilizada, en la que los elementos de ¨¦poca han desaparecido. Los soldados visten uniformes negros de aspecto intergal¨¢ctico y portan extra?as armas que parecen metralletas futuristas; don Pizarro tiene todo el aspecto de un esbirro de las SS o de un miembro de la DINA pinochetista, incluidos los bigotillos y las gafas de sol, y los prisioneros, rapados y uniformados, pueden pertenecer a cualquier c¨¢rcel del mundo de los ¨²ltimos 150 a?os.
La intenci¨®n de proclamar la ¨ªntemporalidad de la lucha de los hombres por la libertad y contra la tiran¨ªa es obvia, pero funciona; la escena final, en la que Leonora destruye y tira al suelo las cadenas de Florest¨¢n, mientras los familiares de los prisioneros pol¨ªticos se abrazan con ¨¦stos, que han sido liberados, tiene hoy exactamente el mismo significado que en tiempos de Beethoven y la vigencia del mensaje ideol¨®gico de la obra hace que el espectador no pueda evitar sentirse alcanzado.Rendimiento homog¨¦neo
Vocalmente no es Fidelio una ¨®pera f¨¢cil, ni much¨ªsimo menos; por eso, resulta admirable el alto y homog¨¦neo rendimiento del conjunto de cantantes.
Gabriela Benackova, que con muy buen criterio no se preocup¨® demasiado del juego de travestismos, cant¨® una Leonora magn¨ªfica, siempre afinada, poderosa la voz en la zona aguda, contenida y emotiva la gesticulaci¨®n esc¨¦nica; tal vez el papel necesitar¨ªa una voz m¨¢s grave, con m¨¢s cuerpo abajo, pero la cantante super¨® estas limitaciones con inteligencia y brillo.
La Marzelline de Marie Mc Laughlin result¨® una de las agradables sorpresas de la noche: voz fresca, fluyente, y gran desenvoltura esc¨¦nica. Kurt Rydl no necesita presentaciones ni elogios; baste decir que cant¨® uno de sus personajes favoritos y estuvo en una noche inspirada.
Robert Hale tiene una voz poder¨®sa, aunque de timbre no muy grato, y canta bien; compuso un don Pizarro sobrecogedor. El tenor Thomas Moser, siempre ha,cia arriba, llegaba a los finales de las frases a duras penas y con evidente esfuerzo f¨ªsico. Las exigencias de la r¨¦gie, que le obligaron a cantar echado en el suelo y en las posturas m¨¢s inc¨®modas, no le facilitaron la labor. Fue, pese a algunos momentos de, buen canto en el aria, el ¨²nico lunar de un Fidelio de referencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.