Vulnerables
LOS AVANCES recientes en la b¨²squeda de soluciones al conflicto del golfo P¨¦rsico, especialmente los destinados a dotar de estabilidad al mercado del crudo, mitigan significativamente el eventual impacto que sobre la econom¨ªa espa?ola tendr¨ªa una estructura de precios asociada a un fuerte descenso en la oferta. Es el caso del reciente acuerdo de la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la OPEP por el que se tratar¨¢ de compensar parcialmente las exportaciones embargadas de Irak y Kuwait y cuyos efectos sobre los precios de mercado del crudo ya son evidentes, aunque no definitivos.La vulnerabilidad de la econom¨ªa espa?ola sigue siendo, sin embargo, importante. En el menos adverso de los escenarios en que pueda finalmente desembocar el conflicto, el precio del barril de crudo no ser¨ªa significativamente inferior al que hoy est¨¢n fijando los mercados y, en consecuencia, constituir¨ªa un importante factor de perturbaci¨®n de la estabilidad de nuestra econom¨ªa. M¨¢s de la mitad de nuestras necesidades de energ¨ªa siguen siendo satisfechas por un petr¨®leo que es importado en su pr¨¢ctica totalidad. Su encarecimiento constituye, por tanto, una seria amenaza a la estabilidad de los precios de los bienes y servicios espa?oles, un deterioro de nuestras cuentas exteriores y, en definitiva, un menor ritmo de crecimiento de la econom¨ªa.
En el m¨¢s favorable de los escenarios hoy concebibles, el ¨ªndice de precios al consumo dif¨ªcilmente podr¨¢ situarse a final de a?o por debajo del 7%, y el saldo negativo del sector exterior tampoco es previsible que resulte inferior al 4% del producto interior bruto (PIB). La dificultad para contener ambos desequilibrios es, adem¨¢s, tanto mayor cuanto m¨¢s agotadas se presentan las actuaciones de pol¨ªtica econ¨®mica. Es dif¨ªcil concebir actuaciones restrictivas adicionales a las actualmente en vigor por el lado de la pol¨ªtica monetaria sin violar los compromisos de estabilidad cambiar¨ªa con el Sistema Monetario Europeo y sin aumentar significativamente el riesgo de estancamiento de la actividad econ¨®mica. Conservar el actual diferencial de inflaci¨®n frente a los pa¨ªses comunitarios no es, sin embargo, un objetivo inalcanzable.
Es sobre nuestras cuentas exteriores donde el impacto de la factura energ¨¦tica ser¨¢ m¨¢s apreciable y menos oportuno. El end¨¦mico d¨¦ficit comercial de nuestra balanza de pagos habr¨¢ de soportar m¨¢s de 250.000 millones de pesetas, atribuibles en exclusiva a esa variaci¨®n en el precio del barril de petr¨®leo, hasta los 25 d¨®lares de promedio y siempre que el precio del d¨®lar no suba de las 100 pesetas. La compensaci¨®n de ese desequilibrio comercial deber¨¢ contar en el futuro pr¨®ximo con la dificultad a?adida de unos ingresos por turismo cuya debilidad se ver¨¢ probablemente acentuada por el menor crecimiento en el conjunto de las econom¨ªas industrializadas, con el resultado de un d¨¦ficit por cuenta corriente de dif¨ªcil sostenimiento.
La financiaci¨®n de ese desequilibrio exterior, hasta ahora ampliamente garantizada a trav¨¦s de importantes flujos de capital extranjero atra¨ªdos por remuneraciones significativamente m¨¢s elevadas que en otros pa¨ªses industrializados, va a encontrar mayores dificultades en la medida en que las posibilidades de recorrido alcista de los tipos de inter¨¦s en otros pa¨ªses son hoy superiores a las existentes en el nuestro. Las posibilidades de respuesta que, en definitiva, est¨¢n disponibles para las autoridades espa?olas no son abundantes, m¨¢s all¨¢ de las actuaciones espec¨ªficas de disuasi¨®n del consumo y conservacionistas, cuya eficacia por s¨ª solas es limitada y, en todo caso, dependiente de la flexibilidad con que sean aplicables.
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