Instrucciones para volver a Madrid y encontrarse
El verano es una ilusi¨®n agotadora. Da la impresi¨®n, mientras dura, de que va a existir siempre, pero por su propia esencia el verano no es duradero: es vol¨¢til, ligero, una especie de apeadero fr¨ªvolo de los rigores del invierno y de la melancol¨ªa del oto?o.El verano es un primo hermano de la primavera. Supongo que por eso tiene de ¨¦sta la capacidad para crear el espejismo de que lo que se edifica en su tiempo es lo m¨¢s importante de nuestra vida.
El oto?o, por fortuna, viene luego a poner las cosas en su sitio. Para llegar al oto?o no s¨®lo se tienen que preparar los hombres: tambi¨¦n se preparan las ciudades. Este dec¨¢logo tiene por objeto ofrecer unas m¨ªnimas instrucciones para regresar del verano y aceptar como inevitables los pr¨®ximos meses de Madrid.
Sin arrepentimiento
Lo primero que hay que tener en cuenta al regresar es que no ten¨ªamos por qu¨¦ habernos ido. Eso, al menos, es lo que dicen todos los que se han quedado, que son cada vez m¨¢s numerosos.
La ciudad est¨¢ habitable, se puede aparcar en todas partes, los restaurantes no est¨¢n atestados y adem¨¢s hay terrazas. Pero ya que nos hemos ido no hay m¨¢s remedio que asumirlo: nos hemos ido, ?y qu¨¦? Esa insolente pregunta tiene una respuesta que se convierte en la segunda instrucci¨®n que debemos poner en pr¨¢ctica a la hora de volver: no acepte provocaciones y no responda as¨ª cada vez que le recuerden que no ha sido muy inteligente al elegir el viaje del verano. "En Madrid se est¨¢ mejor, hombre". No haga caso: se est¨¢ igual en todas partes. La ciudad se la han cambiado al madrile?o este verano. Como hacen todos los veranos. Han asfaltado calles que anta?o eran de suelo irregular y han convertido en pistas de aterrizaje lugares tan entra?ables y tan centrales en el esp¨ªritu de Chamber¨ª como la calle Viriato, pongo por caso, que entre sus encantos ten¨ªa el de parecer una calle defectuosa.
Aparte de ese s¨ªmbolo de las calles traseras que siempre ha distinguido a Madrid, el Municipio ha asfaltado mucho m¨¢s. Lo han hecho a traici¨®n en todas partes.
Tambi¨¦n han asfaltado los aleda?os de la plaza Mayor y parece que han asfaltado, incluso, el propio cielo de Madrid, de modo que cuando usted regrese a la ciudad la encontrar¨¢ en su sitio pero llena de bet¨²n hasta el cielo.
Tercer consejo de este dec¨¢logo para volver: no se sorprenda.
Pero si se sorprende no pregunte, y esa es la cuarta recomendaci¨®n. La gran ciudad no permite que uno ejerza la noble tarea de preguntar qu¨¦ ha pasado.
Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n dec¨ªa que la democracia s¨®lo era posible en la antigua Grecia porque los pueblos ten¨ªan pocos habitantes, se les pod¨ªa reunir en un estadio para consultarles cualquier decisi¨®n pol¨ªtica y ellos mismos pod¨ªan preguntar libremente.
El poeta gaditano dec¨ªa que eso ya no era posible. Y la verdad es que al menos en Madrid no es posible, porque la gente no cabe en un estadio. As¨ª que no pregunte porque, adem¨¢s, en Madrid no ha habido nadie que haya visto c¨®mo lo han hecho.
Una quinta recomendaci¨®n: trate de imaginarlo todo al rev¨¦s. Sim¨²lese a s¨ª mismo iniciando las vacaciones justo en el momento del regreso.
Imagine Madrid como una playa inmensa en la que no se hace pr¨¢cticamente nada. Es imposible el sue?o: la gran ciudad no lo permite. Y adem¨¢s nadie le va a seguir en la locura.
Madrid es, una vez acabado el verano, la exigencia de la cordura, un se?or muy serio en una esquina que no tiene ni idea del lugar por donde se va a la direcci¨®n que usted pregunta.
Sexta recomendaci¨®n: mant¨¦ngase unos d¨ªas lejos del alcance del vecino; tiene mucha envidia de que usted se haya ido y si le pregunta c¨®mo est¨¢ le har¨¢ la repregunta del paranoico: "Pues mire que usted".
Y s¨¦ptima: no arroje al mar al volver los tapones de los o¨ªdos. Los madrile?os hablan muy alto, sobre todo cuando est¨¢n muy cerca, y han convertido su ciudad en la patria de la palmada agresiva en el hombro y el grito estent¨®reo al vecino indefenso: "?Pero no ve que me ha pisao, so pasmao'. As¨ª que traiga los tapones y vaya con ellos al bar: el paisaje humano le parecer¨¢ distinto y el silencio le har¨¢ creer que todav¨ªa no ha vuelto.
Silencio
El octavo lugar de estas recomendaciones para regresar a Madrid lo ocupa el medio de transporte: haga notar, si viene por avi¨®n, que es madrile?o y que conoce el camino. Los taxistas lo agradecen mucho, porque as¨ª no tienen por qu¨¦ cobrar en exceso, no se ven obligados a dar rodeos para llevarle a su domicilio y adem¨¢s no le dar¨¢n conversaci¨®n.
La novena recomendaci¨®n del dec¨¢logo presente: no diga la frase "con lo bien que est¨¢bamos en agosto". D¨¦cima: no diga "lo bueno dura poco". Lo bueno es que se calle al volver a Madrid: eso lo resume todo.
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