A beber los vientos
Si el p¨²blico de la plaza de toros de Las Ventas recibiese a Rafael de Paula o a Curro Romero como acogi¨® a Miguel Bos¨¦ -con gritos de ?torero, torero! antes de aparecer en el coso-, seguro que los diestros cortaban orejas a pu?ados. Con un lleno hasta la bandera, ondeaba la italiana encima del escenario, y un auditorio entregado, euf¨®rico y rendido de antemano Miguel Bos¨¦ inici¨® su recital con la canci¨®n Senza di te.Desde su ¨²ltima actuaci¨®n en Madrid, realizada hace dos a?os en el mismo recinto, el cantante ha grabado un nuevo disco -Los chicos no lloran- y tambi¨¦n ha dado un notable y positivo giro en el planteamiento de sus recitales, que ahora tienden hacia una mayor sencillez. Bos¨¦ ha prescindido de las vocalistas y de la coreograf¨ªa de Adriana Kaegy para conseguir mayor naturalidad esc¨¦nica. Tambi¨¦n ha cambiado totalmente la composici¨®n de su grupo de acompa?amiento para endurecer su sonido y hacerlo m¨¢s s¨®lido y compacto.
Miguel Bos¨¦
Miguel Bos¨¦ (voz), Edith Salazar (teclados y coros), Juan Giralt (teclados y coros), Javier Catal¨¢ (guitarra y coros), Javier Killer (bajo y coros), Erik Franklin (bater¨ªa), Rubem Dantas (percusi¨®n y coros). 12.000 personas. Precio: 1.200 y 1.500 pesetas. Plaza de Toros de las Ventas. Madrid, 4 de septiembre.
Envuelta en una muralla sonora digna de Phil Spector, en la que era casi imposible definir el papel de cada m¨²sico, y con una astuta utilizaci¨®n e las c¨¢maras de reverberaci¨®n, la voz de Bos¨¦ disimul¨® sus limitaciones en los agudos -en las tesituras graves siempre mejora- y la posible expresividad se difumin¨® inmersa en, la bola de sonido, lo que contribuy¨® a que el recital fuese excesivamente lineal. Pero los aspectos estrictamente musicales apenas importaron a los seguidores del cantante, que en Madrid triunf¨® antes de emitir una nota.
Un escorzo
A Miguel Bos¨¦ le bast¨® un escorzo, un gesto, un saludo para poner la plaza boca abajo. Dio lo mismo que el repertorio estuviese salpicado de canciones superficiales y de otras de digna factura, o que fuese muy dif¨ªcil adivinar matices en la interpretaci¨®n, escondidos entre un sonido poco natural aunque efectivo. La simple proyecci¨®n de dos diapositivas con la imagen de Miguel Bos¨¦ levant¨® las mayores pasiones hacia un artista en el que su imagen y su m¨²sica forman un todo indivisible y carism¨¢tico.Seguro y dominador en escena, a Bos¨¦ le basta con su palmito para alcanzar el ¨¦xito, aunque su carrera musical, que se consolida con el paso del tiempo, merece respeto. Y tras m¨¢s de dos horas de canciones, el p¨²blico core¨® Te amar¨¦, confirmando que no s¨®lo acud¨ªan a un recital. Tambi¨¦n iban a beber los vientos.
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