Scorsese logra en ¡®Goodfellas¡¯ un documento audaz y ¡®negro¡¯
Ayer, domingo, la Mostra veneciana gir¨® alrededor de Martin Scorsese, uno de los grandes independientes del cine estadounidense. Intervino en el homenaje al legendario cineasta brit¨¢nico Michael Powell, anunci¨® su documento sobre el dise?ador Giorgio Armani y present¨® en concurso su ¨²ltimo filme, Goodfellas, que fue recibido con divisi¨®n de opiniones, pero en ning¨²n caso con indiferencia. Es una obra larga, tumultuosa, violent¨ªsima, en la que el cineasta afronta las l¨ªneas de mayor resistencia, combinando con audacia el documento verista y las convenciones tradicionales del g¨¦nero negro. Junto a algunas arritmias y excesos de metraje, logra instantes de cine insuperable.
Hab¨ªa expectaci¨®n ante Goodfellas. Se le consideraba de antemano (a causa de algunas filtraciones sobre una posible agresi¨®n contra el filme por parte de la censura puritana de la MPAA, esta tristemente famosa Motion Pictures Association que sigue las huellas del terrible C¨®digo Hays, que destroz¨® infinidad de filmes en la edad dorada de Hollywood) un filme conflictivo.Lo es efectivamente y corre el riesgo, debido a su tumultuosa violencia, de ser pasto de la tijera censorial o de la infamante X alternativa, que lo condenar¨ªa a las humillantes estrecheces de las salas porno o similares. Los tremendos cortes sufridos por Coraz¨®n salvaje, la sorprendente pel¨ªcula de David Lynch que arroll¨® en Cannes hace unos meses y que ha perdido, por indicaci¨®n censorial, su mejor escena (la del atraco a un banco por Willem DaFoe), son hoy un mal augurio para este terrible y a ratos magn¨ªfico filme de Scorsese.
Goodfellas puede traducirse como compadres y tambi¨¦n como buenos chicos, o, a la italiana, bravi ragazzi. Es, y su t¨ªtulo ya lo indica, la historia de un gang, de una pi?a de mafiosos de poca monta que un d¨ªa de hace unos a?os se embarc¨® en un golpe de gran envergadura, que super¨® su maquinaria delictiva casi casera y, a trav¨¦s de sangrientos azares, hizo a?icos al compacto y sin fisuras grupo inicial. Un asunto, por ello, rigurosamente ver¨ªdico, todo un documento hist¨®rico, pero muy cercano a algunas de las constantes m¨¢s personales del cine de Scorsese y en concreto a su Malas calles.
Viendo Goodfellas se tiene un permanente sentimiento de inminencia, de que el horror absoluto est¨¢ ah¨ª cerca, a la vuelta de cada recodo del tortuoso discurrir de los sucesos. Y hay talento en la representaci¨®n de la pi?a humana del grup¨²sculo mafioso embarcado en una aventura que lo desborda y finalmente lo desmembra, sometiendo a su autosuficiencia a las leyes de la c¨¢rcel, de la muerte y de la domesticidad social.
Duraci¨®n desmesurada
Sin embargo, pese a llevar dentro cine de primera calidad, a r¨¢fagas extraordinario, Goodfellas hace agua por el agujero de su desmesurada duraci¨®n: dos horas y media, que podr¨ªan, sin distorsi¨®n, reducirse a dos horas e incluso menos. La combinaci¨®n entre documento social y ficci¨®n negra, entre tiempos de ritmo fren¨¦tico y tiempos de reposo para el espectador, obedecen a una brillant¨ªsima y arriesgada intuici¨®n de Scorsese, pero la excesiva reiteraci¨®n de este endemoniado vaiv¨¦n abruma, fatiga al espectador, que se ve frecuentemente desbordado por la velocidad (seguida por repentinos frenazos) de la secuencia de los acontecimientos y acaba rezag¨¢ndose respecto de ellos.Hay unanimidad en los comentaristas en aconsejar a Scorsese que peine las aristas de esta galerna visual y aplaque un poco el furioso ritmo dentro del que se pierden algunas calidades de la formidable interpretaci¨®n colectiva, en la que Robert de Niro hace un ejemplar ejercicio de humildad: es un personaje secundario, que ocupa siempre un lugar de fondo, hasta que en un par de escenas, hacia el final, se adue?a inesperadamente del proscenio e inunda con su presencia la pantalla. Es el signo del actor de genio, como el de otro secundario llamado Tommy de Vito. Franquearon a la de Scorsese dos pel¨ªculas de menor entidad: la chilena La luna en el espejo, de Silvio Caiozzi, sobre un relato de Jos¨¦ Donoso, y la francesa Hay d¨ªas y lunes, del veterano e incorregible enamorado de lo cursi Claude Lelouch, que desde Un hombre y una mujer sigue erre que erre haciendo la misma pel¨ªcula de siempre, sean cuales sean las variantes argumentales. Por su parte, el filme chileno es de factura sencilla, de presupuesto muy pobre, un meritorio trabajo de aprendiz que da lugar a un relato l¨²gubre, de atroz pesimismo, del que saltan indicios de un futuro gran cineasta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.