Siete mujeres de la familia real kuwait¨ª piden sangre para recuperar el poder
IGNACIO CARRI?N ENVIADO ESPECIAL, Siete mujeres de la familia real kuwait¨ª, ninguna de ellas por encima de los 40 a?os, comparecieron ante la prensa internacional acompa?adas por dos varones de su misma dinast¨ªa. Tomaron asiento frente a las c¨¢maras con una hora de retraso con relaci¨®n a la anunciada. Se quitaron la abaya (ninguna llevaba el rostro cubierto con velo negro) y lucieron una indumentaria occidental y un ingl¨¦s impecable y sin arrugas. Barah Salem al Sabah parec¨ªa un anuncio deportivo, con la marca Benetton escrita imp¨²dicamente sobre su pecho. Su mirada era dulce, pero el lenguaje pidi¨® sangre.
Abdullah al Sarham, ex ministro de Transportes kuwait¨ª, repiti¨® tres veces que la familia gobernante del emirato, derrocada el pasado d¨ªa 2 de agosto, esperaba que con el respaldo de las Naciones Unidas los iraqu¨ªes fueran expulsados por la fuerza de Kuwait.
A?adi¨® que Sadam Husein hab¨ªa logrado manipular al mundo utilizando los medios de informaci¨®n occidentales. Con las manos temblorosas, el ex ministro kuwait¨ª a?adi¨® que no estaban dispuestos a permitir que el saqueador se beneficiara lo m¨¢s m¨ªnimo de su bot¨ªn.
Hambre y muerte
Una de las mujeres relat¨® que los iraqu¨ªes hab¨ªan asesinado a 22 reci¨¦n nacidos kuwait¨ªes sac¨¢ndolos brutalmente de sus incubadoras.
Preguntada c¨®mo ten¨ªa conocimiento de esa noticia, esa mujer contest¨®: "Conocemos esta atrocidad a trav¨¦s de quien enterr¨® a esos reci¨¦n nacidos prematuros. Tambi¨¦n sabemos que las m¨¢quinas incubadoras fueron llevadas a Bagdad por las fuerzas invasoras".
Otra mujer de la familia real kuwait¨ª habl¨® del hambre y la muerte que est¨¢ ocasionando la ocupaci¨®n iraqu¨ª entre sus compatriotas, y exigi¨® el uso de la fuerza para acabar con ella.
Cuando una periodista norteamericana pregunt¨® a esa mujer si de ese modo, es decir, lanz¨¢ndose a una guerra, cre¨ªa que no iba a haber m¨¢s muertos de los que ahora se est¨¢n produciendo, la interpelada respondi¨® que, de cualquier forma esos muertos y una guerra resultar¨¢n al final inevitables.
Ninguna de las mujeres hizo en ning¨²n momento menci¨®n de los rehenes en poder de Sadam Husein.
Las mujeres de la familia del jeque kuwait¨ª, que fueron exquisitamente educadas en el extranjero y estaban ausentes del pa¨ªs el d¨ªa de la invasi¨®n por hallarse de vacaciones, coreaban el mismo himno de guerra y sangre. Sin una y otra parec¨ªa improbable que sus dinast¨ªas recuperasen el poder.
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