La filosof¨ªa del golfo P¨¦rsico
Hace apenas un a?o se nos anunciaba por Fukuyama la inminencia de un mundo apaciguado, manso, dormido en el inmenso aburrimiento. La historia humana se acababa en un enorme bostezo. Los pa¨ªses del socialismo real, incapaces, como el hijo pr¨®digo, de sobrevivir por sus propios medios -aunque en este caso no hubieran dilapidado ninguna herencia paterna- iban, uno tras otro, llamando a las puertas de la mansi¨®n capitalista, imaginando que en su interior les esperaba el fest¨ªn. Y as¨ª se extingu¨ªa una conflictividad que, seg¨²n tal discurso, m¨¢s parec¨ªa basada en los extrav¨ªos de la raz¨®n, en la ilusi¨®n ut¨®pica de nuevas formas de vida, que en la l¨®gica de lo real.El amplio eco del texto de Fukuyama es comprensible dentro de la pobreza intelectual, aliada con la prepotencia, en que nos estamos instalando. La exaltaci¨®n de la filosof¨ªa social de Popper, que presentaba al mundo de la Alianza Atl¨¢ntica como la realizaci¨®n m¨¢s perfecta alcanzada por la historia humana; la difusi¨®n del "pensamiento d¨¦bil", pretendiendo clausurar las filosof¨ªas de la denuncia y la sospecha, son fen¨®menos significativos. La actividad intelectual, en lugar de descubrir problemas y desenterrar sus ra¨ªces se contenta con cantar y bendecir el ¨¢mbito casero, confortable, que habitan los pensadores oficiales del primer mundo. Y remedando a Pangloss, se repetir¨¢ que "todo est¨¢ bien, todo va bien, todo discurre en el mejor de los mundos", cual expresi¨®n m¨¢xima de sabidur¨ªa. As¨ª podemos cultivar perfectamente "nuestro jard¨ªn", un jard¨ªn que es un peque?o tiesto de flores y no el mundo entero, como propon¨ªa Simone de Beauvoir.
Pero cuando se nos profetizaba que el r¨ªo de la historia morir¨ªa en las tranquilas aguas de un lago, se han levantado encrespadas olas all¨¢ por el golfo P¨¦rsico. Y las aguas so?adamente serenas se han poblado de nav¨ªos b¨¦licos, equipados con una tecnolog¨ªa mort¨ªfera poco congruente con tiempos apaciguados. Hasta los buques de nuestra Armada, en misi¨®n kafkianamente designada como "pac¨ªfica", se han sentido obligados a acudir a la gran convocatoria para no desdecir de nuestra condici¨®n primermundista.
La fuerza refutativa del pensamiento light que poseen los acontecimientos del golfo P¨¦rsico -cuyo final a¨²n es tan incierto- no se agota, evidentemente, en la comprobaci¨®n de que seguimos viviendo en un mundo conflictivo, nada vacacional, aunque el se?or Bush mantuviera sus vacaciones. Se patentizan, a pesar de los esfuerzos por cerrar con siete llaves el sepulcro de Marx, algunos aspectos esenciales de su mensaje y del pensamiento de la izquierda en general. Concretamente, el papel determinante de los factores econ¨®micos en la historia y el hecho de que la econom¨ªa mundial se halla estructurada seg¨²n relaciones de explotaci¨®n y dominio apoyadas en la fuerza. En t¨¦rminos m¨¢s generales, que el actual orden no es expresi¨®n de una raz¨®n universalizable, capaz en su despliegue de asumir los problemas planetarios, cual pretenden sus apologistas. La realidad puesta al vivo es que nuestra civilizaci¨®n, la civilizaci¨®n impuesta desde el primer mundo -o m¨¢s exactamente desde los sectores instalados del mismo- organiza y racionaliza los intereses de una minor¨ªa a costa de la mayor¨ªa de la humanidad.
Todo el discurso que intenta justificar la intervenci¨®n en el golfo P¨¦rsico en nombre del derecho se pulveriza, en efecto, cuando es enfrentado con la rotundidad de los hechos. Garaudy y Ben Bella, en estas mismas p¨¢ginas, recordaban la diversidad de las reacciones ante las actuaciones de Irak y las de Israel, as¨ª como el car¨¢cter artificial y puesto al servicio de los intereses occidentales del reino de Kuwait. Y no s¨®lo es esto. Mientras el belicismo iraqu¨ª se desaguaba en la guerra con Ir¨¢n se pod¨ªa contemplar con indiferencia o complacencia, con voluntad de lucro armamentista incluso, la contienda. Y ?qui¨¦n se preocupaba de la legislaci¨®n iraqu¨ª que institucionaliza el asesinato de las mujeres por parte de los miembros varones de la familia en caso de que ¨¦stas incurrieren en deshonestidad, seg¨²n la m¨¢s at¨¢vica mentalidad patriarcal? S¨®lo cuando Sadam Husein ha atentado contra los intereses econ¨®micos basados en la producci¨®n y en los precios del petr¨®leo se ha convertido en un monstruo sat¨¢nico.
Resulta evidente que la crisis y el conflicto del golfo P¨¦rsico se reducen a t¨¦rminos econ¨®micos, como Ontiveros, tambi¨¦n en estas p¨¢ginas, subrayaba. Definitivamente se ha escapado la confesi¨®n de que el fondo del litigio consiste en el mantenimiento del nivel de vida de las sociedades industriales avanzadas. En un mundo en que la producci¨®n petrol¨ªfera es mayoritariamente consumida por ¨¦stas y en que las diferencias de consumo energ¨¦tico por habitante llegan a ser de mil a uno entre los extremos de pa¨ªses ricos y pobres. Mientras a una parte importante de la humanidad le falta el pan, otra devora petr¨®leo. Tal es la civilizaci¨®n que se erige en pretendida expresi¨®n del m¨¢s elevado y racional orden humano, encandilando al actual pensamiento oficial.
A pesar de la moment¨¢nea euforia conservadora seguimos viviendo en un mundo erizado de problemas, abocados, de un modo u otro, al conflicto. La manera en que tal conflictividad ha estallado ¨²ltimamente es profundamente inquietante y perturbadora.
En efecto, en el desaf¨ªo de Sadam Husein y las repercusiones que sobre el mundo musulm¨¢n puede alcanzar se mezclan confusamente los problemas del Tercer Mundo, sus necesidades autodefensivas, con factores irracionales, con tradiciones culturales lastradas por el fanatismo y las actitudes at¨¢vicas.
Y ante esta situaci¨®n, cuando las sociedades capitalistas avanzadas se sienten especialmente prepotentes, tras la derrota del socialismo real s¨®lo parece concebirse como respuesta el uso de la fuerza, aliada con el discurso hip¨®crita ocultador de los problemas. Asumir ¨¦stos, tomar conciencia de las contradicciones e injusticias de nuestra civilizaci¨®n con voluntad transformadora, en una autocr¨ªtica de Occidente solidaria y conjunta con las fuerzas m¨¢s creadoras y racionales del Tercer Mundo, abrir¨ªa la ¨²nica v¨ªa hacia un futuro superador. Es aquello que la izquierda, hoy debilitada, se ha propuesto siempre. Aquello que constituye su raz¨®n de ser y, hoy, su necesaria urgencia.
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