Kremlinolog¨ªa
Si a Podgorny se le ladeaba demasiado el gorro de astrac¨¢n en los desfiles de la plaza Roja, mala se?al. Si M¨®lotov no se limpiaba ni una sola vez los cristales de las gafas en el transcurso de una reuni¨®n del S¨®viet Supremo, muy probablemente es que estaba molesto con Jruschov, a no ser que se hubiera dormido a causa del largo y profundo discurso de Suslov. La kremlinolog¨ªa trataba de saber qu¨¦ ocurr¨ªa en la URSS utilizando toda clase de signos externos, sin otra posibilidad de paliar el hermetismo pol¨ªtico del poder sovi¨¦tico.Pues por aqu¨ª, casi igual. Que Solana, Barrionuevo y Almunia se presentaran en el acto ¨ªntimo en el que Leguina explic¨® sus cuitas de lehendakari madrile?o acosado por la otredad y muy especialmente por el Pavarotti local, se?or Acosta, ?debe interpretarse como un ataque indirecto a Alfonso Guerra o como el pen¨²ltimo beso en la nuca que va a recibir Leguina? El orden de llegada de los aliados ?qu¨¦ indica? ?La cantidad de rodeos que tuvieron que dar con su coche oficial para no ser detectados por el radar de Alfonso Guerra o el tiempo que le cost¨® a Alfonso Guerra convencerles a cada uno de ellos que era necesario asistir al entierro de Leguina? Porque de ser las apariencias m¨¢s simples la ¨²nica verdad del asunto, cualquier kremlin¨®logo llegar¨ªa a la conclusi¨®n de que si esos tres ministros se han saltado a Guerra a la torera lo han hecho con el permiso de Felipe Gonz¨¢lez. Conclusi¨®n: Felipe ha dado alas a tres ministros para que sobrevuelen sobre Guerra en viaje de reconocimiento previo al bombardeo.
Y si Felipe Gonz¨¢lez les ha dado permiso para volar, como en el pasado se lo dio a Solchaga y a Sempr¨²n para hablar, una de dos, o quiere que esos cinco ministros se precipiten en el abismo o quiere que le ayuden a empujar a Alfonso Guerra hacia el precipicio. La kremlinolog¨ªa conduce siempre a conclusiones tan abiertas que parecen poes¨ªa.
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