Hacia el Estado planetario
El pron¨®stico de J¨¹nger sobre el siglo XXI
Ernst J¨¹nger, a sus 95 a?os, tiene a punto un nuevo libro, donde reflexiona sobre un futuro fuera de la historia, en espera de la llegada de una era del esp¨ªritu. Die schere (La tijera) se presenta como un peque?o pron¨®stico sobre el siglo XXI. Las hojas de la tijera indican, metaf¨®ricamente, la condici¨®n del hombre contempor¨¢neo, oprimido entre la cada vez m¨¢s penetrante y potente t¨¦cnica y la espera del retorno de los dioses. Es ¨¦sta la segunda de una serie de entrevistas con pensadores realizadas tras la ca¨ªda de los reg¨ªmenes comunistas.
Wi?flingen. "?Sabe que en esta silla, antes que usted, se han sentado hombres corno Mitterrand o Borges?". S¨®lo me faltaba esto, con lo emocionado que estaba, como un estudiante que repasa deprisa los libros antes del examen. Y ahora, Ernst J¨¹nger, el Gran Viejo de la cultura alemana (esta vez pienso que se puede decir con justicia, vistos sus 95 a?os llevados con gran destreza), me acoge as¨ª. ?Lo hace para meterme en un aprieto? No, no, es s¨®lo un incomparable Narciso, pero de exquisita cortes¨ªa; y despu¨¦s de este comienzo, un poco fr¨ªo para m¨ª, la conversaci¨®n ser¨¢ larga, desenvuelta y r¨¢pida. Elude las preguntas, habla de otras cosas. No se deja traspasar.Los argumentos a tratar podr¨ªan ser infinitos con un pensador que literalmente ha atravesado la historia de este siglo, y que. justo por esto -no le queda nada por conocer- est¨¢ como anestesiado. Para,cualquier argumento siempre tiene preparada una sonrisa ir¨®nica, un poco contenida, mientras sus seductores ojos azules se cierran.
Que este implacable radi¨®logo de nuestro tiempo, este obstinado clasicista, sea un hombre de derechas no tiene discusi¨®n. Aunque sobre su relaci¨®n con el nazismo, que durante mucho tiempo ocult¨® el conocimiento de su obra, se hayan dicho solemnes tonter¨ªas (olvidando, por el contrario, no se sabe por qu¨¦, su negativa a entrar en el Reichstag en 1933; su novela En los arrecifes de m¨¢rmol, que en, 1939 lo colocar¨ªa entre los enemigos declarados del r¨¦gimen; su abierta aversi¨®n a la persecuci¨®n de los jud¨ªos; su participaci¨®n en el complot Stauf-fenberg para el atentado a Hitler el 20 de julio de 1944). Dicho esto, era de derechas y mantiene su desprecio aristocr¨¢tico por la democracia y la ropa blanca de la plebe, su apego al Volk (que es bastante mayor que nuestro pueblo) y tantas lejanas y recientes elecciones de vida, en absoluto negadas (y esto, en una ¨¦poca de arrepentimientos, s¨®lo puede considerarse un m¨¦rito). Desde su tempran¨ªsimo alistamiento en la Legi¨®n Extranjera hasta su' m¨¢s general adhesi¨®n, considerada inevitable, al mundo de la guerra.
Me gustar¨ªa hablar de todo esto, pero no es la ocasi¨®n apropiada para volver la vista atr¨¢s. Hoy estoy aqu¨ª por el presente. Es m¨¢s, por el futuro, dado que J¨¹nger, siempre activo, publica su libro Die schere (La tijera, Klen Kotta) presentado como un peque?o pron¨®stico sobre el siglo XXI. Quisiera invitar al lector a seguirme en un breve relato de este encuentro sin esperarse respuestas escuetas y an¨¢lisis circunstanciales. No se puede pedir esto al pensador de Heidelberg que, como todos los visionarios, siempre viaja en el sutil l¨ªmite que corre entre sorprendentes y profund¨ªsimas iluminaciones y una terrestre banalidad. Mira a lo lejos e inevitablemente los contornos del escenario a veces pueden resultar un poco desenfocados; el tono un poco oracular.
-Quer¨ªa hacer de este libro una teodicea, una justificaci¨®n de Dios mediante los hombres, una
explicaci¨®n de por qu¨¦ el omnipotente consiente el mal. Pero me he dado cuenta de que todo esto, en nuestro tiempo, todav¨ªa no es posible. Los titanes, los que tiene la t¨¦cnica, a¨²n son y ser¨¢n demasiado fuertes. Los dioses se han retirado, sentados bajo el ¨¢rbol del mundo, dispensados de su tarea. Mientras que los titanes siguen siendo los patrones innegables de la naturaleza, reducida a algo que se puede calcular y manipular a trav¨¦s de la t¨¦cnica. Entonces, se debe confiar en los hombres prometeicos, capaces de hacer de mediadores entre los t¨¦cnicos y la divinidad. As¨ª, lo que se prepara para nosotros es un interreino en el que los viejos valores ya est¨¢n. pasados y los nuevos todav¨ªa no se han definido. Esto es lo que H?lderlin hab¨ªa previsto, Schopenhauer confirmado y Nietzche afianzado posteriormente. Pero es sobre todo con Spengler con quien se afirma la idea de un orden c¨ªclico del mundo. Creo que en el futuro la vuelta predominante de problemas extrahist¨®ricos y ambientales, que van m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica y el progreso, ser¨¢ cada vez m¨¢s evidente.Negativo o positivo
-Usted hace ya 40 a?os, en M¨¢s all¨¢ de la l¨ªnea, habl¨® sobre la llegada de un Estado planetario. Lo que entonces parec¨ªa una fantas¨ªa futurista, ahora en la realidad marcha a pasos rapid¨ªsimos. Incluso para algunos se ha convertido en una necesidad improrrogable. Por lo tanto, ten¨ªa raz¨®n Sin embargo, lo que nunca ha estado claro es si para usted esto ten¨ªa un significado negativo (el m¨¢s fr¨ªo de los monstruos fr¨ªos", como lo defin¨ªa Nietzsche) o positivo.
-Empezar¨¦ diciendo que desde el punto de vista de la t¨¦cnica ya desde hace tiempo se tiende hacia ello. Es la pol¨ªtica la que siempre llega con retraso. La perspectiva de un Estado mundial no es la peor, aunque la deseen una serie de monstruos y a pesar de los fallos que hemos visto. De cualquier modo, el creciente poder de los medios de comunicaci¨®n, as¨ª como -el de los medios de destrucci¨®n, ser¨ªa catastr¨®fico sin un poder central. ?Positivo? ?Negativo? No habr¨¢ m¨¢s guerras, s¨®lo revoluciones. Si se me permite hacer una comparaci¨®n hist¨®rica, hoy nos encontramos un poco en la situaci¨®n que precede a la batalla de Actio, un hecho de la antig¨¹edad, pero con la diferencia de que los titanes ahora disponen de medios, de tal manera que ya no puede haber guerras. De ah¨ª ese controvertido proceso general de espiritualizaci¨®n del que estamos hablando. En el momento en que la bomba at¨®mica se controle a nivel planetario, no habr¨¢ m¨¢s remedio que transformar la energ¨ªa nuclear en energ¨ªa pura. Y, probablemente, asistir¨ªamos a una simple visualizaci¨®n de la forma del poder. El materialismo, por lo que se refiere a esto, todav¨ªa esconde en s¨ª una prodigiosa profundidad que los materialistas a¨²n no han llegado a comprender.
-Continuemos. Usted con frecuencia ha hecho referencia a la b¨²squeda de una libertad que supere la esfera de la pol¨ªtica. En El nudo de Gordio dijo que Occidente y Oriente no han sido tanto esferas diferentes del espacio geogr¨¢fico como aspectos contrapuestos que conviven en el coraz¨®n de cada uno de nosotros. Por lo tanto, su ¨²nica y verdadera medida est¨¢ en la Tierra, en su dimensi¨®n m¨ªtica y maternal donde est¨¢ inscrita la historia de la humanidad. ?Todo esto significa indiferencia, equivalencia con respecto a las opciones pol¨ªticas? .
-Las limitaciones pol¨ªticas son necesarias, pero secundar¨ªas. No tienen una importancia primar¨ªa en la vida del hombre. Cierto, el pol¨ªtico continuar¨¢ existiendo, aunque las diferencias entre Oriente y Occidente se vayan atenuando cada vez m¨¢s, unificadas por el lenguaje com¨²n de la t¨¦cnica. En cuanto al individuo en s¨ª, puede, en calidad de anarca, retirarse, abandonar la vida pol¨ªtica. Y esto lo aprende durante los reg¨ªmenes autoritarios. Tal vez en p¨²blico deba gritar: ?viva! Pero despu¨¦s se retira a su apartamento y hace lo que quiere. Lee un buen libro, se divierte con su mujer.
Se vuelve sonriente hac¨ªa su mujer. Pero entre tanto surgi¨® una de las dos figuras claves de su fenomenolog¨ªa pol¨ªtica, la figura del anarca, encarnada en el protagonista de la novela Eumeswill, Mart¨ªn Venator, con quien el propio J¨¹nger, en cierto modo, se identifica: ("Aunque anarca, no por ello soy ant¨ªautorit ario, al contrario, necesito autoridad aunque no crea en ella").El an¨¢rquico
-?Qu¨¦ sucede con la figura especulativa y opuesta del an¨¢rquico?
-A diferencia del primero, el an¨¢rquico es un necio. Sale, levanta el pu?o y corre el riesgo de que lo maten.
No quisiera volver a las ya conocidas y un poco est¨²pidas pol¨¦micas contra el J¨¹nger "esteta de la guerra" que mientras Par¨ªs ard¨ªa, ¨¦l observaba una guinda en una copa de champa?a. Sin embargo, la pregunta es inevitable: -?Entonces, qu¨¦ deber¨ªan hacer todos los que en este momento, aun arriesgando sus propias vidas, est¨¢n combatiendo contra los reg¨ªmenes autoritarios? ?Quedarse en la cama con su mujer?-No digo esto. ?l problema es saber reconocer cu¨¢ndo la situaci¨®n est¨¢ madura y actuar en ese momento. En la ¨¦poca en que Stalin ten¨ªa mucha fuerza, todo esto no habr¨ªa tenido sentido. No puedo tirar una bomba as¨ª como as¨ª. Debo esperar el momento oportuno.
Como en el taller de Braque, descrito en el Diario jungeriano, ese m¨¢gico lugar donde los objetos cumplen la funci¨®n de talismanes, tambi¨¦n aqu¨ª en su casa podemos tener la misma sensaci¨®n, en medio de la colecci¨®n de clepsidras, serpientes disecadas, peque?os ¨ªdolos de marfil. J¨¹nger siempre ha tenido relaci¨®n con la magia, una relaci¨®n intensa, aunque de naturaleza controvertida. Se le puede incitar a que hable de la posible transformaci¨®n de El Obrero (el trabajador dominado por la t¨¦cnica, que dio t¨ªtulo a su libro m¨¢s conocido), en poeta y de la t¨¦cnica en magia.
-Tambi¨¦n Goethe dec¨ªa: ?Si pudiera alejar la magia de mi camino! Pero la posible transformaci¨®n de la t¨¦cnica en magia es un hecho. Vea, por ejemplo, el trasplante de ¨®rganos, los avances en la ingenier¨ªa gen¨¦tica, los estudios sobre la fusi¨®n del ¨¢tomo. La aceleraci¨®n es impresionante e imprevisible. Miles de a?os fueron necesarios para lograr la energ¨ªa de vapor, decenios para alcanzar la electricidad, poco tiempo para los ordenadores. Lo que nos espera tiene algo de prodigioso. Pero el proceso s¨®lo ser¨¢ positivo si junto a la colaboraci¨®n del hombre tenemos en cuenta las influencias trascendentales: las que Heidegger designa con el nombre de dioses.
La Repubblica /EL PA?S.
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