?Al matadero!
Nos disponemos unos cuantos vecinos del distrito de Arganzuela a intentar disfrutar del concierto que con motivo de las fiestas de La Melonera se dispone a ofrecer el excelente pianista Francisco Mendoza Rojo.Lugar: el llamado sal¨®n de la Lonja de la Casa del Reloj (antiguo matadero municipal).
Llueve con intensidad. El buen artista detiene su actuaci¨®n. Unas cuantas gotas caen en su piano. El bello instrumento es trasladado unos cuantos metros m¨¢s all¨¢, a un lugar en donde la techumbre le d¨¦ mejor cobijo.
Los asistentes observamos at¨®nitos e indignados que el l¨ªquido elemento va burlando la d¨¦bil estructura de este recinto.
En el descanso, un amable encargado me indica que est¨¢ presente don Clemente Torres Palomo, concejal presidente de la Junta Municipal de Arganzuela.
Al comentarle el bochornoso espect¨¢culo que estamos padeciendo (el del agua, que el artista fue largamente ovacionado) me contest¨®:
-?Y qui¨¦n iba a suponer que lloviera tanto?
-Se?or concejal -le dije-, es vergonzoso que estas cosas no se prevean. Esta lonja la pagamos y mantenemos los vecinos.
-Lo que es vergonzoso es tener vecinos como usted.
Bien, me desped¨ª. Ya me di cuenta que este se?or est¨¢ acostumbrado al pastoreo borreguil de un presunto vecindario al que cree incapaz de ejercer el sagrado derecho de la cr¨ªtica. Si el t¨ªo Daganzo (de ah¨ª lo de Arganzuela) levantara la cabeza, dir¨ªa:
-?Vecinos de Arganzuela, estos pastores de asfalto os quieren llevar en fiestas al matadero... el del techo de papel!-
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