El agujero del IVA
DURANTE LA pasada semana ha trascendido un dato inquietante en la econom¨ªa espa?ola: la espectacular ca¨ªda en la recaudaci¨®n del IVA. Los c¨¢lculos de Hacienda preve¨ªan un descenso de la recaudaci¨®n en el citado impuesto de unos 164.000 millones de pesetas, pero el agujero descubierto podr¨ªa alcanzar los 300.000 millones de pesetas a finales de a?o. Una cifra superior al conjunto de recursos destinados a pensiones no contributivas (257.000 millones de pesetas) o equivalente al triple de las ayudas destinadas a la compra de viviendas (94.209 millones de pesetas).Se trata de un problema a?adido al aumento de la factura de petr¨®leo provocado por el conflicto del Golfo (150.000 millones de pesetas en 1990 y unas previsiones de 350.000 millones en 1991) y que est¨¢ exigiendo mayores restricciones en la elaboraci¨®n de los Presupuestos de 1991. De momento, las previsiones de cerrar el ejercicio actual con un d¨¦ficit p¨²blico del 1,7% del producto interior bruto son muy improbables. En la misma l¨ªnea, se estudia elevar las previsiones de d¨¦ficit p¨²blico para 1991 del 0,5% al 1%.
La cuesti¨®n de fondo es conocer cu¨¢l es la raz¨®n o razones que han provocado la disminuci¨®n en la recaudaci¨®n del IVA -s¨®lo aument¨® el 4,8% en los primeros siete meses de este a?o- Aunque todav¨ªa no se conoce el resultado de los an¨¢lisis de Hacienda, todo parece indicar que las causas de este descalabro recaudatorio se reparten entre un crecimiento desmesurado del fraude y una evidente reducci¨®n de la actividad econ¨®mica.
Cualquiera que sea el grado de contribuci¨®n de estos dos factores en la p¨¦rdida de recaudaci¨®n, estamos frente a un tipo de dificultades dif¨ªciles de superar a corto plazo. Tan inquietante es que el mal proceda de la proliferaci¨®n del fraude como de un s¨ªntoma evidente de enfriamiento. Forzosamente hay que admitir que se trata de un efecto conjunto. Si la recaudaci¨®n del IVA es un indicador fiable del ritmo de la actividad econ¨®mica, las cifras nos remiten a un Inquietante crecimiento cero, puesto que el citado 4,8% apenas supera el aumento de la inflaci¨®n, un 4,4% en igual periodo. Afortunadamente, el conjunto de indicadores permite situar el crecimiento real en torno al 3% como m¨ªnimo.
Lo que parece estar claro es que la econom¨ªa espa?ola ha entrado en una fase de enfriamiento, con lo que las diferencias -sin duda m¨¢s aparentes que reales- entre las autoridades monetarias y las econ¨®micas dan la raz¨®n a estas ¨²ltimas. Los s¨ªntomas de recalentamiento observados por el Banco de Espa?a parecen haberse diluido en los ¨²ltimos dos meses.
Por lo que -respecta al problema del fraude fiscal -el otro gran factor que puede explicar el descenso recaudatorio-, parece un cuento sin fin. Despu¨¦s de la bolsa del dinero negro descubierta en los seguros de prima ¨²nica y de la afloraci¨®n de activos inmobiliarios que ha puesto de relieve la revisi¨®n catastral, Hacienda se enfrenta ahora con un viejo problema: el de la econom¨ªa sumergida, o la parte de la econom¨ªa legal que no ha resistido la tentaci¨®n de volverse a sumergir ante la desviaci¨®n hacia otros sectores del grueso de la inspecci¨®n fiscal.
No son problemas f¨¢ciles de resolver, pero si el enfriamiento de la actividad econ¨®mica exige claridad en las ideas y planes, el del fraude est¨¢ indisolublemente ligado a la educaci¨®n, la cultura y la tradici¨®n democr¨¢ticas de cada pa¨ªs; de ah¨ª la absoluta necesidad de reclamar, una vez m¨¢s, un comportamiento ¨¦tico en todos los ciudadanos -y muy especialmente en quienes por su posici¨®n son objeto de permanente observaci¨®n- que permita propagar el imprescindible talante solidario.
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