Las guerras de Oriente Pr¨®ximo
La crisis del Golfo acelera la incorporaci¨®n de la mujer a los ej¨¦rcitos de la regi¨®n
Guerra y emancipaci¨®n femenina parecen ir de la mano. Si las mujeres occidentales accedieron masivamente al trabajo a causa de la escasez de brazos masculinos durante las dos guerras mundiales, los conflictos b¨¦licos que ensangrientan Oriente Pr¨®ximo desde hace casi medio siglo han significado algo parecido para sus mujeres. Las urgencias de la guerra han hecho m¨¢s por las mujeres israel¨ªes, ¨¢rabes y persas que montones de discursos sobre los derechos humanos. En Oriente Pr¨®ximo, las mujeres han tomado las armas.
Estos d¨ªas, centenares de muchachas libanesas completan su instrucci¨®n militar en el reducido enclave que domina el general Michel A¨²n. Muna, una belleza levantina de rizado pelo negro, ojos brillantes y almendrados y boca jugosa, ya conoce el manejo del fusil de asalto norteamericano M-16 como si lo hubiera dise?ado ella misma. Hasta hace unos meses, Muna, de 21 a?os de edad, era una estudiante de Econ¨®micas en la Universidad cristiana de Beirut. Las chicas que refuerzan los efectivos de A¨²n en su quijotesco empe?o por oponerse a la hegemon¨ªa siria en L¨ªbano son todas voluntarias. En el Beirut musulm¨¢n, los rivales del general se r¨ªen abiertamente de esas soldados en uniformes verdes de camuflaje, pero Muna y sus compa?eras dan toda la impresi¨®n de que van a resistir en las ruinas del palacio de Baabda como los zelotas jud¨ªos de Massada.La incorporaci¨®n de la mujer a las guerras de Oriente Pr¨®ximo fue obra del naciente Estado de Israel. En 1948, el d¨ªa mismo de la proclamaci¨®n por David Ben Guri¨®n del Estado hebreo en una parte de Tierra Santa, los palestinos y sus vecinos ¨¢rabes se abalanzaron sobre los jud¨ªos. El recuerdo del holocausto estaba lo suficientemente fresco como para que estos ¨²ltimos emplearan en la batalla todos sus recursos, incluidas las mujeres. La participaci¨®n femenina en la Hagana, el incipiente Ej¨¦rcito de Israel, fue uno de los factores decisivos de su triunfo en aquella primera guerra con los ¨¢rabes.Desde entonces, el servicio militar es obligatorio para las j¨®venes israel¨ªes. Rebeca, de 19 a?os, lo cumple en la terminal israel¨ª del puente de Allenby. Su misi¨®n es registrar minuciosamente los bultos de los occidentales que penetran desde Jordama en los territorios ocupados por Israel en la Guerra de los Seis D¨ªas. Rubia, pecosa y delgada, Rebeca, nacida en Jaifa de padres originarios d? Holanda, s¨®lo se permite bromear con el extranjero tras haber comprobado que no lleva armas o explosivos.
La noche en la discoteca
Rebeca, de profesi¨®n empleada en una joyer¨ªa de Tel Aviv, cuenta que en un rato comenzar¨¢ su permiso de fin de semana y que entonces hara autoestop y se plantar¨¢ en su ciudad. Esta noche espera pasarla bailando en una discoteca de la avenida de Diziengof.
Por sorprendente que parezca, la primera gran incorporaci¨®n masiva de mujeres musulmanas a las tareas militares fue obra de la revoluci¨®n isl¨¢mica del imam Jomeini. A diferencia de la rigorista Arabia Saud¨ª, el Ir¨¢n de Jomeini, aun cubriendo a la mujer con el negro chador, nunca le impidi¨® que siguiera trabajando de cara al p¨²blico, condujera autom¨®viles, se manifestara en las calles o se presentara a las elecciones. A¨²n m¨¢s, el imam dict¨® una fatwa o decreto religioso, autorizando la participaci¨®n de las mujeres en la yihad o guerra santa, siempre y cuando ¨¦sta fuera defensiva.
Para combatir a Israel o enzarzarse en sus interminables querellas locales, los guerrilleros palestinos y las distintas milicias libanesas, en particular las cristianas, comenzaron a reclutar mujeres en los setenta. Una de ellas, una izquierdista libanesa, se lanz¨® en 1984 con un coche cargado de explosivos contra un puesto militar israel¨ª. En Marruecos no hay tales kamikazes, pero desde hace alg¨²n tiempo un pu?ado de mujeres pilotan aviones de caza de las Fuerzas Armadas Reales.
De Siria a los emiratos
Como dice ir¨®nicamente la feminista F¨¢tima Mernissi, las mujeres marroqu¨ªes han tenido la suerte de que su pa¨ªs no tenga petr¨®leo y, en consecuencia, haya necesitado sus cerebros y sus brazos. Por semejante raz¨®n, la presencia femenina en los ej¨¦rcitos y polic¨ªas de pa¨ªses ¨¢rabes como Jordania, Argelia o Sirla tiene tambi¨¦n ya algunos a?os de antig¨¹edad.
De todas las mujeres guerreras del mundo ¨¢rabe, la palma de la celebridad se la llevan las amazonas del coronel Muammar el Gaddafi. El l¨ªder libio va siempre acompa?ado de su particular escolta de chicas macizas, embutidas en uniformes de color caqui y armadas con pistolas. Las amazonas rodean y protegen a su h¨¦roe con una mezcla del celo de una enamorada y del cuidado que una madre otorga a su hijito.
Tal es la dedicaci¨®n profesional y la devoci¨®n personal de estas guerreras libias, que en ocasiones est¨¢n a punto de provocar enojosos incidentes diplom¨¢ticos. En septiembre del pasado a?o, cuando Hassan II desembarc¨® en el puerto de Tr¨ªpoli para rendir visita a Gaddafi, la escolta femenina del anfitri¨®n empuj¨® al monarca marroqu¨ª y estuvo a punto de arrojarlo al mar.
La crisis regional e internacional provocada por la invas¨ª¨®n iraqu¨ª de Kuwait ha acelerado la incorporaci¨®n femenina al oficio de las armas. Desde Siria, que ya cuenta con mujeres soldado, hasta los erniratos ¨¢rabes, sumamente conservadores, todos est¨¢n afectados por el cambio.
D¨ªas atr¨¢s, el presidente sirio, Hafez el Asad, pas¨® revista en las cercan¨ªas de Damasco a las tropas paracaidistas tras una sesi¨®n de entrenamiento. Tan marciales o m¨¢s que sus compa?eros, varias decenas de muchachas marcaron el paso ante el viejo le¨®n de Damasco.
Hasta hace unas semanas, los rigoristas pa¨ªses ¨¢rabes del golfo P¨¦rsico pod¨ªan permitirse tener a sus mujeres en casa, con el aire acondicionado a temperaturas glaciales y los abrigos de pieles comprados en Par¨ªs como ropa de estar. Ahora han comenzado a llamarlas a filas. Cuando desfilen los primeros reemplazos de guerreras de los emiratos, ya nada volver¨¢ a ser como antes.
Mientras tanto, en el lado oriental del golfo P¨¦rsico, algunos ayatol¨¢s radicales afirman que las soldados norteamericanas en Arabia Saud¨ª son en real¨ªdad prostitutas destinadas a los marines. Es un discurso que suena a viejo incluso en la mism¨ªsima Rep¨²blica Isl¨¢mica.
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