El joven Johnson
Aunque a veces pueda parecer lo contrario, todo el mundo ha sido joven alguna vez.. Incluso Magic. Acostumbrados a su camiseta amarilla con un 32 en la espalda, cuesta trabajo imaginarlo de otra forma que no sea deleitando a Jack Nicholson y compa?¨ªa.Fue hace muchos a?os. Tantos como para que en este pa¨ªs no se pudiese a¨²n decir lo que se pensaba. Cada dos a?os se celebraba en Manhein (Alemania) un torneo para selecciones juniors. En 1977, Espa?a acudi¨® con la mejor cosecha de su historia, la gran reserva del 59. Jugando m¨¢s que bien, el equipo espa?ol lleg¨® a la final, donde se enfrent¨® a EE UU. Como ocurrir¨ªa en Los ?ngeles 84, fue una masacre.
Nada ni nadie pudo evitar que subi¨¦semos al podio con la pesada carga de m¨¢s de 30 puntos de diferencia con respecto a nuestros orgullosos vecinos de caj¨®n. ?Qui¨¦n iba a imaginar que uno de nuestros verdugos nos iba a tener con la boca abierta durante su futura carrera en la NBA!
Erving Johnson -por aquella ¨¦poca no se hab¨ªa ganado todav¨ªa el apodo m¨¢gico-, era el m¨¢s espectacular dentro y fuera de la cancha. Cuando estaba en pantal¨®n corto, ya representaba la perfecta definici¨®n del jugador total. Jugaba de todo y no encajaba con nada. Cog¨ªa el rebote, llevaba el bal¨®n con el estilo que posteriormente le hizo famoso y pasado el medio del campo su visi¨®n de 360 grados le permit¨ªa dejarnos en evidencia haci¨¦ndonos ir hacia un lado mientras la pelota se dirig¨ªa justo al contrario.
Pasada la ducha, sus salidas del vestuario eran aut¨¦nticamente negras: enorme radiocasete al hombro confunky a todo volumen, y un peine incrustado en su larga y rizada cabellera.
Han pasado 13 a?os y volvemos a tener a la vista a Erving Johnson. No se presentar¨¢ con la enorme radio, y el peine lo dejar¨¢ en el hotel. Se comportar¨¢ con cordialidad y lucir¨¢ su enorme sonrisa. Pero no nos va a enga?ar. Cualquiera que le pudo ver alej¨¢ndose al ritmo ensordecedor de Michael Jackson sabe que esta especie de dios deportivo tambi¨¦n una vez fue joven.
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