Un joven hasta el final
Moravia naci¨® en el primer decenio del 900 y ha desaparecido al alba del ¨²ltimo. La cultura italiana de este siglo estar¨¢ caracterizada, pues, mejor que por otras figuras de escritores, por la presencia de este testigo de la dictadura y de su rechazo, de la posguerra y de sus decenios m¨¢s recientes, como tambi¨¦n de los numerosos debates literarios e ideol¨®gicos que los han marcado.Uso con intenci¨®n la palabra testigo en vez de la de protagonista porque corresponde a la idea que Moravia ten¨ªa del escritor como ojo vigilante de su propio tiempo. Se puede ser protagonista de primera fila siendo sencillamente un testigo -¨¦l mismo as¨ª lo dec¨ªa-, y se puede estar comprometido a disgusto.
No ha desaparecido uno de los grandes viejos del siglo. Moravia fue hasta el final un gran joven. Viv¨ªa, se indignaba y se alegraba como si tuviera 20 a?os (aquellos 20 a?os que la enfermedad le hab¨ªa robado). C¨®mo ha podido conciliar esa energ¨ªa y las ganas de vivir con el aburrimiento que proclamaba a cada instante se lo ha llevado como un secreto. Moravia se aburr¨ªa de verdad, pero quiz¨¢ como reacci¨®n era un goloso de experiencias, encuentros, viajes. Unas ganas de vivir contro voglia.
M¨¢s que un padre
Nunca asumi¨® el papel de padre-maestro en el sentido de que nunca propuso ideas fuertes para ense?ar c¨®mo se debe pensar y actuar. Moravia ha sido m¨¢s que un padre, un t¨ªo, siempre dispuesto a dar juicios o a distribuir bufidos, pero no bajo la forma de ense?anza ex c¨¢tedra, sino como testimonio de su reacci¨®n ante las cosas, los acontecimientos, las personas, las instituciones, la historia.
No se hab¨ªa construido la idea del vate, del h¨¦roe, del maldito o del m¨¢rtir, como otros protagonistas literarios del siglo; adopt¨® el papel del burgu¨¦s, narrando su ser burgu¨¦s desde dentro con l¨²cida y esc¨¦ptica vocaci¨®n de moralista. Un poco aburrido, exhibiendo improvisados gui?os de travieso apasionado y muchas sorpresas casi infantiles frente a la variedad de la vida. De la cual -aburrid¨ªsimo y con frecuentes resoplidos de irr¨ªtaci¨®n- no se ech¨® nunca atr¨¢s, esperando que fuera ella la que tomara la decisi¨®n de abandonarlo. Cosa que ha debido de provocarle su ¨²ltimo arrebato de enojo.
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