"Tengo 11 a?os y hago la guerra"
Una exposici¨®n en el Museo Internacional de la Cruz Roja recoge testimonios de ni?os que participan en enfrentamientos armados
"La muerte es mucho m¨¢s divertida que un juguete". Fidel, de 11 a?os, con una gorra sobre la frente con las siglas M-19, explica as¨ª su particular visi¨®n de la guerra. Lucha en la selva colombiana porque sus padres, ante la imposibilidad de mantenerlo,lo entregaron a los guerrilleros. Como ¨¦l, miles de ni?os -200.000 seg¨²n Unicef- participan en los conflictos armados que se est¨¢n desarrollando en todo tipo de escenarios, desde Mozambique a Per¨², pasando por el Ulster o la guerra de los gans, en Los ?ngeles (EE UU).
Coincidiendo con la Cumbre sobre la Infancia de Nueva York, una exposici¨®n recoge en la sede del Museo Internacional de la Cruz Roja, en Ginebra, la participaci¨®n de los ni?os en la guerra desde 1900 hasta nuestros d¨ªas. Todos ellos ignoran que el segundo protocolo adicional de la Convenci¨®n de Ginebra proh¨ªbe que los ni?os menores de 15 a?os puedan ser reclutados. La edad de alistamiento militar es uno de los puntos negros de la Convenci¨®n Sobre los Derechos del Ni?o, aprobada en noviembre de 1989 por la ONU. Su coordinador, el polaco Adam Lopatka, afirm¨® entonces que se hab¨ªa perdido una "ocasi¨®n de oro para mejorar la situaci¨®n". Ahora, aprovechando la reuni¨®n de este fin de semana en la ONU, representantes de grupos de j¨®venes de 20 pa¨ªses han pedido que la edad de reclutamiento se fije en 18 a?os. Pero la realidad cotidiana es que ni los 15 a?os son un l¨ªmite respetado por muchos Gobiernos o grupos guerrilleros.Robert, en Irlanda del Norte; Fidel, en Colombia; Hak, en Camboya; Lazare y Frenice, en Mozambique; Tutu, en Camboya, de nuevo, im¨¢genes de archivo de Italia en 1936 y Alemania en 1943. Ir¨¢n, 1983: ni?os y ni?as cubiertas con el chador desfilan en riguroso orden militar. Uganda, 1986; Cisjordania, en 1989, pandas de chicos equipados con una de las armas m¨¢s antiguas, la honda, lanzan piedras a un jeep israel¨ª. En un escenario m¨¢s moderno, con suelo de parqu¨¦ y grandes luces, Tutu se entrena en el manejo de las armas con los integrantes de una de las bandas que se disputan el control de los barrios marginales en Los ?ngeles (Estados Unidos). Es la llamada guerra de los gans.
Los ojos de Hak, como los de Roberto los de Fidel, son oscuros y opacos: mirada de adulto en un rostro que mantiene casi intactos todos sus otros rasgos de ni?o. ?ste es, junto a la misma edad, el nexo de uni¨®n que comparten todos los ni?os entrevistados por Giles de Maistre, de la agencia Capa. Estos testimonios forman el grueso de la pel¨ªcula Tengo 11 a?os y hago la guerra, prestada por esa agencia a la Cruz Roja Internacional para la exposici¨®n que estar¨¢ abierta en la sede de su museo, en Ginebra hasta abril del a?o pr¨®ximo.
Hak no recuerda por qu¨¦ est¨¢ en el frente. "Si te preguntan por qu¨¦ eres soldado, contesta que detestas a los comunistas", le dicen insistentemente sus compa?eros. Finalmente, la c¨¢mara avanza con ¨¦l hasta llegar a un poblado donde ni?os de casi sus mismos a?os se arrodillan ante los soldados.
"En Per¨², Sendero Luminoso tiene comandantes de 8 y 9 a?os. La vida de la gente de los poblados que toman est¨¢ muchas veces en sus manos. Es irracional todo esto", dice Blaise Oberson, jefe de sector para Am¨¦rica Central del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR).
El guerrillero que comanda el grupo de Fidel reconoce que no deber¨ªan incluir ni?os en sus filas, "pero los necesitamos, y muchos de ellos son chicos abandonados, su familia no puede alimentarlos", dice. ?ste aspecto incidi¨® en que la Convenci¨®n de los Derechos del Ni?o no modificase la edad regulada en los Convenios de Ginebra.
En la guerra Irak-Ir¨¢n fallecieron 95.000 ni?os, seg¨²n datos de Naciones Unidas.
El filme s¨®lo se exhibir¨¢ en Ginebra y no acompa?ar¨¢ a esta muestra cuando viaje a Sevilla con motivo de la Expo92.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.