La tensi¨®n del cambio constante
El PSOE es expresi¨®n y soporte de profundas aspiraciones humanas para construir una sociedad de personas libres e iguales. Por eso, su historia es s¨®lida y ha arraigado en la propia historia contempor¨¢nea de Espa?a. Los ideales socialistas tienen la fuerza ¨¦tica y la capacidad cr¨ªtica para atender nuevas necesidades de una sociedad construida sobre la tensi¨®n del cambio constante. Nuestra historia como partido nos lo permite: tenemos la fuerza de la creatividad democr¨¢tica, acumulamos entre todos una fabulosa energ¨ªa liberadora, estamos dispuestos a la renovaci¨®n continua; en definitiva, estamos abiertos a la sociedad.Esta conexi¨®n permanente con las exigencias de la sociedad espa?ola se resume en dos cifras: 115 a?os de historia y 31 congresos. Ahora estamos en v¨ªsperas del 32? congreso, nueva ocasi¨®n para el debate y la reflexi¨®n sobre viejas verdades y nuevas inquietudes. Un congreso que en ning¨²n caso se puede ensimismar en falsas pol¨¦micas personalistas, porque sus debates afectan a todos los espa?oles.
Militar en el futuro
Si la sociedad est¨¢ en continua transformaci¨®n y sus principales tendencias s¨®lo se vislumbran, el reto consiste en militar en un futuro abierto. El futuro lo construimos entre todos y lo definimos cada d¨ªa. Sin dogmas ni anteojeras. Sin conductas de superioridad. Con el objetivo constante y coherente de la liberaci¨®n de la persona, de todas las personas, como fruto gradual de las aspiraciones humanas que se perfilan siempre en el l¨ªmite de una concreta historia de errores y aciertos.Los socialistas luchamos para que la historia camine hacia la justicia de la libertad y de la iguaIdad, con la f¨®rmula de la
solidaridad como requisito para la paz. Ni m¨¢s ni menos.
Nuestra vitalidad radica, por tanto, en la capacidad de marcar finalidades concretas en cada momento hist¨®rico; en la
capacidad de agregar fuerzas que provengan de diferentes itinerarios pol¨ªticos; en la capacidad, en definitiva, de establecer
la coherencia entre los programas y las ideas, las palabras y
los hechos.
El militante socialista, por su parte, debe administrar los asuntos p¨²blicos para abrir con el poder pol¨ªtico nuevas parcelas de justicia. Tambi¨¦n debe hacer suyos los impulsos emancipadores, que surgen a diario de la sociedad, aunque incomode a los amantes de lo rancio por el solo valor de ser antiguo. Para esto, el socialista ha de romper el monopolio de los expertos en las decisiones -para convertirlas en tema de debate p¨²blico y democr¨¢tico. Ha de tensionar de modo creador la responsabilidad de gobernar y la exigencia de abrir -con la democracia como m¨¦todo- espacios al futuro. De ah¨ª nuestra responsabilidad, que es un desafio: agrupar en torno a nuestros ideales y valores una mayor¨ªa ciudadana tan amplia y s¨®lida que las actuaciones institucionales s¨®lo sean el reflejo de ese impulso democr¨¢tico.
El poder, por s¨ª mismo, ni suscita adhesi¨®n ni garantiza la transformaci¨®n del presente. El partido, no es una referencia de poder, sino una referencia humana, cuya identificaci¨®n se produce por la militancia cotidiana que asume demandas, organiza exigencias y dirige procesos. Se trata de consolidar una ¨¦tica democr¨¢tica para que todos los avances sean irreversibles. Se trata de moverse en la incertidumbre de la democracia, porque eso es lo que tambi¨¦n nos define como socialistas. Es m¨¢s f¨¢cil decirlo que hacerlo. Es nuestro desario.
Nueva cultura planetaria
Nuestro pr¨®ximo congreso no puede reflexionar con criterios aut¨¢rquicos. Espa?a es parte del proyecto de una Europa com¨²n. Y Europa puede ser eje de una nueva cultura planetaria basada en la solidaridad.La hora de los Estados nacionales ha agotado su tiempo hist¨®rico. La realidad de los consorcios econ¨®micos multinacionales y los efectos de las transformaciones cient¨ªficas y tecnol¨®gicas ha sobrepasado la capacidad de planificaci¨®n y de acci¨®n de los Estados tradicionales. La alternativa socialista es profundamente human¨ªstica: construir un Estado de personas.Un paso importante ha consistido en los logros del Estado social del bienestar. Hay razones para el optimismo: ante el paro y las desigualdades se han manifestado reflejos de solidaridad que han aplacado los individualismos exaltados, algunos corporativismos insolidarios y cierto materialismo aparentemente dominante.
Las decisiones socialistas en los ocho a?os de gobierno han caminado por esa v¨ªa. Se ha luchado contra las desigualdades a?ejas y heredadas, y contra otras nuevas surgidas de los cambios tecnol¨®gicos. Hemos aprendido que no basta con respuestas econ¨®micas a los ciudadanos. Sobre todo se han abierto condiciones para la igualdad a las aspiraciones de todas las personas; de modo especial a las mujeres, cuya discriminaci¨®n ancestral se combate en m¨²ltiples frentes.
Por eso, en la actual situaci¨®n mundial, no nos preocupan las fronteras, sino las personas. Con todas las potencialidades de la libertad individual y con las exigencias de la solidaridad social. Con el pluralismo de una riqueza cultural acumulada en cada pueblo y con la toleranc¨ªa del conocimiento compartido.
Una utop¨ªa realista
Tan amplias pretensiones se han plasmado en el Programa 2000, que es la ponencia para el debate de nuestro pr¨®ximo congreso. Es un programa para que nadie se atrinchere en el pasado, y un pelda?o para coaligarse en una nueva izquierda europea.De los documentos de discusi¨®n interna hemos suprimido la alquimia dogm¨¢tica de nuestros cl¨¢sicos, ya que han dejado de ser nuestro catecismo y no dan explicaci¨®n a una sociedad que nos demanda soluciones concretas a sus problemas y no para¨ªsos laicos.
Sus reflexiones tendr¨¢n consecuencias concretas en cada programa electoral: para los municipios, para las comunidades aut¨®nomas y para toda Espa?a. Son reflexiones con propuestas en el horizonte de la utop¨ªa emancipadora. La utop¨ªa se construye en cada momento cuando se hace probable lo que s¨®lo era posible. Es el realismo que corresponde al coraje de la elecci¨®n pol¨ªtica y de la decisi¨®n estrat¨¦gica. Es la responsabilidad que el congreso debe delegar en la comisi¨®n ejecutiva federal de este partido.
Por eso, la composici¨®n de esta ejecutiva no es tema balad¨ª, pero tampoco es la preocupaci¨®n que deba protagonizar un congreso. El futuro del partido depende de todos sus militantes y de la referencia humana que todos y cada uno de ellos efect¨²e con las exigencias sociales del entorno inmediato. Es la raz¨®n por la que la comisi¨®n ejecutiva federal debe tener una cualidad esencial: ser representativa por votos de los delegados.
La comisi¨®n ejecutiva tendr¨¢, de este modo, el coraje de reconocer y corregir los errores que hemos cometido y podr¨¢ trabajar para propiciar el debate con toda profundidad. S¨®lo asi el partido podr¨¢ gobernar -no mandar- los procesos de innovaci¨®n desde perspectivas sociales, desarrollando el progreso de la igualdad como condici¨®n para la libertad.
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