Pujol o Roca
DURANTE UNA d¨¦cada, Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) ha gobernado la Generalitat sin graves dificultades y ha ido mejorando sus resultados electorales porque su l¨ªder, Jordi Pujol, consigui¨® crear un universo pol¨ªtico catal¨¢n espec¨ªfico configurado a su medida. Las principales injerencias que se introduc¨ªan en ese universo procedentes del escenario pol¨ªtico general espa?ol han podido ser exorcizadas como acciones del enemigo exterior, y de esta forma incluso las acciones m¨¢s hostiles a CiU han acabado revirtiendo a su favor.Esto ha sido posible porque, adem¨¢s de la habilidad de Pujol, se produc¨ªa en la fase de instauraci¨®n de la autonom¨ªa, en la que la principal responsabilidad que cab¨ªa exigirle era el acierto en el dise?o de una Administraci¨®n ¨¢gil y eficaz, conjuntamente con el asentamiento pol¨ªtico de la Generalitat. La calidad de una Administraci¨®n de nuevo cu?o s¨®lo se percibe por la ciudadan¨ªa a largo plazo, sobre todo si sus eventuales defectos se arropan con la continua afirmaci¨®n simb¨®lica o sentimental de la propia diferencia.
Pero el escenario ha cambiado casi imperceptiblemente. El Gobierno de -CiU se enfrenta desde hace un a?o de forma constante a conflictos de imposible atribuci¨®n al enemigo exterior, porque derivan directamente de la gesti¨®n de las propias competencias y no de la mera afirmaci¨®n de, la autonom¨ªa y del sentimiento de la nacionalidad. Son los casos del parque de atracciones Busch, el proyecto de trasvase del Ebro, el plan de residuos industriales y la degradaci¨®n de la costa catalana, entre otros. Culminada la fase de creaci¨®n y consolidaci¨®n de la Administraci¨®n aut¨®noma, Pujol debe hacer frente a la gobernaci¨®n Cotidiana. Y si bien CiU ha demostrado que sabe, y mucho, ganar elecciones, los nuevos conflictos revelan la existencia de descontentos sobre la calidad de su administraci¨®n.
Esa evidencia es incluso mayor dentro de su propio partido que fuera de ¨¦l. El tel¨®n de fondo de los conflictos ciudadanos ha acabado traslad¨¢ndose al ¨¢mbito del partido, provocando la expectativa de unas mayor¨ªas menos aplastantes en pr¨®ximas contiendas electorales. Este augurio se ha convertido en un factor de maduraci¨®n de una primera crisis interna en Converg¨¨ncia, manifestada en el calvario en que se est¨¢ convirtiendo la designaci¨®n de un rival que pueda enfrentarse a Pasqual Maragall para la alcald¨ªa de Barcelona, que ha de presidir los Juegos de 1992, y en un primer distanciamiento claramente perceptible entre Jordi Pujol y el gran aspirante a sucederle, Roca.
Coincidentemente, el panorama pol¨ªtico espa?ol se ha modificado desde hace un a?o de manera que ha hecho pr¨¢cticamente imposible la vigencia del esquema de monopolio propio de los ¨²ltimos a?os de la pol¨ªtica catalana. Con un Gobierno del PSOE decidido a buscar el. acuerdo con el centro y los nacionalismos en las Cortes, el esquema del enemigo exterior es insostenible. Y es natural que a Pujol -acostumbrado a que nadie le tosa en su feudo, y menos a¨²n a que nadie se le acerque intentando darle el abrazo de la muerte le cueste adaptarse al nuevo esquema. Pero la l¨®gica del nuevo tiempo parece implacable: quien se resista a ¨¦l dif¨ªcilmente podr¨¢ protagonizarlo.
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