La ¨²ltima espa?ola
Saca su fuerza de la desesperanza. Es Doringa Pellitero, Dori, la ¨²ltima espa?ola que sali¨® de Kuwalt. "Me fui por mis ni?os, para que no les pasara nada, pero cada d¨ªa me pregunto si mi marido vive o ha muerto y trato de hacerme a la idea de que ha ocurrido lo peor", dice entre l¨¢grimas esta leonesa de 28 a?os, madre de tres hijos.Desde que regres¨®, el pasado 19 de septiembre, Dori respira fatalismo e incertidumbre. No ha tenido noticlas de su esposo, un hombre de negocios kuwait¨ª. Continuamente se pregunta si hizo bien en marchar y recuerda a Dolores, la ¨²nica espa?ola -igualmente casada- que queda en el pa¨ªs invadido.
Desde su boda, hace seis a?os, Dori, resid¨ªa con agrado en Kuwait. "All¨ª la mujer es muy libre y la mayor¨ªa trabaja", puntualiza esta ama de casa que ahora vive atemorizada. "Cada ruido es un sobresalto".
Ella era una m¨¢s del mill¨®n largo de extranjeros afincados en un pa¨ªs con 800.000 nativos. Dentro de lo malo, ha tenido m¨¢s suerte que la mayor¨ªa de los emigrantes. Debido a la nacionalidad de sus hijos, recibe ayuda econ¨®mica de la Embajada, cosa que no ocurre con los cientos de miles de emigrantes sin v¨ªnculos familiares con kuwait¨ªes.
"All¨ª todo era agon¨ªa. Est¨¢bamos atemorizados, pero ahora tengo m¨¢s miedo que nunca, porque puede ocurrir cualquier cosa en cualquier momento", afirma. No cree en una salida pac¨ªfica para el conflicto. "Sadam no se va a ir. De nada sirve negociar con ¨¦l. Hay que atacar", apunta. Su tono belicoso no se diferencia del empleado por la comunidad kuwait¨ª en la Costa del Sol.
Una guerra inevitable
"Me he hecho a la idea de que la guerra es inevitable y me pregunto c¨®mo quedar¨¢ el pa¨ªs", puntualiza Dori. Sin embargo, tard¨® en decidirse a abandonarlo. "Cre¨ªamos que las cosas no se agravar¨ªan tanto, aunque al cabo de dos d¨ªas ya ten¨ªamos preparadas toallitas con carb¨®n para evitar los efectos de las armas qu¨ªmicas", recuerda.
Cuando, en los primeros d¨ªas de la crisis, oy¨® en Radio Exterior de Espa?a que el presidente Gonz¨¢lez calificaba la crisis como un conflicto regional, se sinti¨® desamparada. La sensaci¨®n aument¨® despu¨¦s de que soldados iraqu¨ªes registraran dos veces su domicilio en busca de armas.
"Persiguen a los miembros de la resistencia, que son muchos. Se dice que en la pista de hielo hay 2.000 cad¨¢veres. Es terrible, cada d¨ªa te cuentan que ha muerto el hijo de alg¨²n conocido", explica.
Dori, que intent¨® sin ¨¦xito que su marido pudiera abandonar el pa¨ªs con un pasaporte espa?ol, s¨®lo ha sacado una ense?anza de su tragedia: "La vida no es como tiene que ser".
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