Ventanas rotas
En el peque?o pueblo situado entre Leipzig y Dresde, las mujeres que se dirigen al destartalado Konsum no hablan alem¨¢n; son esposas de los militares sovi¨¦ticos instalados en la localidad. Constituyen el s¨ªmbolo de un pasado nada brillante, a pesar de los enga?os de fachada, y se integran en el gris desolador de un paisaje urbano en el que apenas empiezan a despuntar los signos del cambio: un taller de reparaci¨®n de neum¨¢ticos, una taberna reci¨¦n pintada, un sex shop. Al recorrer el interior de la que fuera Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana nada evoca la imagen de pujanza transmitida por las grandes construcciones de Berl¨ªn Este, las estad¨ªsticas oficiales y el se?uelo de los triunfos deportivos. Incluso la entrada desde una carretera secundaria en una gran ciudad como Dresde evoca de inmediato los destrozos de la guerra, antes que un nuevo mundo en construcci¨®n. De la carretera con adoquines en p¨¦simo estado se pasa a unos suburbios donde la m¨¢xima nobleza la ponen las construcciones de preguerra, con los cristales rotos y las fachadas sin revocar durante d¨¦cadas. Es un pr¨®logo adecuado para el espect¨¢culo de un centro urbano a¨²n herido por el gran bombardeo de 1944. La exuberancia formal del rococ¨® en el Zwinger, el palacio-teatro de Augusto el Fuerte, en la avenida de Juli¨¢n Grimau, resulta entristecida por el tono negruzco de sus muros y por el cerco de ruinas y restauraciones inacabadas. No lejos, un extenso mercadillo ofrec¨ªa todo tipo de art¨ªculos de vestuario de ¨ªnfima calidad transportados desde la Rep¨²blica Federal de Alemania. La producci¨®n propia parec¨ªa haberse esfumado ante la hegemon¨ªa absoluta de las redes de distribuci¨®n occidentales. Todo indica que en pocos meses se ha disuelto la identidad de una sociedad que tras la D de Alemania ha optado por la absorci¨®n en la RFA. Eso s¨ª, desde una subalternidad manifiesta, cuyo mejor s¨ªmbolo son los grandes mercados de autom¨®viles de segunda mano en las explanadas de las afueras de la ciudad. El problema es saber qu¨¦ ocurrir¨¢ con la producci¨®n y el empleo en esa sociedad desvanecida, pero cuyos individuos siguen estando ah¨ª, muchos de ellos produciendo art¨ªculos quiz¨¢ sin salida posible. La soluci¨®n es fundamentalmente econ¨®mica, pero la factura a pagar, en todos los terrenos, resulta, con toda seguridad, m¨¢s alta que la inicialmente prevista.El contraste es notable al cruzar la frontera checoslovaca. Si el futuro de la ex RDA puede contemplarse con optimismo merced a su integraci¨®n en la RFA, su imagen presente es de desarraigo y crisis. En cambio, los equilibrios fundamentales de la sociedad checoslovaca no se han visto alterados por una transformaci¨®n a la que justamente se ha asignado como s¨ªmbolo el terciopelo. Aqu¨ª el color negro corresponde a las previsiones futuras, si sigue la ausencia de inversiones extranjeras y entra en juego una recesi¨®n mundial. El propio car¨¢cter magm¨¢tico del Foro C¨ªvico y la personalidad del presidente Havel contribuyen al mantenimiento de las constantes vitales de la sociedad. La ruptura con el referente comunismo es tan completa como en otros pa¨ªses de la zona, pero se mantiene la imagen positiva de la Primavera de Praga, sobre la cual incluso el Gobierno ha dirigido un esfuerzo especial de documentaci¨®n por medio de una comisi¨®n encargada de hacer luz sobre todos los aspectos del proceso. Desde este ¨¢ngulo, nos contaba el historiador Milos Hayek, la presencia del ex l¨ªder comunista Alexander Dubcek tiene un valor m¨¢s que simb¨®lico, especialmente dado su prestigio en Eslovaquia. La presencia en el marco del Foro de los antiguos renovadores v¨ªctimas de la normalizaci¨®n, en el grupo Obroda (Renacimiento), con el propio Hayek a la cabeza, garantiza la posibilidad de un enlace irrealizable en otros pa¨ªses socialistas, tanto respecto de las tradiciones de izquierda en el pa¨ªs como de las perspectivas de formaci¨®n de un socialismo democr¨¢tico que no se limite a buscar la homologaci¨®n con las socialdernocracias occidentales mientras juega a la contra capital¨ªzando los costes de 1 a transformaci¨®n. En Checoslovaquia este papel queda reservado para la totalidad o un sector del antiguo partido comunista, que, en la expresi¨®n de Hayek, cuenta a¨²n con una cuantiosa afiliaci¨®n residual de almas muertas. Frente a ello, el principal obst¨¢culo reside en la indefinici¨®n que a¨²n aqueja al panorama pol¨ªtico. Si la participaci¨®n electoral fue alta en las parlamentarias, superior al 90%, ello se debi¨® a que las elecciones fueron entendidas por la poblaci¨®n como un plebiscito por la democracia. La propia existencia del Foro C¨ªvico refleja en su composici¨®n pluralesa persecuci¨®n de un objetivo central. Luego lleg¨® el primer golpe de des¨¢nimo con las subidas de precios en junio, entre el 30% y el 40%. Para canalizar la opini¨®n p¨²blica, las organizaciones posibles de izquierda, del tipo Obroda o el Partido Socialdem¨®crata, son a¨²n de gran debilidad num¨¦rica: de 6.000 a 10.000 afiliados. Los procesos de privatizaci¨®n y de reforma de la organizaci¨®n campesina no suscitan por el momento grandes conflictos. El mercado negro de divisas sigue, pero el seguimiento de las normas oficiales sobre cambio y el tipo oficial razonable reducen sus efectos tradicionales. S¨®lo falta, pues, que los vientos de la crisis no se Heven por delante lo realizado.
El caso checoslovaco muestra la necesidad de introducir matizaciones sobre la afortunada met¨¢fora de Lech Walesa, dirigida a subrayar las dificultades del camino de vuelta del comunismo: es m¨¢s f¨¢cil hacer una sopa de pescado con los peces de un acuario que lo opuesto, dar vida a un acuario con los peces ya cocinados. El diagn¨®stico ser¨ªa v¨¢lido para las instituciones, pero no tanto para los hombres y las tradiciones culturales y pol¨ªticas. El papel de este ¨²ltimo factor est¨¢ cobrando creciente importancia en la determinaci¨®n de los procesos de restauraci¨®n socioecon¨®mica en la Europa del Este. El resultado que parece dibujarse se asemeja a un abanico de situaciones dispares, dejando de lado la gran excepci¨®n de la RDA, donde los extremos corresponder¨ªan a la hegemon¨ªa de fuerzas nacionalistas tradicionales, en pa¨ªses como Hungr¨ªa o Polonia, y a la recomposici¨®n interior de otro poder tambi¨¦n tradicional, pero esta vez el forjado en la era comunista en Rumania. La ansiedad ante el porvenir econ¨®mico es ya su ¨²nico denominador com¨²n
.Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense.
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