Carolina de M¨®naco, profundamente abatida, da el ¨²ltimo adi¨®s a Casiraghi
Carolina de M¨®naco era ayer en el funeral por su marido una mujer abatida y d¨¦bil, sobre cuyos 33 a?os parec¨ªa que hab¨ªa ca¨ªdo de pronto el peso de tres d¨¦cadas. Entr¨® tambale¨¢ndose en la catedral donde hace ocho a?os una -ceremonia similar, pero de mayor pompa, despidi¨® a su madre, Gracia de M¨®naco, y tuvo que ser esta vez su padre, Rainiero, quien la ayudara a subir las escaleras y a levantarse cada vez que as¨ª lo impon¨ªa el rito de la misa de difuntos. En el interior del templo, la viuda de Stefano Casiraghi, muerto el pasado mi¨¦rcoles en accidente moton¨¢utico en las aguas de Niza, recuper¨® levemente la compostura y mantuvo su cabeza alta y muy triste.
, Fue una ceremonia solemne, pero nada pomposa. Las celebridades habituales en este tipo de duelo fueron escasas, y aunque la iglesia se llen¨® al borde de su capacidad, unas 1.500 personas, el entierro no produjo una manifestaci¨®n incontrolable. Despu¨¦s de la ceremonia f¨²nebre, que fue oficiada por el arzobispo de M¨®naco, Joseph Sardou, Casiraghi fue enterrado sin otros testigos que su familia en la capilla de la Paz donde ya reposan el padre de Rainiero y otros parientes suyos. Gracia de M¨®naco est¨¢ enterrada en la catedral, pero ella es una excepci¨®n, porque s¨®lo los pr¨ªncipes de sangre real pueden ser sepultados en este templo. Rainiero quiso que Gracia reposara tambi¨¦n all¨ª.Durante la ceremonia f¨²nebre de ayer, Carolina fue en todo momento la imagen de una mujer fr¨¢gil, sumida en un dolor que parecia haberla ensimismado profundamente. Tocada con una mantilla espa?ola y protegida por sus habituales gafas de sol fue ayudada por su padre cuando el rito religioso le obligaba a alzarse. A la salida de la catedral, seguida por sus hermanos, Estefan¨ªa y Alberto,. y por los padres de Casiraghi, volvi¨® a reproducirse la sensaci¨®n de que Carolina de M¨®naco ha sido apresada por la tragedia y vive verdaderamente anonadada.Fuerza y amorEl arzobispo de M¨®naco le recomend¨® fuerza y amor, para que perpetuara en sus tres hijos el ejemplo de su padre, a quien el arzobispo atribuy¨® una ""personalidad muy atractiva" y un esp¨ªritu deportivo que hab¨ªa asumido el riesgo de medirse con el mar. "Pero el mar es peligroso, y la atracci¨®n que ejerce sobre los hombres puede llegar a ser tambi¨¦n un arma mortal", dijo el sacerdote. "Se?ora, hay que superar el golpe terrible que esta muerte supone para usted y para sus tres hijos". Uno de los tres hijos, el mayor, Andrea, ya sabe que su padre ha muerto.
Fue una ceremonia sobria hasta en los nombres propios. Estaban Alain Delon y Roberto Rossellini, novio de juventud de Carolina y que era amigo del matrimonio. La leyenda que surc¨® la catedral fue que tambi¨¦n hab¨ªa ido al funeral PhiIippe Junot, el primer marido de Carolina de M¨®naco, pero excepto quienes lanzaron el rumor nadie m¨¢s le vio en el templo. En la catedral tambi¨¦n estaba una habitual de la jet espa?ola, Gunilla von Bismark, que comparte su vida marbell¨ª con su residencia en M¨®naco.
Dan¨ªelle Mitterrand, la esposa del presidente franc¨¦s, era la personalidad m¨¢s relevante de la vida francesa e internacional, porque a la ceremonia no acudi¨® ning¨²n representante activo de las realezas europeas. El rey exiliado de Rumania, Miguel, estaba entre los asistentes, con otros pr¨ªncipes del exilio, y junto a algunos miembros de la Administraci¨®n francesa El hecho de que el matrimonio de Carolina y Stefano no haya recibido el refrendo religioso ha podido alejar de esta ceremonia f¨²nebre a representantes oficiales que hubieran sido habituales en un entierro de una personalidad relacionada con la familia principal de M¨®naco.
El arzobispo del principado destac¨® el esp¨ªritu cristiano y, abnegado de Casiraghi y su discurso fue una carta a la viuda, pero nunca en el pasado, el propio arzobispo reconoci¨® que Carolina y Stefano eran esposos, y al mantener la vigencia cat¨®lica del primer matrimonio con Junot impidi¨® la consolidaci¨®n oficial de la uni¨®n con Casiraghi.
Si el pr¨ªncipe Alberto, heredero del Principado, persiste en su solter¨ªa y no tiene descendencia, Andrea ser¨ªa el heredero y Carolina la regenta. Pero Andrea es, a los efectos de las normativas cat¨®licas por las que se rige la sucesi¨®n en M¨®naco, hijo y ahora hu¨¦rfano de un casamiento civil.
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