Ir a la guerra
Torear ayer en Las Ventas debi¨® ser para los chavales, los tres con la edad propia de los soldados, tan desagradable y tormentoso como si los hubieran enviado a la guerra del Golfo. Se desconoce qu¨¦ hubieran preferido, de haber podido elegir. Los galafates a los que se enfrentaron, marrajos e imposibles p ara el lucimiento, el desatado ventarr¨®n y el fr¨ªo congelador eran la ant¨ªtesis de las condiciones en que debe celebrarse Un festejo con m¨ªnimas esperanzas de intentar el toreo.Ninguno de los tres coletudos se arredr¨® y sus arrestos para enfrentarse a tanta inclemencia les elevan casi a la categor¨ªa de h¨¦roes, merecedores de la medalla al sufrimiento. Porque los moruchos de La Laguna salieron abantos y jam¨¢s cambiaron de catadura, salvo para empeorar. Sus escasas fuerzas no constituyeron ventaja para los chavales, pues se defend¨ªan tirando escalofriantes tornillazos que los diestros aguantaron imp¨¢vidos.
Laguna / Mart¨ªnez, Paquillo, Mart¨ªn
Novillos de La Laguna, de excelente presentaci¨®n,, mansos, peligrosos y flojos. Angel Mart¨ªnez: ovaci¨®n en los dos. Paquillo: silencio; palmas. Miguel Mart¨ªn: ovaci¨®n en los dos. El subalterno Clemente Yang¨¹ez El Millonario fue atendido en la enfermer¨ªa de una contusi¨®n en hombro izquierdo y un puntazo en muslo derecho, de pron¨®stico reservado.Plaza de Las Ventas, 7 de octubre. Casi media entrada.
Semejantes regalitos jam¨¢s dispararon salvas, ya que sus bien armadas testas dieron en la diana en varias ocasiones en las que voltearon a sus aguerridos rivales. Incluso al subalterno El Millonario, que tras poner un par de banderillas y resultar perseguido, derribado y cazado por el quinto malage, le ech¨® bemoles, para no ser menos que su capit¨¢n, Paquillo, y volvi¨® hacia la fosca carota del bicho para colocar el siguiente antes de pasar a la enfermer¨ªa de campa?a.
Su compa?ero Antonio Romero, a las ¨®rdenes de Angel Mart¨ªnez, destac¨®, adem¨¢s de _por el valor, como todos los toreros, por su templad¨ªsima y adecuada brega y tambi¨¦n por los dos pares excepcionales que coloc¨®.
Levantar al p¨²blico
Miguel Mart¨ªn fue el m¨¢s aguerrido, si cabe, de la terna, el. ¨²nico que levant¨® al p¨²blico y para el que restallaron las m¨¢s sonoras ovaciones. Lo logr¨® tambi¨¦n con los rehiletes, que clav¨® con -autenticidad, encontrando siempre novillo y reuniendo en una perra chica, siempre despu¨¦s de juguetear con los bichotes. Tambi¨¦n fue el ¨²nico que administr¨®, hasta que le permitieron sus brusqu¨ªs¨ªmos y pregonaos novillos, alg¨²n detalle variado y de gusto con percal y sarga.Mart¨ªnez y Paquillo navegaron con gran entrega, e inconsciente valor, sobre todo en el caso del primero, por los procelosos mares en que sus novillos convirtieron la lidia. Bastante hicieron con quit¨¢rselos de encima dignamente y sin perder los papeles, aunque fuera a base de tremendos sustos, y bajo la com¨²n consigna de: A por ellos, que es la guerra.
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