Un l¨ªrico universal
Octavio Paz es considerado, por opini¨®n casi un¨¢nime de la cr¨ªtica y de los lectores, como el poeta m¨¢s importante de Hispanoamerica. Fallecidos Neruda y Vallejo, es Octavio el gran superviviente y el gran mantenedor de la bandera po¨¦tica. No ha de sorprender, pues, que le haya sido concedido el premio Nobel. Miro en el mundo hisp¨¢nico, dejo que mi mirada corra m¨¢s lejos, hacia el mundo occidental, y no encuentro poeta de quien pueda decirse con m¨¢s raz¨®n: ¨¦ste es un l¨ªrico de talla universal.Poeta es Octavio, poeta en primer t¨¦rmino, y en segundo t¨¦rmino y tambi¨¦n en tercero: cuanto escribe, est¨¢ impregnado de poes¨ªa, cargado de poes¨ªa, y se levanta sobre la vulgaridad cotidiana y sobre el prosa¨ªsmo habitual como un ave de vuelo singular cuya mirada, de lejos, alcanza a penetrar en los rincones m¨¢s secretos del coraz¨®n.
Cr¨ªtico notable, cr¨ªtico de prosa brillante, acerada, precisa: sus trabajos sobre Rub¨¦n Dar¨ªo, sobre L¨®pez Velarde, sobre Guill¨¦n son textos de necesaria consulta para quien se interese en estos poetas. Pero son, adem¨¢s, piezas en su propio derecho, atractivas para quien siente la belleza del lenguaje y experimenta en sus vueltas y revueltas la impresi¨®n de la belleza. Si Rub¨¦n ped¨ªa ex¨¦getas andaluces para sus poemas, ciertamente los tuvo en Machado y en Juan Ramon Jim¨¦nez; por a?adidura ahora, hace ya a?os, desde la aparici¨®n de El caracol y la sirena, los tiene mexicanos. Entre Paz y Dar¨ªo hay una corriente de simpat¨ªa y atracci¨®n que merece ser examinada, sopesada y valorada en cuanto representa el tr¨¢nsito del modernismo a la modernidad.
Octavio Paz es la modernidad en persona o, mejor dicho, en obra, en acto. El abri¨® las puertas, con Juan Ram¨®n y con Jorge Gu¨ªll¨¦n, de este momento en que estamos viviendo de plenitud y de gracia artistica, cuando la poes¨ªa de lengua espa?ola, quiz¨¢ por repartirse en 20 pa¨ªses, es una de las m¨¢s ricas que cabe imaginar. Admiraci¨®nBaste pensar en los hombres reci¨¦n mencionados y en otros muchos que podr¨ªan aportarse sin esfuerzo, para entender que, seg¨²n se?al¨® Am¨¦rico Castro, y antes Men¨¦ndez Pelayo, si nuestra ciencia acaso no est¨¢ a la par de las que en otros pa¨ªses se producen, nuestro arte no desmerece en relaci¨®n con ninguno: ni en las artes pl¨¢sticas, ni en la poes¨ªa las gentes de ultrapuerto que contemplen lealmente nuestro panorama podr¨¢n hacer otra cosa que declarar su admiraci¨®n.
Bien est¨¢ que despu¨¦s de Neruda, de Juan Ram¨®n, de Aleixandre, llegue ahora Paz como portador de la oriflama de la creaci¨®n hermosa para recordar a los desmemoriados que la poes¨ªa hisp¨¢nica sigue viviendo un momento de grandeza. Al felicitar a Octavio Paz, tan mexicano, tan hispanoamericano y tan espa?ol, nos felicitamos a nosotros mismos, y sabemos que el entender¨¢ bien que hoy es un d¨ªa de alegr¨ªa para los espa?oles.
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