Las cuentas ocultas
EL PRESUNTO nuevo fraude fiscal desarrollado a trav¨¦s de cuentas bancarias secretas o innominadas -llamadas as¨ª por ocultar la identidad de sus titulares- incrementa en cerca de 200.000 millones, seg¨²n las apreciaciones de Hacienda, los fondos monetarios al margen del sistema. Conforman la bolsa que busca en el secreto y la ocultaci¨®n la evasi¨®n de los controles de las autoridades fiscales, o del Banco de Espa?a, o de la polic¨ªa y la justicia, es decir, representantes de una sociedad y un sistema democr¨¢ticos.Los bajos intereses pagados en estas cuentas -que oscilan entre el 0% y el 3% (ver EL PMS de ayer, s¨¢bado)- permiten deducir que el origen de estos fondos ha de ser en muchos casos necesariamente irregular. No se explica de otra forma una inversi¨®n con unas tasas de rentabilidad simb¨®licas en un pa¨ªs en el que los tipos de inter¨¦s superan el 15%, las llamadas supercuentas bancarias rinden entre el 13% y el 14%, los pagar¨¦s del Tesoro -con una opacidad admitida por el Estado- el 5,5%, mientras que la inflaci¨®n est¨¢ en el 6,5%. Lo peculiar de estos dep¨®sitos, y probablemente lo que justificar¨ªa su existencia, es que busquen con m¨¢s inter¨¦s la propia ocultaci¨®n que la defraudaci¨®n fiscal de sus rendimientos. De ah¨ª que acepten la m¨ªnima rentabilidad, por debajo del ¨ªndice de inflaci¨®n.
?Qu¨¦ o qui¨¦nes pueden pretender el anonimato?; s¨®lo el dinero que procede de actividades delictivas o moralmente denunciables: contrabando, narcotr¨¢fico y dem¨¢s operaciones ?legales o especulativas en grado sumo. Pi¨¦nsese que el movimiento del tr¨¢fico de drogas genera, seg¨²n algunos expertos, en torno a los 500.000 millones de pesetas al a?o.
Tras la exposici¨®n de los hechos y su aproximadacuantificaci¨®n cabe preguntarse por las causas que los motivaron y el talante con que se aplic¨®. La amplitud que parece haber adquirido el fen¨®meno de las supercuentas, que afectar¨ªa a un buen n¨²mero de entidades bancarias, podr¨ªa explicar -aunque sea parcialmente- la acuciante necesidad de captar clientes y recursos. El estilo con que se llev¨® a cabo sorprende, sobre todo, por la frialdad de las circulares internas de las entidades financieras, o m¨¢s correctamente de algunas de ellas, explicando c¨®mo simular el n¨²mero del documento nacional de identidad en la contabilidad bancaria para cubrir la apariencia de normalidad ante eventuales inspecciones.
Cabe destacar en el contexto de esta historia -que supera con creces el calificativo de picarescala reacci¨®n del presidente de la patronal bancaria (AEB), Jos¨¦ Luis Leal, quien adopt¨® una posici¨®n constructiva al ofrecer su colaboraci¨®n institucional a las autoridades para detectar el alcance de estas pr¨¢cticas, a la vez que ofrec¨ªa su ayuda para evitar que ning¨²n capital escape de la tributaci¨®n fiscal. Por el contrario, en el ¨¢mbito de las responsabilidades de quienes deben velar por el cumplimiento de las leyes, resulta de dif¨ªcil comprensi¨®n el que una masa de dinero de tales caracter¨ªsticas haya podido pasar desapercibida para las autoridades monetarias y econ¨®micas. Sorprende tambi¨¦n el silencio que mantienen hasta el momento sobre un hecho de singular importancia.
Por ¨²ltimo, hay que se?alar que el presunto nuevo fraude fiscal se apoya en la adquisici¨®n de pagar¨¦s de? Tesoro, cuya opacidad fiscal est¨¢ permitida por el Estado. Mientras este sistema se mantenga, siempre se podr¨¢n formular nuevos trucos y combinaciones financieras para eludir la legislaci¨®n tributaria. Es tiempo, pues, de demandar las explicaciones no facilitadas y de exigir las actuaciones correspondientes sobre los responsables de estas situaciones, por acci¨®n u omisi¨®n. De lo contrario, los hechos acabar¨¢n por imponer el nuevo concepto de las dos Espa?as: la que paga y cumple con las leyes y la que oculta o defrauda.
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