Memoria
Se celebran hoy en Catalu?a distintos actos institucionales conmemorativos de Lluis Companys, el presidente de la Generalitat de Catalu?a capturado por los nazis y entregado a la justicia sumar¨ªsima de Franco. Companys fue maltratado de palabra y obra, juzgado esperp¨¦nticamente, fusilado hace 50 a?os en el castillo de Montju?c "con sus fosos requemados por los fusilamientos", como lo poetizara a?os despu¨¦s Jaime Gil de Biedma. Las primeras figuras de la II Rep¨²blica Espa?ola han tenido diferente suerte memorizadora. Televisi¨®n Espa?ola dedica a Aza?a un serial a las cinco en punto de la madrugada, por si alg¨²n aza?ista tiene insomnio y quiere verlo o cualquier enfermo en duermevela o duermevida se busca la compa?¨ªa de una televisi¨®n tan residual como ¨¦l mismo. Por lo visto, el esp¨ªritu de la transici¨®n sigue recelando de los esp¨ªritus de la II Rep¨²blica, y Aza?a no puede ser incorporado a nuestro patrimonio democr¨¢tico en una hora de esas que llaman punta.Companys no ha tenido mejor tratamiento. Se le dedic¨® una pel¨ªcula bienintencionada, y sus herederos al frente de la Generalitat nunca se esforzaron demasiado por reconstruir su estatura hist¨®rica, ni siquiera cr¨ªticamente. Era un antecedente inc¨®modo, representante de una Catalu?a y una Espa?a borrachas de libertad y de utop¨ªa, entregadas a todas las urgencias hist¨®ricas que abr¨ªan el camino hacia el cambio so?ado por las clases populares durante un largo siglo. Los perdedores de la guerra civil se vieron obligados a esconder su memoria, peligrosa se?a de identidad en contraste con la realidad que les delimit¨® el r¨¦gimen franquista desde su zoolog¨ªa de animales fascistas y triunfales. Tambi¨¦n en contraste con este final de siglo y de milenio, tan posibilista que convierte la recuperaci¨®n de Aza?a en un manjar para insomnes y la de Companys en una necesidad de calendario. No en una necesidad hist¨®rica.
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