La salida de los rehenes apacigua la pol¨¦mica
Sadam Husein entreg¨® su pistola a un guardaespaldas la tarde del 13 de octubre y se acomod¨® en su poltrona para escuchar las razones de cuatro espa?oles que solicitaban gracia para 15 compatriotas cautivos en la fortaleza de Bagdad. Aquel d¨ªa, Gustavo Villapalos, rector de la Universidad Complutense de Madrid, se encomend¨® con m¨¢s fe que nunca a un relicario de Teresa de Jes¨²s, santa de su devoci¨®n desde que una estampa y un trozo del manto de la venerada aparecieran misteriosamente en su cuna de reci¨¦n nacido.
Los malentendidos, pol¨¦micas y suspicacias por una misi¨®n dificil como pocas quedaron tapadas cuando rehenes y mediadores llegaban el lunes a Jordania. Ayer mismo, aterrizaban en Madrid. La pesadilla hab¨ªa terminado.Dos horas m¨¢s tarde, Cristina Almeida, Villapalos, Ignacio Montejo y Eugenio S¨¢nchez lloraban de alegr¨ªa cuando Sadam, se?or de vidas y haciendas, decid¨ªa extender los 15 salvoconductos. Conclu¨ªa con ¨¦xito una pol¨¦mica y disputada misi¨®n rodeada de claroscuros. El Gobierno espa?ol, desde el anuncio de que la comisi¨®n encabezada por la diputada de Izquierda Unida y el rector de la Complutense intentar¨ªan la liberaci¨®n de todos los espa?oles sorprendidos en Irak o Kuwait durante la invasi¨®n del emirato, se hab¨ªa distanciado de las gestiones efectuadas por el grupo mediador en la naci¨®n ¨¢rabe. De hecho, el embajador en la capital iraqu¨ª, Juan L¨®pez de Chicheri, no acudi¨® al aeropuerto a recibirles, pretextando una reuni¨®n de trabajo.
Las posteriores declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, en las que descalificaba al presidente iraqu¨ª fueron consideradas inoportunas e interpretadas por la mayor¨ªa de los miembros de la expedici¨®n espa?ola como un intento de torpedear el viaje. Una vez estudiadas por Bagdad las manifestaciones del jefe de la diplomacia espa?ola, un funcionario iraqu¨ª comunic¨® a Cristina Almeida que las cr¨ªticas de Ord¨®?ez hab¨ªan interrumpido un prometedor avance hacia la liberaci¨®n de los rehenes. De todas formas, agreg¨®, no conven¨ªa suspender la conferencia de prensa prevista con antelaci¨®n.
La publicaci¨®n en el diario Abc de Madrid de unas declaraciones atribuidas a Gustavo Villapalos provoc¨® una nueva situaci¨®n embarazosa y gestiones para atemperar el malestar de los iraqu¨ªes. El Gobierno de Sadam Husein lo interpret¨® como un intento del grupo espa?ol por desmarcarse del r¨¦gimen e imput¨® a la delegaci¨®n m¨®viles ego¨ªstas e insolidarios. Villapalos, que se vio obligado a redactar un ment¨ªs en espa?ol, reconoci¨® en Amm¨¢n que habl¨® con una persona de la redacci¨®n del diario madrile?o, pero neg¨® haber efectuado esas manifestaciones.
Gestiones dif¨ªciles
Eugenio S¨¢nchez, de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos, subray¨® que las gestiones no fueron f¨¢ciles, ya que en ning¨²n momento ocultaron su desacuerdo con la invasi¨®n de Kuwait. En respuesta a las declaraciones del ministro, S¨¢nchez denunci¨® que Espa?a critica a Sadam Husein mientras desarrolla fluidas relaciones con el rey Hassan de Marruecos, pese a que mantiene prisioneros a numerosos saharauis. La noche del martes el embajador espa?ol en Amm¨¢n, Ram¨®n Armengod, cumpli¨® el inc¨®modo encargo de comunicar a los mediadores espa?oles que estaba autorizado para pagar las habitaciones del hotel de los liberados pero no las suyas.
Para no desairar al diplom¨¢tico, la delegaci¨®n acept¨® la invitaci¨®n a cenar en el hotel Plaza. El ¨¢gape, al que tambi¨¦n fue convocada la prensa espa?ola que cubri¨® el desarrollo de la misi¨®n, constituy¨® una sucesi¨®n de brindis y buenaventuras. Gustavo Villapalos, que el d¨ªa 15 cumpli¨® 41 a?os, invit¨® a champa?a y abon¨® una factura de 100.000 pesetas. Cristina Almeida, a la derecha del embajador, confes¨® que hab¨ªa prometido adelgazar 20 kilos si triunfaban. Antes de la audiencia con Sadam Husein recompuso su peinado con un audaz rizado. Fayed, un palestino residente en Madrid, hizo de traductor.
Los repatriados, de heterog¨¦nea procedencia y diferente car¨¢cter, quer¨ªan olvidar las tensiones y aspectos negativos originados por una estancia incierta y forzosa en un pa¨ªs asediado y en constante alerta b¨¦lica. Ninguno de ellos quiso volver a hurgar en las susceptibilidades originadas entre los espa?oles atrapados cuando lleg¨® la delegaci¨®n encabezada por Cristina Almeida, a la que acompa?aba Ignacio Montejo, abogado del despacho dela parlamentaria.
El rector de la Universidad Complutense de Madrid se. reuni¨® con el catal¨¢n Carlos Soc¨ªas, que se tranquiliz¨®. Villapalos asegur¨® que la delegaci¨®n no ten¨ªa m¨¢s que una lista y que ni el secretario general t¨¦cnico de Justicia, Joaqu¨ªn Fuentes Barbaj¨ª, ni el magistrado Juan Miguel Torres, el abogado Carlos Uribe o el arquitecto Mariano Ram¨ªrez ten¨ªan ventaja. Soc¨ªas expres¨® su criterio favorable a que en el caso de que no pudieran salir todos se diesd prioridad a los espa?oles de m¨¢s edad.
Picard¨ªa
La delegaci¨®n espa?ola trabaj¨® arduamente y con no pocos sufrimientos, y cada uno de sus componentes, en ocasiones con meritoria picard¨ªa, hizo lo que pudo. El viernes, cuando todav¨ªa no se hab¨ªa conseguido ninguna garant¨ªa de liberaci¨®n, Almeida y otro miembro de la expedici¨®n decidieron visitar las ruinas de Babilonia. Villapalos, entre tanto, se entrevistaba a solas con el ministro de Asuntos Exteriores, Tarek Aziz. El inter¨¦s por amplificar los resultados y rentabilizar las dificiles gestiones en Bagdad fue notable, al igual que la l¨®gica tendencia a barrer para casa. El rector de la Complutense, por ejemplo, dispuso de su propio gabinete de prensa.
No parece, sin embargo, a juzgar por las bromas y piropos escuchados en la cena, que la armon¨ªa del grupo haya estado en peligro, y existen pruebas gr¨¢ficas del rector y Cristina Almeida cantando a d¨²o desgarradoras melod¨ªas de Antonio Molina.
Montejo aludi¨® en los brindis del martes a la generosidad de Villapalos. "Unos amigos de la Universidad le pidieron que hiciera una carta de presentaci¨®n a una gente importante de Bagdad a fin de que la operaci¨®n de paz saliera bien. Gustavo Villapalos, en un arranque de generosidad absoluta, no solamente dio la carta, sino que dijo: "Ah¨ª estoy yo".
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