El 3% de Madrid: ?qui¨¦n tira la primera piedra?
El autor, defensor del proyecto de Ley del Fondo de Solidaridad Municipal ante la Asamblea de Madrid en 1984, aprovecha el fallo a favor del impuesto por el Tribunal Constitucional para hacer una reflexi¨®n sobre el recargo del 3%.
Ya era hora. Han sido m¨¢s de cinco a?os soportando las befas de los lerdos y la c¨ªnica comprensi¨®n de los listillos. Y resulta que quienes cre¨ªamos en los principios de corresponsabilidad y solidaridad en la financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas ten¨ªamos raz¨®n.El mal llamado impuesto Leguina no vio la luz, ni probablemente la ver¨¢ nunca, sin que ello signifique que su constitucionalidad no represente un enorme paso hacia un sistema de financiaci¨®n de las autonom¨ªas en el que el victicinismo tan al uso tenga ya poca cabida. Defend¨ª el proyecto de Ley del Fondo de Solidaridad Municipal ante la Asamblea de Madrid a finales de 1984, y ahora, desde la serenidad que da el estar apartado de la pol¨ªtica activa, creo que puedo aportar alguna reflexi¨®n ¨²til.
La autonom¨ªa de Madrid era una criatura de apenas dos a?os cuando nos dimos cuenta de que le faltaba alimento para desarrollarse sana y fuerte. Por aquel entonces era normal calificarla de Diputaci¨®n ampliada, dado el escaso margen de maniobra que su estrechez financiera le permit¨ªa. En particular, las actuaciones en los pueblos de la periferia eran de imposible abordaje en el estrecho marco de los presupuestos. Leguina acept¨® el reto y juntos dimos cuerpo a la idea que, por cierto, fue acogida con desigual agrado por nuestros compa?eros; hac¨ªa falta el coraje del actual presidente para meterse a navegar en las aguas de una LOFCA no explorada a¨²n del todo.
La destrucci¨®n del contrario
Una vez hecho p¨²blico el proyecto de ley, la Reacci¨®n (con may¨²scula) se lanz¨® a la calle. Porque una cosa es la oposici¨®n a esta u otra medida de pol¨ªtica econ¨®mica y otra muy diferente es el uso de cualquier arma para la destrucci¨®n del contrario.
Me explico: la campa?a de recogida de firmas contra el recargo (firme usted, que si no, le quitan el 3% de su sueldo, recuerdo que dec¨ªan) es una de las acciones m¨¢s irresponsables de los populares desde que con ese nombre existen. Quiz¨¢ si su actual presidente (el se?or Aznar es fiscalista de profesi¨®n) hubiese estado entonces en el candelero hubiera podido explicar a sus correligionarios que los tributos, por su propia esencia, no pueden ser sometidos a plebiscito. As¨ª, hacerlo supuso, pues, desenmascarar a quien" hac¨ªan diaria profesi¨®n de fe auton¨®mica mientras cerraban la v¨ªa para que esa autonom¨ªa fuera realidad. ?Qu¨¦ caminos exist¨ªan para lograr un mayor grado de autonom¨ªa financiera en la Comunidad de Madrid? ?C¨®mo hacer efectivo el principio de solidaridad sin recursos? ?Por qu¨¦ no aplicar un principio tributario -el de la capacidad de pago- si la ciudadan¨ªa en su mayor parte hab¨ªa votado un Gobierno de izquierdas?
Estas y otras preguntas nos las planteamos en su momento. Cierto es que exist¨ªan otras v¨ªas de menor coste pol¨ªtico para alcanzar el mismo objetivo econ¨®mico; me refiero al conocido m¨¦todo de lloriqueo sistem¨¢tico ante el Gobierno central en demanda de mayores medios y recurriendo al hasta hoy eficaz planteamiento del agravio comparativo. Madrid no las utiliz¨® entonces ni creo que lo haya hecho despu¨¦s. Quienes s¨ª han hecho uso de ellas tienen ahora una salida abierta por la sentencia del Tribunal Constitucional: pueden acudir a los recargos sobre los tributos del Estado como medio de financiar esas necesidades pendientes, indispensables para el definitivo logro de su autonom¨ªa. Imag¨ªnense, pues, en breve plazo, al se?or Pujol estableciendo un por ciento de recargo en tierras catalanas. ?sa s¨ª ser¨¢ una afirmaci¨®n efectiva de su autonom¨ªa; ahora bien, ?creen ustedes que se atrever¨¢?
Ah¨ª radica, pues, la importancia de una sentencia que no hace sino ratificar lo que en opini¨®n de muchos ya estaba contenido de forma clara en la propia LOFCA: la posibilidad de establecer recargos como medio de financiar las autonom¨ªas y, por tanto, de ser m¨¢s libre en su Gobierno. La Comunidad de Madrid no necesita el recargo y, por tanto, no lo establecer¨¢. ?Qui¨¦n se atreve a tirar la segunda piedra?
es economista y fue consejero de Econom¨ªa y Hacienda en el primer Gobierno regional de la Comunidad de Madrid.
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