Presi¨®n derechista
LAS ELECCIONES municipales del domingo pasado en Grecia, en las que los socialistas y los comunistas se presentaban unidos por primera vez frente a los candidatos del partido conservador Nueva Democracia, han significado gran decepci¨®n para la izquierda. En Atenas se daba por segura la victoria de Melina Mercuri para la alcald¨ªa: era una candidata excepcional, casi m¨ªtica, con una popularidad art¨ªstica relevante adem¨¢s de una personalidad pol¨ªtica curtida como antigua ministra de Cultura del Gobierno de Papandreu. Por ello, el holgado triunfo (m¨¢s del 50% en la primera vuelta) del candidato de la Nueva Democracia ha causado sorpresa. En t¨¦rminos generales, si bien hay resultados de diverso signo, los conservadores han obtenido unos porcentajes superiores a los previstos. Hay que precisar que Grecia tiene desde el mes de abril un Gobierno conservador monocolor y que su pol¨ªtica econ¨®mica de austeridad, motivada por una inflaci¨®n que cuadruplica la media de la CE, est¨¢ causando el natural descontento entre amplios sectores sociales. La izquierda confi¨® demasiado en que ese factor le dar¨ªa la victoria. Una confianza que no se ha visto correspondida.El fortalecimiento de la derecha en Grecia se puede explicar, sin duda, por m¨®viles espec¨ªficos de ese pa¨ªs. Los esc¨¢ndalos financieros que estallaron en la ¨²ltima fase del Gobierno socialista de Papandreu -causas de un descr¨¦dito personal cada vez mayor y que, finalmente, le obligaron a abandonar el poder- a¨²n pesan sobre el electorado. Por otra parte, la unidad de socialistas y comunistas para estos comicios municipales no ha dejado de causar recelos entre muchos de sus potenciales votantes: no se puede olvidar que los comunistas han centrado su campa?a pol¨ªtica durante los ¨²ltimos dos a?os en la denuncia de la corrupci¨®n, de la que hac¨ªan responsables a Papandreu y al Pasok, empresa que culmin¨® con su participaci¨®n en un Gobierno de coalici¨®n con la derecha, cuyo objetivo b¨¢sico era la depuraci¨®n moral de la vida pol¨ªtica. Han hecho, pues, un viraje excesivamente brusco, lo que suele acarrear incomprensiones y distanciamientos a la hora del voto.
Sin embargo, al contemplar los resultados electorales que han tenido lugar el domingo pasado en otros pa¨ªses de Europa, del Este y del Oeste, quiz¨¢ sea conveniente situar el caso griego en un marco m¨¢s general en el que se perfilan -sin duda en condiciones muy distintas- signos coincidentes de que las corrientes sociol¨®gicas y pol¨ªticas de derecha cobran cierto auge en nuestro continente. Est¨¢, desde luego, el caso de las elecciones alemanas, con el peso decisivo que sobre ellas ha tenido el canciller Kohl como art¨ªfice de la unidad nacional. Pero tambi¨¦n en Alemania Occidental, en Baviera -y a pesar de la desaparici¨®n del carism¨¢tico l¨ªder Joseph Strauss-, los socialcristianos conservan su mayor¨ªa absoluta y los socialistas, en cambio, han sufrido un descenso de cuatro puntos.
La segunda vuelta de las elecciones municipales h¨²ngaras aporta tambi¨¦n datos significativos a esta reflexi¨®n. Si el partido en el poder, Foro Democr¨¢tico (centrista con matices nacionalistas), ha sufrido un retroceso ha sido en beneficio de partidos que pidieron una aceleraci¨®n de la transici¨®n al capitalismo. Los socialistas y los socialdem¨®cratas s¨®lo han obtenido el 10% de los votos. Pero el rasgo m¨¢s acusado de la consulta h¨²ngara ha sido una abstenci¨®n del 70%. Puede reflejar el cansancio provocado por ocho consultas en un a?o, pero es un dato preocupante para la democracia: demuestra que una gran mayor¨ªa de ciudadanos, despu¨¦s de la fase inicial de entusiasmo por la recuperaci¨®n de la libertad, optan por la marginaci¨®n voluntaria del debate entre los partidos. Ello constituye -en caso de grandes tensiones sociales- un campo abonado para corrientes autoritarias, nacionalistas, basadas en un dirigente salvador, que no est¨¢n ausentes en la historia de estos pueblos.
En realidad, el derrumbe del comunismo -por mucho que en esa ca¨ªda hayan desempe?ado un gran papel las ideas del socialismo democr¨¢tico- representa para grandes sectores de opini¨®n un fracaso de la izquierda en general. Valores esenciales de esta concepci¨®n del mundo, como la solidaridad y la aspiraci¨®n a una mayor justicia social, est¨¢n en crisis. Por otra parte, encuestas recientes entre la juventud de Europa occidental indican claramente que el individualismo y la consideraci¨®n del dinero como objetivo primordial en la vida -de nuevo el becerro de oro- son actitudes cuya influencia es hoy mayor que nunca. Ser¨ªa absurdo trasladar mec¨¢nicamente estos fen¨®menos a la escena electoral. La realidad es m¨¢s compleja: en Austria los socialistas han obtenido un ¨¦xito y en el Reino Unido los laboristas est¨¢n en auge. Sin embargo, la presi¨®n derechista es un rasgo notable en la actual pol¨ªtica europea. Un dato a tener en cuenta en toda su significaci¨®n.
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