Prohibido el acceso de trabajadores ¨¢rabes a Jerusal¨¦n
JUAN JES?S AZN?REZ ENVIADO ESPECIALUn palestino de 19 a?os asesin¨® ayer a tres jud¨ªos en la parte oeste de Jerusal¨¦n, en una espantosa secuencia que comenz¨® con el acuchillamiento de una joven soldado israel¨ª al grito de "?Al¨¢ es grande". Un polic¨ªa fuera de servicio que intent¨® detener al homicida y le hiri¨® de dos disparos corri¨® la misma suerte. La tercera v¨ªctima fue el propietario de una florister¨ªa. Omar Abu Shiran, un enajenado escayolista nacido en Bel¨¦n, fue finalmente reducido. "Muerte a los ¨¢rabes"se escuch¨® ayer en los feudos jud¨ªos de la ciudad santa. Tras este suceso ha quedado prohibida la entrada de trabajadores ¨¢rabes a Jerusal¨¦n.
El jefe de la Polic¨ªa israel¨ª, Yaacov Terner, anunci¨® que a partir de hoy quedaba prohibida, por un tiempo indeterminado, la entrada en Jerusal¨¦n de los 120.000 trabajadores ¨¢rabes que residen en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania.Jerusal¨¦n, con 150.000 ¨¢rabes y 300.000 jud¨ªos en forzada convivencia, vivi¨® ayer su jornada m¨¢s cruenta desde la matanza de 21 palestinos en la explanada de las mezquitas de Al Aqsa y Omar el pasado d¨ªa 8. Piquetes de exaltados apedrearon los turismos con matr¨ªcula ¨¢rabe y amenazaron con una escabechina en los barrios musulmanes.
Cerca de 1.000 personas participaron en los tensos funerales de la recluta de 18 a?os Irish Azulat, asaltada por Abu Shiran cuando regresaba a casa del servicio.
La soldado asesinada viv¨ªa en Baca, un tranquilo barrio de la clase media alta jud¨ªa situado a un kil¨®metro de la ciudadela hist¨®rica de Jerusal¨¦n, donde los activistas palestinos y las fuerzas de seguridad israel¨ªes sostienen constantes y violentos enfrentamientos desde el comienzo de la Intifada, hace 34 meses. Una peque?a balaustrada separa el callej¨®n de la solana donde fue atacada Irish Azulat con un cuchillo de 45 cent¨ªmetros de hoja. En la huida, Abu Shiran hiri¨® levemente en la cabeza a un adolescente de 13 a?os.
Un polic¨ªa de permiso, Charlie Shalush, de 28 a?os, integrante de una unidad antiterrorista, quiso detener al fan¨¢tico y le dispar¨® varias veces, hasta que la pistola qued¨® encasquillada. Alcanzado en una pierna, el joven palestino volvi¨® sobre sus pasos y acab¨® con la vida de su perseguidor. Shiran fue detenido debajo del cuerpo agonizante de su tercera v¨ªctima, el due?o de una florister¨ªa.
Conocido el apu?alamiento, grupos radicalizados se movilizaron en el barrio, y coreando esl¨®ganes contra los ¨¢rabes, se dirigieron hacia la carretera de Bel¨¦n, transitada por numerosos musulmanes que trabajan en la parte oeste de Jerusal¨¦n, y apedrearon sus veh¨ªculos. Un joven jud¨ªo fue detenido con un c¨®ctel m¨®lotov. Aproximadamente, 2.000 efectivos del Ej¨¦rcito y tropas paramilitares tomaron el control de esa zona e instalaron numerosos puntos de control. El tr¨¢fico de los turismos con matr¨ªcula verde, conducidos por ¨¢rabes, se desvi¨® hacia calles m¨¢s tranquilas. Teddy Kolleck, alcalde de Jerusal¨¦n, declar¨® que, pese a lo ocurrido, la gente quiere vivir en paz con sus propios vecinos. Pero no sabemos lo que va a pasar. No lo sabemos. De todas formas, debemos tomar precauciones para que algo como esto no vuelva a suceder". Su sustituto en la alcald¨ªa, Arnon Yekoutiel, lament¨® que la vida en la ciudad est¨¦ descendiendo "al nivel de la jungla".
Familiares de las v¨ªctimas, vecinos y j¨®venes soldados montaron guardia en los lugares donde murieron los tres jud¨ªos, en un ambiente de inquietante agresividad. No fue f¨¢cil para los periodistas, a quienes en los ambientes jud¨ªos m¨¢s intransigentes se acusa de parcialidad a favor de la causa palestina, inquirir sobre las circunstancias del suceso. "Soy su hermano. No quiero ni grabaciones ni fotos. Esto es todo", advirti¨® un familiar de Irish Azulat. Pocos metros m¨¢s adelante, donde cay¨® el polic¨ªa enzarzado con el palestino, el aviso de otro grupo fue m¨¢s amenazador: "Iros antes de que sea demasiado tarde".
En el cementerio, un cami¨®n militar con el f¨¦retro cubierto con la bandera israel¨ª, a marcha lenta, abri¨® el cortejo f¨²nebre. Los gritos de dolor de la madre y el contenido llanto de sus hermanos interrumpieron el sepulcral silencio de un duelo en el que la mayor¨ªa de sus asistentes eran militares.
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