Las negociaciones del presupuesto de EE UU entran de nuevo en v¨ªa muerta
El presidente George Bush, "frustrado"; los congresistas, irritados, y el pa¨ªs, pasmado. ?ste era el resumen del ambiente reinante en Washington ayer, 12 horas antes de que terminaran, en la medianoche del mi¨¦rcoles (hora local), los fondos de urgencia aprobados el pasado d¨ªa 9 por el presidente norteamericano para permitir la continuaci¨®n de las actividades del Gobierno federal ante la falta de acuerdo sobre las medidas a adoptar para reducir el creciente d¨¦ficit del presupuest¨® en medio bill¨®n de d¨®lares en los pr¨®ximos cinco a?os.
Cuando todo parec¨ªa indicar, despu¨¦s de concesiones importantes por ambas partes en la forma de financiar el d¨¦ficit, que el acuerdo entre la comisi¨®n bicameral del Congreso y la Casa Blanca estaba al alcance de la mano, las negociaciones entraron de nuevo en la v¨ªa muerta a primera hora del mi¨¦rcoles.La proximidad de las elecciones legislativas que tendr¨¢n lugar el pr¨®ximo 6 de noviembre, en las que la totalidad de los 435 miembros de la C¨¢mara de Representantes y un tercio de los Senadores tendr¨¢n que renovar sus esca?os, junto con la peculiaridad del sistema parlamentario norteamericano, en el que la principal lealtad de los congresistas no es, como en Espa?a, hacia los partidos pol¨ªticos sino hacia sus electores, ha hecho aumentar el suspense y hac¨ªa muy dif¨ªcil el acuerdo final antes de la expiraci¨®n del plazo.
Las concesiones hechas por los parlamentarios, de una parte, y por Bush, de otra, son de tal magnitud a efectos de desgaste pol¨ªtico, que los jefes de fila tanto dem¨®cratas como republicanos tem¨ªan una nueva rebeli¨®n de las masas y una votaci¨®n negativa por parte de diputados y senadores si se ped¨ªa una votaci¨®n en el pleno de las C¨¢maras.
De la irritaci¨®n que la falta de acuerdo provocaba en los congresistas de a pie pueden dar idea dos desaires p¨²blicos hechos a Bush el martes durante una gira electoral por los estados de Nueva Inglaterra por dos parlamentarios de su propio partido republicano. Durante un acto de apoyo al candidato republicano a C¨¢mara de Representantes por Vermont, Peter Smith, el presidente tuvo que aguantar a pie firme los ataques que le dirigi¨® el propio Smith por su decisi¨®n de aceptar una subida de impuesto en contra de las promesas que hab¨ªa realizado durante su campa?a electoral.
El desaire
El segundo desaire fue m¨¢s grave y se produjo en la pr¨®xima parada de Bush en Manchester en el estado de New Hamphsire donde presidi¨® un acto destinado a recaudar fondos para el candidato, republicano al Senado, Bob Smith, que se presenta a la reelecci¨®n. El peque?o detalle es que Smith no se present¨® al acto alegando que las discusiones presupuestarias le imped¨ªan abandonar Washington.
En una conversaci¨®n con los periodistas que regresaban con ¨¦l a la capital federal en el Air Force One, Bush expres¨® su estado de ¨¢nimo con esta declaraci¨®n: "Me siento tan frustrado por la incapacidad de este Congreso para llegar a un acuerdo que no s¨¦ lo que voy a hacer (con respecto a firmar una nueva ley de emergencia prorrogando la financiaci¨®n de las actividades del Gobierno)".
La situaci¨®n era tan grave que los l¨ªderes republicanos en las dos C¨¢maras del Congreso, el senador Robert Dole y el diputado Robert Michel, acudieron a la Casa Blanca a primera hora de la madrugada del mi¨¦rcoles para explicar con claridad la situaci¨®n de rebeld¨ªa de las C¨¢maras a Bush y a sus m¨¢s directos colaboradores del presidente en el tenia presupuestario, el jefe del Gabinete, John Sununu, y el director de la Oficina del Presupuesto, Richard Darman.
La Casa Blanca crey¨® que con su aceptaci¨®n de una subida de tres puntos, hasta un m¨¢ximo del 31%, en la presi¨®n fiscal sobre las rentas de capital m¨¢s altas -en contradicci¨®n directa con la promesa de Bush en su campana presidencial de no tocar los impuestos directos-, sus problemas estaban resueltos.
No ha resultado as¨ª. Los dem¨®cratas, que han hecho concesiones igualmente importantes desde su filosof¨ªa pol¨ªtica, como la aceptaci¨®n de una subida del impuesto sobre la gasolina y una congelaci¨®n de ciertas prestaciones sociales, insist¨ªan a ¨²ltima hora en que la Casa Blanca aceptase un impuesto especial del 10% en los ingresos superiores al mill¨®n de d¨®lares anuales, que afectan a unas 60.000 familias.
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