Muestras de simpat¨ªa al mandatario en el homenaje a los ca¨ªdos en la guerra civil

El homenaje a los muertos por Espa?a, celebrado a primera hora de la ma?ana de ayer en la madrile?a plaza de la Lealtad, acab¨® convirti¨¦ndose en una nueva manifestaci¨®n de simpat¨ªa popular hacia el matrimonio Gorbachov que, poniendo a prueba los nervios de sus escoltas, decidi¨® acercarse a saludar a los centenares de personas que les aclamaban. El autom¨®vil Zil utilizado por el presidente de la URSS en sus desplazamientos lleg¨® con un cuarto de hora de retraso al monolito conmemorativo, donde le esperaba el jefe del del Ej¨¦rcito del Aire, general Ram¨®n Fern¨¢ndez Sequeiros.Una escuadrilla de la Fuerza A¨¦rea y dos secciones de la Armada y del Ej¨¦rcito de Tierra permanecieron formadas mientras se interpretaban los himnos de ambos pa¨ªses. A continuaci¨®n, con semblante solemne y a los acordes del toque de oraci¨®n, el presidente sovi¨¦tico subi¨® los pelda?os y coloc¨® una corona de flores al pie del monumento que, seg¨²n le explicaron, recuerda a los muertos de los dos bandos que se enfrentaron en la ¨²ltima guerra civil espa?ola.

El propio Gorbachov calificar¨ªa m¨¢s tarde el acto de "entra?able" y asegur¨® que se hab¨ªa emocionado durante su desarrollo. No menos ins¨®lito result¨® el espect¨¢culo para los numerosos militares espa?oles que ve¨ªan por vez primera tan de cerca a quien personificaba hasta hace poco a su principal adversario. Uno de ellos, el general del Ej¨¦rcito del Aire David Ib¨¢?ez Luna ha actuado como acompa?ante del presidente de la URSS durante su visita oficial a Espa?a.

Acercamiento a la multitud

Cuando el acto hab¨ªa concluido y el matrimonio Gorbachov parec¨ªa a punto de subir al autom¨®vil, entre los aplausos y aclamaciones de los presentes, la imprevisible y popular pareja opt¨® por cruzar la calle y dirigirse hacia la multitud. Los diez minutos que siguieron fueron testigos de una incruenta batalla entre los escoltas, que apartaban a empujones a cuantos se acercaban al l¨ªder sovi¨¦tico, y la marea de fot¨®grafos, admiradores y curiosos que pugnaba por aproximarse.

En medio del tumulto y las apreturas, algunos consiguieron estrechar las manos de los dos ilustres hu¨¦spedes, en ocasiones de modo excesivamente en¨¦rgico, a juzgar por el gesto dolorido de Ra¨ªsa Gorbachova. Menos suerte tuvo un hombre que, con un humilde ramo en una mano y una carta de salutaci¨®n en otra, fue cogido literalmente en volandas por tres polic¨ªas cuando se encaminaba con paso decidido hacia el presidente de la URSS. Al l¨ªder sovi¨¦tico no le pas¨® inadvertida una pancarta roja, del grup¨²sculo Unidad Comunista de Espa?a (UCE), en la que pod¨ªa leerse: "Gorbachov go home (a casa). Fuera yanquis y rusos de Europa". Cuando le tradujeron su contenido, se fue directamente hacia quienes la portaban. "Es muy dif¨ªcil que los rusos nos vayamos de Europa, porque los rusos somos europeos", replic¨® divertido.