El Paraguay que no vieron los Reyes
Ferroviarios en huelga y campesinos sin tierra llevan cuatro meses encerrados en la catedral de Asunci¨®n
El pasado martes 23 de octubre, mientras el rey Juan Carlos pronunciaba su mensaje al Congreso paraguayo, a tan s¨®lo 200 metros del Palacio Legislativo, grupos de obreros ferroviarios en huelga y campesinos que exigen tierra gritaban en la explanada ante la catedral de Asunci¨®n: "?Que venga el Rey!". Unos explicaban, excitados, que el Gobierno paraguayo no hab¨ªa querido mostrar al rey de Espa?a la pobreza. Otros insist¨ªan: "?Que venga el Rey, para que conozca c¨®mo viven los pobres en Paraguay!". En su visita de cuatro d¨ªas, los reyes de Espa?a no vieron la catedral de Asunci¨®n. No quedaron privados de un goce est¨¦tico. El edificio no es precisamente una joya de la arquitectura, pero s¨ª perdieron la posibilidad de un contacto inmediato con la realidad social.
Desde hace cuatro meses el atrio de la catedral de Asunci¨®n ha quedado convertido en una especie de campamento para varias docenas de ferroviarios en huelga y campesinos sin tierra.A la derecha del port¨®n, en unas colchonetas, tendidas en la entrada del templo, dormitan en la ma?ana los campesinos con sus ni?os mientras los ferroviarios inician la preparaci¨®n del almuerzo. En una olla humeante arrojan tomates. Un mont¨®n de arroz espera el momento adecuado. Arrimadas a la pared de la catedral dormitan enrolladas las pancartas con las reivindicaciones de los huelguistas, al mismo tiempo que un sinf¨ªn de moscas revolotea por los restos de comida y basura acumulada.
Cuando han transcurrido casi 21 meses desde la ca¨ªda de la dictadura de Alfredo Stroessner y m¨¢s de a?o y medio despu¨¦s de las primeras elecciones libres en la historia del pa¨ªs, Paraguay ha conseguido las libertades c¨ªvicas, pero muchos se preguntan si el cambio no ha sido nada m¨¢s que cosm¨¦tico. La publicaci¨®n An¨¢lisis aseguraba en su n¨²mero del pasado julio: "Muchos analistas sostienen que no estamos viviendo una transici¨®n, sino simplemente la transformaci¨®n de una dictadura prebendaria en una democracia pol¨ªtica restringida y basada en los mismos t¨¦rminos de relaci¨®n econom¨ªa-sociedad".
Don Alfredo
No cabe duda de que en tiempos de don Alfredo, cuando el dictador gobernaba con mano f¨¦rrea el pa¨ªs, los huelguistas no habr¨ªan permanecido ni una ma?ana en el atrio catedralicio. Las protestas se han convertido en algo cotidiano y tolerado. Las reivindicaciones salariales de los ferroviarios siguieron a las de los obreros de la gigantesca represa de Itaip¨², que pagaron su protesta con un saldo de dos muertos en la represi¨®n policial. A la protesta de los asalariados se suman las exigencias de los campesinos sin tierra y los sin techo que ocupan ilegalmente terrenos en los barrios perif¨¦ricos de Asunci¨®n.
Entre ropa tendida, cajones convertidos en huchas para reunir donativos de solidaridad, ni?os desnudos que juegan o lloriquean, mientras sus padres se pasan de mano en mano la bombilla de terer¨¦, el mate amargo al que los paraguayos atribuyen un sinf¨ªn de propiedades, C¨¦sar Gonz¨¢lez, uno de los dirigentes de los ferroviarios, explica que son 750 los ferroviarios "repartidos por Asunci¨®n para conseguir comida" y que est¨¢n parados desde hace 28 d¨ªas todos los ferrocarriles del pa¨ªs. Gonz¨¢lez, de 26 a?os, est¨¢ casado y tiene un hijo de ocho meses. El funcionario dice que gana 150.000 guaran¨ªes al mes (algo menos de 12.000 pesetas), que no llega al salario m¨ªnimo fijado en 243.000 guaran¨ªes (unas 19.000 pesetas). Asegura Gonz¨¢lez que casi nadie en el ferrocarril gana el salario m¨ªnimo. El 70% de los trabajadores ingresa s¨®lo 109.000 guaran¨ªes (8.600 pesetas) al mes. Eso es lo que cuesta dormir una noche en un hotel de cuatro estrellas en Asunci¨®n o una comida para cuatro personas en un buen restaurante.
Los ferroviarios en huelga re claman un aumento de 41.000 guaran¨ªes al mes (3.250 pesetas) y que no se tomen represalias contra los organizadores de la huelga. Asegura tambi¨¦n Gonz¨¢lez que el presidente, general Andr¨¦s Rodr¨ªguez, no tiene la culpa de lo que ocurre, "¨¦l tiene la predisposici¨®n de llevar la democracia adelante, pero su entorno es puro estronismo, son puros militantes" (sector del Partido Colorado reaccionario, que apoy¨® hasta el final la dictadura de Stroessner).
A unos metros de los ferroviarios se encuentran los sin tierra, 35 campesinos con sus hijos, que reclaman un pedazo de terreno para cultivar. Pablino Rojas tiene 30 a?os, est¨¢ soltero y se qued¨® sin trabajo a ra¨ªz del golpe del 3 de febrero del a?o pasado, que acab¨® con la dictadura de Stroessner.
El due?o de la estancia donde trabajaba Rojas vendi¨®, o desapareci¨®, tras el golpe y los peones se quedaron sin trabajo. Ahora Rojas se gana la vida como jornalero con un salario de 4.000 guaran¨ªes al d¨ªa (315 pesetas), que es lo que cuestan ocho peri¨®dicos o la misma cantidad de botellas de agua mineral en un caf¨¦ de Asunci¨®n. Desde hace cuatro meses los sin tierra esperan una respuesta a sus exigencias. La Iglesia les ayuda y les da comida. Explica Rojas: "Fui a las hermanas franciscanas de Mar¨ªa para traer comida. Al principio hab¨ªa 18 ni?os, pero ahora s¨®lo quedamos 35 con cinco o seis ni?os. Muchas veces hay gente que nos maltrata y dicen que somos unos vagos".
Los sin techo
A unos 200 metros de la catedral, en su despacho del Senado, el l¨ªder de la oposici¨®n, el liberal Domingo La¨ªno, resume de forma palpable el problema de los sin tierra en Paraguay: "Hay m¨¢s de 40 millones de hect¨¢reas y poco m¨¢s de cuatro millones de habitantes. Habr¨ªa 50 hect¨¢reas para cada familia de cinco miembros. Hay miles de hect¨¢reas sin hombres y miles de hombres sin tierra. Se podr¨ªa encontrar una soluci¨®n, pero los latifundistas est¨¢n en el Gobierno y entre los militares".
Al despacho de La¨ªno acud¨ªan el pasado jueves representantes de otro grupo que vive en medio de un conflicto social en el Paraguay actual: los sin techo. Acompa?ados por el sacerdote norteamericano Edward Hearm, a quien llaman padre Eduardo, la llamada Comisi¨®n Nacional de Ayuda Nacional por el Derecho a la Vivienda (Conadevi) ha dirigido una carta a la reina Sof¨ªa. "Nos dirigimos a usted, reina Sofia, los representantes de las m¨¢s de 200.000 familias sin vivienda del pa¨ªs" para, a?aden, "por su intermedio, pedir una ayuda financiera a nuestra madre patria, a fin de encontrar un hogar digno y propio para nuestras familias".
La Conadevi empez¨® a actuar poco despu¨¦s de la ca¨ªda de Stroessner con ocupaci¨®n de terrenos bald¨ªos en la periferia de Asunci¨®n. En el municipio de Fernando de la Mora, a unos 10 kil¨®metros del centro de Asunci¨®n unas 150 familias han ocupado cuatro hect¨¢reas de un monte improductivo, propiedad de una Asociaci¨®n Paraguaya de Cultura.
A unos centenares de metros otro terreno ocupado lleva el nombre de Villa Cerrito. No tienen agua, ni luz. El agua la compran a los que la traen a lomo de caballo, de alg¨²n pozo artesiano. Un tanque de 200 litros cuesta entre 1.000 y 1.200 guaran¨ªes (de 80 a 95 pesetas). En muchos casos el agua est¨¢ contaminada y la consecuencia son las enfermedades intestinales de muchos ni?os.
Victorio Reclusa, un vasco de 76 a?os, que lleva 55 a?os en Paraguay, vive en la vecindad.
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