La gran vanguardia
Henry Threadgill conoce a fondo la tradici¨®n y la vanguardia del Jazz, su forma favorita de expresi¨®n, pero, como m¨²sico completo que pretende ser, evita encasillarse en un estilo musical determinado y, pon su nuevo septeto, habla idioma de ra¨ªz cl¨¢sica. El escaso espacio que se le concede a la improvisaci¨®n en este campo le da pie para desarrollar sus indudables cualidades como compositor y arreglista, pero, aun con estas limitaciones, se le sigue notando el acento jazz¨ªstico.Su ¨²ltima oferta podr¨ªa encuadrarse en una visi¨®n renovada de lo que se llam¨® a fina les de los a?os cuarenta tercera corriente, en¨¦sima en el jazz actual, que intent¨® la fusi¨®n de m¨²sica culta contempor¨¢nea con elementos del jazz, aunque con escaso ¨¦xito art¨ªstico.
Henry Threadgill-Very Circus
Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 27 de octubre.
Muchas barreras se han derrumbado desde entonces y hoy Threadgill no s¨®lo est¨¢ en condiciones de abrir nuevos caminos a la vanguardia del jazz, sino tambi¨¦n de dictar tendencias, en m¨²sica culta y hasta en rock. No parece preocuparle, pues, que la penumbra en que se ha desenvuelto buena parte del mejor jazz sea insuficiente para alumbrar sus partituras, el ambiente imprescindible para llevar a buen puerto su m¨²sica.
Sin embargo, el concierto no fue nada luminoso. Por el contrario, comenz¨® con sonidos sombr¨ªos y profundamente melanc¨®licos de guitarras ac¨²sticas. Despu¨¦s, poco a poco, en un crescendo impecablemente dosificado, llegaron a ritmos m¨¢s vivos, vol¨²menes m¨¢s altos y texturas m¨¢s ¨¢speras, pero, incluso entonces, permanec¨ªa la sensaci¨®n agridulce de la desesperanza como la que producen los tristes sones de una banda de circo de tercera categor¨ªa.
Los m¨²sicos que ha elegido Threadgill como acompa?antes acreditan una dilatada experiencia en diferentes terrenos: m¨²sica cl¨¢sica, salsa, Jazz, rock, y est¨¢n perfectamente capacitados para desempe?ar las funciones encomendadas por el l¨ªder dentro del grupo. Los tubistas Edwin Rodrigues y Marcus Rojas se encargan de tejer un fondo denso y tupido, sobre el que los guitarristas, Masujaa y Brandon Ross, suenan como hilillos plateados sobre una gran tela gris. Por detr¨¢s de todos, el ritmo constante y obstinado del bater¨ªa Gene Lake y, en primera fila, el s¨®lido tromb¨®n de Curtis Fowlkes y el correoso saxo alto de Threadgill, sustituido en ocasiones por flautas, componen un tapiz sobrio pero de indudable belleza.
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