"?Heil, querida, ya estoy en casa!"
La pol¨¦mica ha estallado en el Reino Unido con la emisi¨®n de un programa piloto en el que Adolf Hitler y Eva Braun son presentados como si fueran una tradicional pareji de una anodina telecomedia norteamericana de los a?os cincuenta. El programa, emitido hace unos d¨ªas por el British Satellite Broadcasting (Galaxy), sali¨® en antena sin publicidad previa por temor a las protestas, que de todas formas se produjeron antes de su estreno por la frivolidad que, seg¨²n ciertos sectores de la opini¨®n, supone el tratamiento en clave de comedia de este tema.Heil, honey, Im home!, as¨ª titulado, tiene para la cr¨ªtica brit¨¢nica algo de la s¨¢tira al estilo de Mel Brooks, del Chaplin de El gran dictador y de parodia sobre la sitcom norteamericana de hace 40 a?os. El actor Neil McCaul interpreta a Hitler, que aparece indistintamente vestido con atuendo militar o con jersey deportivo y corbata, a veces parecido a un personaje de cine c¨®mico mudo.
Su hogare?a convivencia con Eva Braun, que interpreta DeNica Fairman, en su recargada casa de suburbio, est¨¢ marcada m¨¢s por un consumismo desatado de la pareja que por las convulsiones pol¨ªticas que est¨¢n produci¨¦ndose en ese final de los a?os treinta en el que se ambienta la comedia. Los Hitler, como otras parejas de comedias norteamericanas, tienen unos vecinos cotillas, los Go1dstein, nuevos ricos con los que el dictador mantiene unas poco amigables relaciones.
El programa ha sido ideado por Paul Jackson y escrito por Geoff Atkinson. Jackson es un director y productor brit¨¢nico que ha alcanzado gran popularidad con algunas de las m¨¢s irreverentes y pol¨¦micas comedias de los ochenta (Los j¨®venes, El enano rojo), ' dentro de lo que ha dado en llamarse la comedia alternativa brit¨¢nica. En cuan to a Atkinson, es un guionista imaginativo muy apreciado por la cr¨ªtica.Su trabajo en esta comedia, y al margen de la pol¨¦mica, no ha tenido, sin embargo, un¨¢nime aprobaci¨®n, como por otro lado ha ocurrido frecuentemente con esta l¨ªnea de humor qui iniciaron en tiempos los Monthy Python y que con su capacidad para meterse con todo lo divino y lo humano, no siempre con el buen gusto deseado por algunos, no le ha faltado controversia, entre el rech¨¢zo m¨¢s feroz y la adhesi¨®n incondicional de sus admiradores. Alg¨²n cr¨ªtico ha destacado la falta de sutileza y la insistencia de Jackson y Atkinson en lo supergrotesco, que deja inane la parodia menos para la poco exigente audiencia juvenil.
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